LA GRAN ILUSION
Dicen que la ilusión, junto con la esperanza, es lo último
que debe perderse. Por eso, yo no perdía la mía a pesar de los malos momentos y
aunque no se materializara o tan
siquiera se vislumbrara.
Cuando las mayores inclemencias llegaban, me esforzaba en
retroalimentar mi ilusión. La esculpía a mi manera creando una perfecta
divinidad ilusoria. Pasaron los años y el cincel de mi creación ya no sabía que
rincones de mi ilusión escultórica debía retocar. Así que decidí conservarlo
guardado y mantener mi creación ilusoria y aceptarla no tan
sólo por su belleza, sino también incluso con sus imperfecciones reales y
visibles. Me di cuenta que había sido una buena decisión porque cuando llegó el
momento real de disfrutar ya, por fin, de la materialización de mi ilusión, no
experimenté, en absoluto ninguna decepción.
Susana
LA GRAN ILUSIÓN
Nació en una época de crisis, su infancia fue dura, pero no
más que la de la mayoría de chicos de su época.
Sus padres se esforzaron para que tuviera estudios, pero
cuando su padre enfermo los dejo para coger el pequeño negocio familiar.
Se caso con la chica más bonita que pudo encontrar y al año
ya eran padres.
Trabajo todos los días y saco adelante el negocio hasta que
fue una empresa floreciente. Aprovecho al máximo sus contactos políticos y en
los años de bonanza llego a ser realmente rico.
Sus cuatro hijos estudiaron en estados unidos. Su amante era
francesa. Su mujer no le pidió el
divorcio nunca, aunque pasaron algunos años separados. Nadie duda que se
quisieran.
Uno de sus hijos murió en un accidente de coche. Fue un
momento muy duro para toda la familia.
La empresa estuvo a punto de cerrar por no adaptarse a las
nuevas tecnologías. Le costó un infarto de corazón, pero consiguió reflotarla,
con la ayuda de su hijo mayor. Escogió ese momento para jubilarse le vendió su
parte a su hijo y ya no volvió a ocuparse del asunto.
A los 65 ya tenía tres nietos. Los solían acoger con su
mujer en la finca de la playa. En aquellos años fue feliz y además hizo felices
a las personas importantes para él, especialmente a su mujer.
A los 73 tuvo otro infarto, la ambulancia no llego a tiempo.
Murió en el jardín de la finca.
Fíjate en los detalles, mira el orden de las cosas, tal vez
intuyas las causas y efectos que manejan su vida. Y si contemplas el panorama
completo ¿no te parece que emerge un sentido, algo trascendente que justifica
su vida?
Ese porqué, ese para que... parecen tan reales que nunca dirías
que son una ilusión.
Herman
LA GRAN ILUSIÓN DE PATRICIO
Patricio era una pequeña hormiguita obrera que vivía en una
colmena, fría triste y oscura.
Todos los días patricio, cumplía con sus obligaciones y las
faenas que le encargaban sus capataces.
Tenía una celdilla para dormir, comía en el comedor
hormigueril, y así pasaba sus días, su vida era gris y triste. Pero un día
patricio se despertó, se sentó en la cama y vio una extraña luz que salía de
uno de los lados de la colmena. Patricio se encaminó hasta allí, y vio que la
colmena se hallaba extrañamente vacía. Había un gran agujero por el que salía
la luz, salió fuera y la extraña luz le cegó los ojos. Cuando se habituó a la
claridad, Patricio descubrió un mundo lleno de colores, nunca había visto nada
semejante, Patricio empezó a andar por aquel sendero lleno de luz y de color,
todo le parecía maravilloso. Pero de repente le sobrevino una sensación de
angustia. Patricio se despertó y se dio cuenta que seguía dentro de la colmena
gris y oscura, pero ahora más triste que nunca., ya que intuía que en algún
sitio tenía que haber un mundo lleno de color y de ilusión. Que lastima se dijo
todo ha sido una grandísima ilusión, un espejismo. Patricio, les explicó a sus
compañeros lo que le había pasado. Los compañeros creyeron que a Patricio se le
había ido la cabeza, y se lo dijeron a sus jefes. El jefe supremo que sabía muy
bien todo lo que existía fuera de la colmena se preguntó cómo patricio había
intuido eso. Llamaron a la hormiga y Patricio les conto a los jefes lo
ocurrido. Por supuesto los jefes no estaban dispuestos a que Patricio se
rebelasen contra ellos y se lo comentasen a las demás hormiguitas trabajadoras,
así que optaron por darle un somnífero a Patricio y cuando se despertó, se
encargaron de explicarle que todo había sido un sueño, y que los sueños son preciosos
porque si se portaba bien durante la
vida, cuando se muriese iría a un lugar
de ilusión, un lugar lleno de luz y de
color dónde poder descansar eternamente.
Lola Ruiz.
ILUSIÓN
Érase una vez en el país de las palabras bonitas, un hermoso
bebé al que pusieron por nombre Ilusión. Sus padres Illusio e Illusionis se sintieron muy dichosos con su llegada y la
pequeña Ilusión creció disfrutando de
una feliz infancia junto a sus amigos: Magia,
Espejismo
y Fantasía. Junto a ellos,
Ilusión era parte importante en las
vidas de todo aquel que se dejaba llevar por el encanto de sus juegos que
-alterando la percepción del mundo a través de los sentidos- hacían las delicias hasta de los cerebros más
hábiles.
Ilusión se hizo
mayor y vivió su juventud contagiando entusiasmo y alegría por doquier, hasta
que un fatídico día… empezó a darse cuenta de que los sinsabores existen y se
sintió triste cuando supo que con los años eran cada vez menos las personas que
la tenían presente en sus vidas. Fue entonces cuando decidió darle un giro a su
existencia y para ello empezó por explorar los horizontes de su propia voz, intentando darle un nuevo matiz. Si conseguía hacerlo...podría
seguir creciendo y llegar a más personas
durante el más tiempo posible de sus vidas; ser ella misma y no quedarse
relegada al mundo mágico que había heredado
de sus padres.
Pero… ¿Cómo podría lograr su objetivo?, ¿Cómo podría darle más sentido a su persona?
Cuentan, que fue un buen día -en el que la invitaron a una
fiesta donde entre los invitados había ilustres magos- cuando sin esperarlo… conoció
a Deseo, a Esperanza, a Voluntad, a
Esfuerzo, a Ánimo y a Confianza y con
el tiempo; a medida que su amistad fue
haciéndose más fuerte, supo que junto a
ellos sería capaz de alcanzar su gran ambición: la de ir más allá manteniendo
su propia identidad. A partir de entonces, gracias al trabajo en equipo con
todos sus buenos amigos, hasta los más mayores pudieron optar por vivir sus
vidas disfrutando del buen hacer de Ilusión
en lo relacionado con lograr y llegar a la meta de todo aquello que fuese
realmente anhelado y deseado. De este modo, mucha más gente podría seguir teniendo
ilusiones que sin duda proporcionarían más felicidad a sus vidas y en el mejor
de los casos, la satisfacción de llegar a cumplirlas.
Y así fue como la misma Ilusión alcanzó su Gran Ilusión.
Marta Albricias
LA
ILUSIÓN SACRÍLEGA
El
padre Serafín bordea la cincuentena y es el más joven del convento. Bueno, ya
no, porque hace poco que han llegado dos escolapios hondureños recién
ordenados. Nuestro eclesiástico nunca ha tenido eso que se llama crisis de fe,
su vocación siempre ha sido inconmovible. Lo que peor ha llevado ha sido el
voto de castidad, cuantas veces tuvo que confesar sus prácticas masturbatorias
de joven y no tan joven. Pero el transcurrir de los años logró lo que no
consiguieron las plegarias y penitencias.
Josefa
es una mujer vital que complementa su exigua pensión de viudedad cuidando
ancianos y vendiendo productos de belleza y ropa, que consigue a precios de
ganga, a sus amigas y conocidas. Últimamente frecuenta el convento de los
escolapios, porque por las mañanas se ocupa de la higiene del padre Damián que
a su edad no controla muy bien sus esfínteres. El padre Serafín, tesorero de la
comunidad, ha percibido la alegría de vivir que emana Josefa, y eso ha
despertado algo más que su adormecida lujuria. Se siente atraído por ella,
aunque aún no se atreve a admitirlo.
Paulatinamente,
las conversaciones entre Josefa y el padre Serafín se prolongan más allá de lo
necesario para pagar los servicios prestados por la buena mujer. Y cuando
Josefa, que es muy tocona, le pone la mano en el antebrazo o en el hombro, las
entrañas del padre Serafín se estremecen. Y la primera vez que ella le dio dos
besos al despedirse, el pobre casi se desmaya. El escolapio no tiene
escapatoria y lo reconoce abiertamente, esta mujer lo tiene embelesado.
Josefa
también está encandilada con el padre Serafín. Como dice ella, mi padre Serafín
tiene labia y maneras, vamos, que es fino y educado. Lo que, a ojos de ella, le
distingue favorablemente de otros hombres que también la rondan.
Esta
tarde Josefa ha convidado al padre Serafín a tomar café en su casa. En el
trayecto hasta el domicilio de su amada, más que tener un ataque de mala
conciencia, el eclesiástico es presa del nerviosismo que suelen padecer los
neófitos en las artes amatorias. Una vez en la casa, el curita está a punto de
derramar el café cuando coge la taza para dar el primer sorbo. Después, el
padre Serafín no sabe muy bien cómo, pero acaba en la cama con su Josefa.
Una
vez satisfechos sus deseos carnales, Josefa sonríe, el padre Serafín le ha
recordado a un novio tímido y cohibido que tuvo de mocita en su pueblo y al que
engatusó para que fueran a un pajar. El padre Serafín, por su parte, un
instante antes de ser víctima de la culpa por el sacrilegio cometido, intuye
vagamente que el cielo del que gozan los bienaventurados se debe parecer a lo
que él acaba de sentir.
Felipe
Deucalión
LA GRAN
ILUSIÓN
En la
pequeña peluquería las mujeres tenían una conversación muy animada.
- Para
mi, la gran ilusión de la vida sería encontrar un novio guapo, rico y bueno,
que me llevara a todas partes y me invitara a todo.
- Anda
Pepi que antigua. Mi gran ilusión consistiría en hacer un viaje alrededor del
mundo sin importarme cuanto tardara y con todos los gastos pagados.
-
Vosotras sois muy fantasiosas. Si me tocara la lotería o una herencia,
compraría una casita con jardín en el pueblo. Eso si sería mi gran ilusión.
En
aquel momento entró Rosamari, que venía corriendo para hacerse mechas, a ver si
la cogían antes de cerrar.
Las
risas no cesaron, y Pepi alzó la voz:
- Oye
Rosa, estábamos hablando sobre cual sería la gran ilusión de nuestras vidas.
¿Qué nos dices de la tuya?
Rosamari
se puso seria y respondió:
- El
sueño de mi vida sería escalar el K2, pero como queda fuera de mi alcance, me
conformaría con ver desde su cima la cordillera del Karakórum.
Las
chicas se quedaron estupefactas y con sorna contestaron que esto era una
ilusión absurda, que no servía de nada, y que sería mejor que pensara en algo
más beneficioso para ella.
Pasó un
año y el destino quiso que aquella tarde a las cinco, volvieran a coincidir las
mismas chicas en la peluquería.
Al
darse cuenta de ello, Pepi dijo:
- Es
increible, volvemos a estar las cuatro juntas como el año pasado. Esto se
merece una celebración. ¿Os acordáis que estuvimos hablando de nuestras
ilusiones? ¿Qué ha sido de vuestra vida durante este tiempo?
-
Bueno, dijo Pepi, yo no he encontrado un novio guapo y rico, pero he conocido a
Javi. No tiene ni un duro, pero de momento nos va bien. ¿Y tu que tal Gloria?
- Ah,
pues con unos ahorrillos logré viajar a Tenerife y quedé encantada. No hace
falta ir tan lejos para sentirse como en la luna.
- Ah,
pues mi marido y yo, seguimos viviendo en el mismo piso de siempre, pero lo
hemos pintado y arreglado un poco, y además tenemos una balsa hinchable en el
terrado, explicó Eugenia. En verano se está la mar de bien.
Rosa
las miró y dijo:
- Yo he
visto cumplida mi gran ilusión. Con los cupones del café, me tocó un sueldo
para toda la vida y me pagué un viaje a China. Al atravesar la frontera de
Pakistan, pude ver la cima del K2 desde la ventanilla del avión. Fue un
milagro, porqué en aquel momento no estaba tapada por las nubes. Desde la
cabina nos lo comunicaron. Se veía muy bien la cordillera.
Además
salgo con Carlos, al que conocí en ese vuelo, y nos vamos a vivir a la casa que
tiene a las afueras. Y aunque eso no me importa en absoluto, él está forrado.
Las
chicas se quedaron muy sorprendidas, y al cerrar la peluquería, fueron todas al
supermercado a comprar el mismo café de Rosa.
Laia