BUENOS DÍAS
La noche nos
envolvió de deseo y tras el último gemido seguimos aquí sostenidos; soñando de
la mano, sintiéndonos la piel. Mi boca te acerca y juego con tu cuello, te
siento en mi nuca y en mi latido, tus manos me provocan, rodamos evocando el
eco de nuestros orgasmos despertándonos a un día lento...prolongando la noche.
Días así en medio de un mundo convulso: incisos, bálsamo en nuestras vidas tantas
veces ajetreadas.
DOS ESTACIONES
Sin pregonar sus
intenciones, con pasos de bailarina abandonó la copa en el suelo. Ni si- quiera
me miró, y apocada agachó la cabeza, permitiendo que el dosel de su peinado le
solapara el rostro. El matiz cromático del blanco puro de la tez y el negro
persistente de la cabellera, admitieron en sus esféricas mejillas, una
tonalidad con pigmentos encarnados.
El frágil cuerpo
se encaramó al lecho, que ni siquiera osciló. En segundos me amordazó con su
bozo genital, e imitando sus caderas la fluctuación de una garlopa, esmerilé
con denuedo el maná. Amarrado tal marsupial a la corteza de un eucaliptus, no
me detuve hasta que mis labios quedaron lacrados por una resina pasional,
entonces me fulminó con la mirada y fui conminado a reconocer una vereda
secundaria. Un respingo de sorpresa me sobrecogió. Esa orden marcial,
imperativa y la ausencia de tablones que obstruyeran la vía ni el habitual
cartel de “Prohibido el paso”, me trasladaron a la piel de un recluta
sosteniendo su primer fusil en unas prácticas de tiro.
Pronto sonaron
los silbidos del cenit. Abrazados, con un resuello musitado a dueto y con los
rostros goteando vaporoso frenesí, llegamos al destino, hasta que la jefa de
estación ordenara que el libidinoso convoy, reemprendiera su recorrido.
Xavi Domínguez
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