lunes, 19 de octubre de 2009

LA DESILUSIÓN

UNOS DIAS EN TRUJILLO

—Coge el calendario a ver cuando podemos ir.
—Creo que tiene que ser en junio.
—¡Ay, sí! Nos vamos el 20 y volvemos el 24. Así huimos de los petardos.
—Quizá los cerezos ya tengan frutos maduros.
—Faltan doscientos sesenta y ocho días.
...
—Todavía no hará ese calor sofocante, pero ya podremos disfrutar de los días largos, los más largos.
—Ya necesito esa luz clara de verano, y el calor tibio de las mañanas radiantes.
—Desde la casa se oyen las campanas del convento de las monjas.
—Y podremos observar estrellas sin todas esas luces de la ciudad.
—Ya falta menos.
...
—Me sabe muy mal, pero tengo un curso. Debo prepararlo. No voy a poder. Seguro que tú lo entiendes. Buscamos otro momento, quizá dentro de unos meses. A mí me jode más que a ti. ¡Que más quisiera yo!
—Ya.
—Hacía días que quería decírtelo porque ya entiendo que te habías organizado, pero lo que importa es que podemos ir en cualquier momento, y mientras, podemos quedar para cenar... Todo bien ¿no?
—Sí.
—Vale, pues ya hablamos otro día.
Pilar Comín

EL RAM

Quina il·lusió quan va veure aquell ram de flors! El dia del seu aniversari! Mai li havien enviat un pom així. Feia cinquanta anys i el dia havia estat fantàstic. De bon matí, els seu marit i els seus fills l’havien despertat amb petons i un felicitats! Per molts anys! Quan va entrar a la cuina per a esmorzar va trobar un regal sobre la taula. No va ser l’únic. Els companys de feina també n’hi van fer un, el seu germà, les amigues i fins i tot la veïna del replà. I és que cinquanta anys és un nombre especial li deia tothom. Cap a les vuit, mentre preparava el sopar van trucar a la porta. Va obrir ella mateixa i el noi amb el ram de flors virolades va demanar per la Rosa. El cor li va fer un bót i un somrís li va il·luminar la cara, en cinc minuts li va passar pel cap el bon dia que havia passat. Rosa Martell? Va preguntar el jove. No, jo sóc Rosa Tortell. El noi va fer cara interrogant, va comprovar la seva llibreta i va mormolar un perdó m’he equivocat. Després va girar cua i va entrar a l’ascensor, les portes del qual encara eren no s’havien tancat…
Butterfly

ELLA I JO


Hauríem pogut seguir junts molt de temps. Hauríem celebrat cada cap d'any com aquell primer en que ens varem conèixer, amb petons en lloc de raims per marcar cada campanada. Hauríem mantingut la passió d'aquells primers mesos, disfrutant dels nostres cossos, i encara haguessim augmentat el nostre plaer dia rere dia, a mida que ens haguéssim anat coneixent. Hauríem continuat agafant un sol paraigües els dies grissos de tardor per així poder abraçar-nos i acariciar-nos protegits de les mirades per la fina cortina de pluja. Hauríem tingut una casa gran, o petita, o mitjana, tant fa, però hagues estat casa nostre, amb les nostres coses i les nostres il·lusions. Ens hauríem fet costat dia a dia, els bons i els dolents, i ens hauríem retrobat cada nit l'un amb l'altre per fer les paus amb el mon. Hauríem pogut tenir una família, i estimar-la com ens estimavem nosaltres. Hauríem pogut envellir junts i mirar-nos l'un a l'altre i encara sonriure per el sencill plaer de saber que tens al costat a la persona que vols. Hauria pogut ser l'amor de la meva vida.
Però no ho va ser.
Herman

NAIM

Se llamaba Naím, y tras haber cursado sus estudios de medicina en Líbano, su país natal, se trasladó a Barcelona con una beca para continuar su formación como cirujano. Recuerdo una charla que mantuvimos una mañana, justo a la vuelta de sus vacaciones, donde yo le preguntaba cómo le había ido. Me habló del viaje que había realizado a su país, de la ilusión que le había hecho ver a su familia y a sus amigos después de dos años. También me explicó que a finales de mes terminaba la residencia, y de una oferta de trabajo en una clínica privada. Aún puedo recordar la alegría y el entusiasmo que mostraba con la idea del nuevo trabajo: Yo que siempre había pensado que cuando terminara la residencia tendría que volver a mi país… ¡imagínate lo que significa esto para mí! ¡Es que no me lo puedo creer! – me comentaba -.
Ese mismo día, por la tarde, corría el rumor de que Naím estaba ingresado en el hospital, tras haberle detectado un tumor cerebral, y que debía ser intervenido lo más rápidamente posible.
Recuerdo que después de la operación un día fui a visitarle, y al entrar en la habitación lo encontré llorando y dando puñetazos a la pared. Era incapaz de contener toda la rabia que sentía.
Lo cierto es que nunca pudo ejercer de cirujano, y tuvo que cambiar el bisturí por la medicina alternativa.
Dos años más tarde volví a verle, me encontré con él por casualidad al salir del trabajo. En un principio pensé que tal vez no me reconocería, no por el tiempo transcurrido, sino más bien por las secuelas de su enfermedad. Al acercarme a él para saludarle me dedicó una ténue sonrisa. Estoy bien – me dijo - , y en esta ocasión, tras algún pequeño traspié en la pronunciación de algunas palabras, me habló de cómo su sueño sólo se había quedado en eso, en un sueño. Y terminó diciéndome: después de todo no puedo quejarme.
Maria Jose

UN DIA COMPLET

Camí de la feina, com cada matí. Vull arribar ben d’hora i començar la jornada sense presses. A l’andana del metro hi ha més gent que altres dies ... espero, espero i ...espero. Passa un quart d’hora i per la megafonia diuen alguna cosa incomprensible. Miro amb les celles aixecades la senyora del meu costat i em diu que a la línia 5 hi ha una avaria que afecta algunes estacions. Avui que intentava fitxar a les 8 a l’oficina... Quina desil·lusió!
Ja són les onze i la cap no ha vingut. Té una reunió urgent i no sap quan tornarà. He anul·lat les quatre cites que hi havia programades abans de les 3. Una de les secretàries s’ha enfurismat perquè està cansada que li anul·lem les reunions. M’he sentit malament. Vaig a esmorzar sola perquè els meus companys estan en una reunió que s’allargarà. Sort que porto el diari i l’entrepà de pernil que m’he fet aquest matí. Arribo al bar i demano un tallat. Obro la bossa de ma... m’he deixat l’entrepà a la taula de la cuina i el diari al metro, amb l’enrenou de l’avaria. Quina desil·lusió!
Desprès de dinar he quedat amb la Cristina, fa temps que no la veig. Portarà les fotos de vacances i les veurem mentre fem un cafè prop de la feina. Un sms de la Cris. Té el nen malalt amb febre i no pot venir. Tan difícil com és quedar amb ella, llàstima!
Les deu! Hora de veure a casa la pel·lícula del nen mag que sortia divendres amb el periòdic. Em sento al sofà amb un plat de crispetes al davant. “Error!” “Error!” “Error!” El display del DVD dóna, un cop i un altre, el mateix missatge. Avui no hi ha sessió de cinema que valgui. Quina desil·lusió!
Dotze pàgines per al final de la novel·la, aprofitaré per enllestir-la aquesta nit. Dos quarts d’onze. S’ha anat la llum. Una avaria al quadre general em deixa a les fosques fins que demà vingui el tècnic. Quin desastre!
Hi ha dies que més valdria no aixecar-se del llit.
Ginebra

DE TAL PALO MALA ASTILLA

Comedor de 65 metros cuadrados. Mesa para doce comensales, de cristal de 2 cms de grosor bajo lámpara araña años setenta de lágrimas en cascada luminosa. Paredes sobrias sólo vestidas con un par de reproducciones de Monet y Gauguin y dos más de la serie “Woman” de De Kooning. En el suelo de piedra natural pulida reposan en este momento los pies de 2 adultos, padre y madre, y de 2 adolescentes, hijo e hija. El padre con traje a medida color marengo y camisa y corbata a juego, la madre con vestido turquesa oscuro con escote “halter” abrochado en la nuca, la hija con ropa deportiva informal de marca, y el hijo con vaqueros descoloridos y camiseta marrón por encima de su talla, completan el decorado del escenario. El silencio sólo violado por los sorbos aspirados de la sopa y el contacto de los cubiertos con la vajilla de porcelana, es roto de repente por la voz cupletera del hijo:
- Papá, quiero hablar contigo.
- No me parece momento adecuado ... pero intuyo por tu seriedad que es importante, así que di lo que tengas que decirme.
- Sabes que el año que viene empiezo la Universidad, -comienza a decir mientras se le acelera el corazón-, así que como sé de tu ilusión porque estudie empresariales para poder reemplazarte algún día al mando de la constructora y las inmobiliarias pues ..., no quería demorarme más en decirte la carrera que he decidido que quiero estudiar...
- ¡Dios mío! suéltalo de una vez.
- Está bien! –responde mientras su pie derecho se convulsiona como si fuera el del batería de Los Ramones durante el estribillo de “Judy es una punk”-, ¡quiero ser filósofo!
- ¡¡¡Quéee!!!, Dioss mío!! Ha de ser una broma!! tú eres tonto o eres tonto? o peor aún, eres comunista o maricón!! ¡¡qué desilusión por Dios!!, –mirando a la madre- pues no me está diciendo que quiere morirse de hambre con el huevo y la gallina en lugar de ser respetado. Será gilipollas. Este hijo no es mío, seguro.
- Gracias “viejo”, me quitas un peso de encima, -responde el hijo tirándose un pedo antes de eructar.
Josean

LA DESILUSIÓN

Acababa de despertarme. Me encontraba tumbado. Apenas había tomado conciencia de mi estado y mis ojos se resistían a visionar el nuevo día que se intuía con su amanecer radiante.
Parpadeé unas cuantas veces antes de estirar perezosamente mis extremidades. En ese momento me permito media vuelta, un revolcón mullido, profundo y lento en mi lecho y mis ojos que, se entrecierran de nuevo, me trasladan a la sutil indolencia de ese placer, ese gran placer del sueño y su descanso.
Por fin mi pensamiento afina los sentidos y pienso. Pienso en lo que sigue a todo este proceso diario. Uumm!, lo percibo….., me embriaga….. y es entonces cuando todo mi ser se inunda con mil y una sensaciones gratas, conocidas y deseadas. Me alegro, me ilusiono, y con todo ello comienzo a sentir la fuerza y motivación que me hará despegar de esa plácida sensación para encontrarme con la que sigue y espero.
Miro por la ventana. Es temprano todavía, pero el sol brilla radiante ya, en esta mañana de verano y el día se presenta grato y relajado. A pesar de ello, se puede ver el ir y venir ajetreado de las gentes, que con sus prisas matinales para llegar a sus destinos, llenan, estresados, autobuses, tranvías… descienden cabizbajos a los subterráneos o colapsan las calles de la ciudad con sus vehículos particulares y estridentes.
Mientras espero el momento, decido asearme y ponerme apunto. Atuso mi espesa melena y me enorgullezco de mi belleza. Es fantástico sentirse así, es un gran don saberse único, bello y feliz y desde ese punto me resulta difícil comprender a quien no se percibe de ese modo.
Me tumbo al sol con mis colegas, aprovechando esos rayos que aún no calientan tanto como para eludirlos y espero en el balconcito de mi casa, la llamada.
Está llegando la hora y me invade la impaciencia al notar la salivación que me produce mi apetito mañanero y el recuerdo del sabroso manjar que reconozco.
Todo llega y oigo esa dulce voz que me llama y dice lo que espero: “A desayunar, a desayunar….” Corro entre los otros para llegar el primero y me cuelo entre las piernas de mi amada.
Mi lugar, mi plato, mi comida, mi manjar……………Pero la dulce voz dice ingrata: “Lo siento mis niños, hoy no tenéis la que os gusta….”
¡Que horror! ¿Qué es esto? Pues no, no me gusta, vaya bazofia……No la quiero….., yo esperaba………., ¿y la otra?........alzo la vista y veo en los ojos que me miran, la certeza de lo que hay en el plato……..ahhh!!!!! suspiro derrotado!...........es lo que hay!! ¡La desilusión está servida!!!!!!!!
El Bola – raza gatuna
Maribel Palma