sábado, 22 de diciembre de 2018

EROS


REDESCUBRIENDO A CUPIDO
Hace un tiempo ya que Cupido no dispara flechas; ahora juega a los dardos, bebe más de la cuenta y pocas veces acierta en la diana. Ante la creciente tasa de divorcios le despidieron: estaba ya algo cansado, no veía bien allí donde apuntaba y de esta guisa el volar en pañales no era ya lo más indicado; así que tras reconocer su problema se puso en manos de los mejores terapeutas quien le ayudaron con la crisis en la que se encontraba. Poniendo de su parte participó también en un taller de puntería, superó tal bache y se reinventó.

Cupido se ha conocido, ha evolucionado incluyendo y considerando nuevos estadios, y  más que solo disparar las flechas, lo que más le gusta es ver que nos encontramos con alguien con quien saltar los mismo charcos: caprichos del destino y la química de Eros.

Marta Albricias




REFLEXIONES
Hoy he leído en “El País”, un artículo de Beatríz Silva, que hace reflexiones que yo me había hecho anteriormente y que comparto al cien por cien. Os pondré entre " " su escrito y añadiré mis propias conclusiones. "Reconocer la prostitución como un trabajo normal, y sindicable es condenar a miles de mujeres a una actividad que se nutre de la desigualdad entre países ricos y los pobres de donde provienen las prostitutas". Esto ya lo  había pensado yo muchas veces, hoy en  día la mayoría son mujeres extranjeras. Por suerte, las españolas, mayoritariamente no ejercen ese oficio. ¿No os lo habíais preguntado? Mujeres que vienen engañadas, encerradas, esclavas del siglo XXI. ¡Qué decir de los hombres, los usuarios de semejante actividad repugnante!   "Los que dicen que las mujeres eligen libremente, ¿por qué son las latinoamericanas, africanas y las asiáticas, y no las suecas o las Noruegas?" La evidencia es contundente. Que alguna ejerce libremente, puede, una minoría y habría que ver y analizar el porqué de esa elección. ¡No a la LEGALIZACION DE LA PROSTITUCIÓN! ¡NO A LOS PARTIDOS QUE LA PROPUGNAN! Ya se que es difícil, una UTOPÍA, pero qué sería del mundo sin las utopías.

Para finalizar, los que dicen la absurda frase para justificarla de que "es el oficio más antiguo del mundo", es una FALACIA. El oficio más antiguo del mundo es el de cazador, luego el de agricultor, comerciante, aguador, carpintero, luego tristemente llegaron los "soldados" y fueron ellos, los hombres, los que violaban, raptaban a las mujeres y las obligaban a prostituirse. Sé realista, pide lo imposible que se decía en el mayo francés del 68. Si el mundo ha mejorado es gracias a los que pensaban q un mundo mejor es posible, y han luchado por ello, perdiendo en ocasiones la vida en el empeño. Y dicho todo esto, ¡Felices fiestas con mucho amor y todo mi cariño! 

Rosa Segura Moreno.




CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD, NO ES COINCIDENCIA, ES REAL. EN EL ESPACIO QUE TARDÉ EN CONFECCIONAR ESTE RELATO, NADIE HA SUFRIDO OFENSAS, SALVO MI MEMORIA AL RECORDAR; PERO DURANTE LAS CLASES QUE SE VAN A REFERIR, UN COLECTIVO DE ESTUDIANTES, SÍ FUIMOS VÍCTIMAS DE LOS PEORES DEFECTOS DE UN MAL DOCENTE.
-¡Silencio!
Tres sílabas, la última alargada, proferidas con aspereza, santo y seña de la Srta.Lobato, profesora de latín y griego.
La clase permanecía atenta, apenas algún murmullo que merecía la amonestación reseñada. Ignacio, situado en la primera hilera de los pupitres, al lado de la ventana, era un taquígrafo tomando notas. ¿La lección? No, las coletillas por carencia de fluidez oratoria y léxico reducido, onomatopeyas y ruidos inclasificables de la susodicha señorita. “Eh...”, “bien”, “pues...”, y el ya conocido “¡Silencio!”.
Terminadas una serie de traducciones, la figura a tratar esa mañana era la de Eros, dios griego representado por un niño alado y provisto de un arco, el que en la mitología romana conocían como Cupido. Una vez habíamos visto la escultura “Eros y Psique” del libro de texto, la maestro hizo una de sus transiciones habituales, pasando de ser la intransigente Srta.Lobato a simplemente Feli, una persona coloquial y soez, con el cometido de cumplir con el papel de entregada hermana mayor del grupo, como la que insta al resto a embarcarse en un vuelo sin motor, con la humareda de cigarrillos alucinógenos. Práctica, que cómo no, defendía como emblema de la "progre subversiva" que se creía.
En el libro se podía leer, que Eros figuraba como uno de los seres primigenios, vinculado al mito de los orígenes del mundo, pero Feli ya entonaba un discurso poco educativo, relacionando el personaje con corpulentos modelos de colonias. De ahí, pasó a citar dos películas de Passolini: “El Decamerón” y “Saló, o los 120 días de Sodoma”. Entre risas de los que se habían dejado embaucar por la prosa propia de un poeta arrabalero, que olvidaban que en el repaso de los exámenes no habría otro jolgorio que el regocijo de la examinadora al escribir su recurrente “No contestas a la pregunta”, aparecieron tacos y referencias íntimas de la docente, a experiencias furtivas con el sexo, a edades incluso inferiores a las que tenían los alumnos.
La cara de Ignacio era la de un futbolista abochornado por la goleada que llevaba encajada su equipo. Soplaba y miraba al techo buscando desconsuelo, pero no podía evadirse. Esos retales de serie “S” de baja estofa, habían viciado el aula. No existía maestra, en realidad nunca la hubo en un sentido estricto. Sin gafas con cristales de colores, pero con atuendo y proceder de asistente del festival de Woodstock, la psicodelia había trastocado hasta la cordura de ese apacible estudiante.
La fértil imaginación de un pubescente, empero, no podía encubrir la realidad. La pelambrera larga, pero ajada, lacia, con hebras canas, y en general, de vista tan mustia y pareja a una corona funeraria con tres jornadas de vida, no se acercaba a unos cánones de belleza estimulantes. 
Estereotipos del vestuario fantasioso como vestidos de raso, pañuelos de seda, blusas de satén o zapatos de tacón de terciopelo, tenían su réplica con prendas desgastadas que simulaban un cuerpo amorfo, que como ella, también era rebelde y luchaba contra la opresión de los mandamientos del mundo de la estética. Los leotardos de lana color mostaza, con bolitas, eran usuales en la vestimenta de la profesora de lenguas muertas clásicas. ¿Una típica esclavina griega, con un pelo lavado y recogido en una cola por una argolla de plata, habría mejorado la imagen? Sin duda, aunque Miss Lobato tuviera un tronco adiposo, no era una mujer mayor, no se le distinguían arrugas y estaba lejos de ser adjetivada como fea. Aquí está la clave: “De gustibus et coloribus non est disputandum”. No podríamos debatir sobre las inclinaciones individuales, referente a lo que encontramos atractivo o incitante, porque son criterios personales, pero la inquina, el requiebro en la maldad, el engaño, proceder con argucias, la descarada falta de empatía y la soberbia, son detectables y más allá de las virtudes físicas de un ser, lo afean de verdad para auparlo como alguien detestable.
(Jaculatoria de la docente)
Srta.Lobato: “Domínguez, no contestas al enunciado del relato.”

 ¡Silencio!


Xavi Domínguez

viernes, 7 de diciembre de 2018

LOS POSTRES


A  LA HORA DE LOS POSTRES
Aquel día llegué tarde y la puerta de la cocina estaba cerrada, me quedé muy quieta y atenta. Buscaba carne, solo carne, las mermeladas y el resto de viandas estarían a salvo, pero la carne no.  Esperaba a que alguien saliera de la habitación y abriese la puerta de la cocina pero de repente, me estrellaron contra la cortina, las flores de encaje se arrugaron y los claveles de invierno quedaron a la vista por un momento a través del cristal pero pude escapar, y volví a esperar, esta vez en el quicio de la ventana del pasillo. De repente se abrió la puerta y pude colarme en la cocina pero ni rastro de carne. Al cabo de unos segundo me sentí atrapada para poco a poco darme  cuenta de que un dulzor excesivo me envolvía y que cada tanto, todo temblaba. Así me mantuve hasta que, con gran esfuerzo pude moverme de nuevo: saqué una pata, saqué la otra y fue entonces cuando pude abrir mis alas de nuevo…para salir volando de allí, decidida a nunca más volver a la hora de los postres.



Marta Albricias





PALABRERÍA

EN UN MUNDO SIN INGENIO, DONDE LA VAGUEZ INTELECTUAL ES OTRA PATOLOGÍA QUE INVADE LA MENTE HUMANA, DETERMINADAS TIENDAS SOCORREN A LA POBLACIÓN...


-¿En qué puedo servirle?
Había hablado un dependiente con actitud solícita, cuello erguido y brazos en la primera posición de bailarina de danza clásica.
El mostrador de madera, era ancho como el de las antiguas mercerías y de las paredes colgaban cuadros, diplomas y diversos tratados que versaban sobre la gramática y el lenguaje.
El cliente se arañó la mano izquierda, en señal de incomodidad.
-Verá... Tengo una cita. Necesito...
-Ha venido al sitio indicado –respondió el dependiente ufano, amagando una sonrisa y deslizando un cajón encima del tablero.
En una era, donde las pantallas de los televisores y ordenadores habían adquirido tal potencia lumínica, que causaban daños visuales y progresivos ataques epilépticos por foto sensibilidad, y navegar por la red informática era adentrarse en una selva tupida de maleza y riesgos, los sistemas de archivos de antaño, volvían a estar operativos.
El dependiente empezó a enumerar.
-Amistosas, amorosas, aumento de salario, laborales, entrevista de trabajo...
Un hombre atrapado en una americana que parecía un chaleco salvavidas hinchado, con los botones como remaches de un puente, resistiendo una alta opresión, desvío el interés del primer cliente.
-Esta noche asisto a un combate de boxeo. Requiero con urgencia una salva de improperios nuevos. ¿Tienen algo del estilo de: “¡Zúrrale al hígado, animal de bellota!”. 
-Caballero, no trabajamos con este tipo de material –repuso ofendido sin mirarlo, un almidonado dependiente, marcando una comba con los labios-. Pruebe en una tienda de empeños, suelen guardar cestos con vocablos usados.
-No tengo el don de palabra –se excusó el primer cliente.
-Nadie. La tecnología ha derruido el ingenio. Las memorias están melladas, de ahí nuestra función. Puedo ofrecerle una ficha con galanterías.
-No, me sentiría ridículo. ¿Y esa sección? “Circunloquios y perífrasis”.
-Estimado comprador advenedizo, no es recomendable. Esos rodeos de sintaxis se usan en negociaciones o discursos de alto rango. Es como comprar una botella de agua que pesa como si tuviera un litro y medio, pero una vez abierta apenas deja caer una gota.
-Me parece que no le entiendo...
-Tenemos consejeros delegados de multinacionales, financieros y senadores abonados a este servicio. Pero le pondré un ejemplo de alguien al que no he de reservarle confidencialidad, “El atracador gentil”: “Sin dilación y sin la necesidad de cumplimentar un recibo por los enseres que me dispongo a llevar, deposite el conjunto de sus pertenencias de valor, para que a fin de cuentas, este afectuoso y casual encuentro comercial, se aproxime a su conclusión”. Hecha la venta, telefoneamos a la policía. Nuestro afán por vender no obstruye la aquilatada honradez y prestigio de esta empresa.
    En la trastienda, un muchacho de aspecto lozano, mordió una magdalena y esta le escupió un chorro de crema, lamparón que le quedó como insignia en el suéter. Esa acción no pasó desapercibida.
-¡Eso es lo que necesito! –señaló el comprador entusiasmado-. ¡Azúcar, miel! Dulce a borbotones. ¿Tiene alguna tarjeta para citas pasteleras?
El vendedor desaprobó esa calificación, como si hubieran tirado unos guantes de pescadero en el mostrador.
-Frases edulcoradas -rectificó-. ¿Y tiernas, con reiteradas referencias a cachorritos huérfanos y desolados?
-Si quisiera eso habría ido a la tienda de mascotas y ahora tendría dos caniches enanos en los bolsillos del abrigo.
-Le advierto, es un terreno peligroso. Recuerde la cantidad de cantantes y letristas que en el pasado fueron apresados, acusados de usar una jerigonza sexista. ¿Cree que ahora se admitiría que Jack Lemmon dijera que los andares de Marilyn Monroe se mueven como la jalea? Eso sucedía en “Con faldas y a lo loco”, hace más de un siglo.
Puede probar con algo sutil.
El comprador leyó una nota.
-“Mi añoranza por ti es la de los niños que entelan los cristales de la confitería, embobados con las bandejas...”. Está inacabado –protestó con tono agudo.
-Claro, es una muestra. La ficha completa después de abonarla.
    El cliente adquirió esta, más una que comparaba los besos apasionados con la primera mordedura a una manzana de feria y otra referente al tocinillo de cielo, por si la cercanía de la charla derivaba en un choque con frenesí. ¿El resultado? Ese será otro relato, pero cuando tengáis una cita y vuestro propósito sea impresionar a la otra persona, basta con ser respetuoso, no cometer torpezas y acudir a un lugar acogedor. Pretender iniciar una relación amistosa, de pareja o solo de eventual fricción, memorizando y recitando un contenido vacuo y pedante, cuyo estilo tampoco podréis mantener a lo largo del encuentro, no os convertirá en un conquistador ilustrado, sino en un petulante fantoche, que fracasará en su cometido.

Xavi Dominguez