LA COLUMNA
Un cambio de orientación del
viento, una rugosa hoja caduca raspándome la barbilla y roté el cuello. Esa
sensación transitoria, casi de tiempos pubescentes, en la que te quedabas
anclado conteniendo la respiración, impactado por no saber qué actitud tomar y
superado por una imagen insertada en la retina clavándose en la memoria tal
anzuelo traicionero que no puedes liberar, me sofocó. Era consciente de que mis
mejillas irradiaban un tono bermellón que se expandía por la faz, sello
indeleble de un insigne integrante del club de los timoratos, al que estaba
agremiado desde que naciera. Los
omoplatos de mi objetivo se movieron, deslizándose tras ello unas arrugas en la
blusa de perlado gris. La comba de la espalda era perfecta, una columna
hierática, pilar de una mujer solemne, con tanta clase, que era admirable solo
viendo cómo ondeaba la tela de raso que vestía, debido a los sosegados soplos
de aire. Izada toda ella al estar
sentada, su pose era la de una amazona sin riendas, controlando el galope sin
que su tronco dejara de estar enhiesto. Quien fuera virtuoso, para teclear una
mimosa sonata en ese cuerpo, punzando las yemas con el afecto de un pianista de
espaldas. La imagen señorial se tornó
volátil y se disipó con sutil y seguro paso. Se alejaba, pero todavía
distinguía sus rizados mechones que vacilaban a cada zancada; ellos eran las
volutas de una columna que sería derrotada por los años, pero tan artística que
al evocarla por medio de fotografías o el imaginario, sería un alijo de
emociones para creadores y poetas.
COLUMNA I
A once mil
millones de millas de la Tierra, la nave espacial Columna I, no tripulada, se
acerca al borde del sistema solar. Ha estado viajando durante 35 años, y los
científicos estiman que para fines de año traspasará la heliosfera y entrará en
el espacio interestelar. A bordo de la nave hay un disco de cobre chapado en
oro, llamado Golden Record, en el que se encuentran imágenes codificadas y
sonidos de la Tierra. Inscrito en el registro Dorado, hay una imagen del Taj
Mahal, una tumba de mármol blanco de 560 pies de altura, un emperador indio
construido hace 400 años para su esposa que había muerto. Hay una foto de un
bebé que nace y otra de una mujer dormida en fase REM. Se escucha el sonido de
una ballena y el sonido de un beso. Hay una mujer japonesa que dice "¿Ya
has comido?", Una canción georgiana sobre una rebelión campesina y las
ondas cerebrales de una mujer estadounidense que acaba de aceptar la propuesta
de matrimonio del hombre que ama.
El Columna I está siendo sometido al campo magnético intensificado de la heliosfera,
mientras que Paula no ha salido de su casa en tres meses y ni siquiera se
acerca a sus ventanas. Poco antes de encerrarse, dejó su trabajo como agente
del Departamento de Protección Ambiental: teme por un planeta cuyos gobiernos
expulsen a los protectores de sus formas de vida. Vive cerca de una planta
eléctrica transformadora de varias hectáreas, y quiere mudarse. Alguien llama a
la puerta, Paula presionando la palma de su mano contra la puerta desde el
interior, dice: "¿Sí?" -En cuarenta mil años el Columna 1 alcanzará
el sistema solar más cercano, y nuestro mensaje será escuchado por sus seres
conscientes, si es que existen - respondió una voz. Tal vez ya de alguna manera
están escuchando nuestro mensaje. Tal vez nos estén mirando ahora mismo: yo en
un lado de la puerta y tú en el otro lado, ellos nos entienden. ""
¿Qué entienden ellos que yo no entiendo? –Que me siento tan tonto, y que te amo así.
El campo
magnético que irradió la nave se trasladó como una dulce corriente por cada una
de las vértebras de la columna de Paula y no supo qué decir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario