viernes, 23 de marzo de 2018

EL TACÓN





EL TACÓN
Descansaba sobre el césped, cuando una ardilla se acercó silenciosa y empezó a explorar los libros que salían de su mochila que reposaba sobre sus viejas botas camperas de medio tacón que se había quitado para darle un respiro a sus pies cansados. Si alguien hubiera pasado por allí en ese momento, hubiese podido satisfacer la ilusión óptica de ver a aquella pequeña criatura leyendo "Filosofía", "Historia mundial" y "Un enfoque de la física".

Pero nadie, ni nada más que un soplo de viento perfumado de flores de lavanda, había llegado hasta las ocupadas fosas nasales de la ardilla que seguía husmeando en la mochila de la estudiante a quien el sueño le vencía. Se frotó los párpados y rodó sobre un costado cuando...nariz a nariz, se encontró con la ardilla en medio de aquel césped fresco y perfumado.

Ardilla y estudiante perplejas y, mientras, a través de una neblina inducida por el sueño la siguió mirando sorprendida por esa cercanía nada usual entre las ardillas. Envalentonada por su quietud, la ardilla reanudó su búsqueda, esta vez metiendo la nariz entre su cabello. Las orejas de la ardilla se alertaron, convencidas de que, después de todo, allí no había nuez que llevarse a la boca y, con un último movimiento ágil y preciso, tropezó con el tacón de la bota izquierda al mismo tiempo que sus pupilas se dilataron al ver que debajo de ésta…a la altura del tacón….habían unas bayas que sin duda harían sus delicias.

Ajena a sus libros de texto y a su sueño, la estudiante seguía entusiasmada observando a la ardilla y seguía pensando lo increíble que era poder estar tan cerca de tan inquieta criatura.


Marta Albricias