viernes, 11 de diciembre de 2015

VERMUT





MORRO FI
M’agrada la copa. El seu color, com es mou, la línea que deixa al vidre. El sabor a poc a poc a la meva boca. Si és de nit prefereixo prendre’l sol i degustar-lo a poc a poc. Últimament s’ha posat de moda i investigo les noves marques. Mai penso en beure’l directament de la barrica de la bodega. Sols vull degustar-lo quan és de botella de vidre i el prefereixo en copa de baló. De totes maneres, els primers records que tinc és de l’italià, de gust diferent menys espès, més delirant i begut de peu. Precisament, el record d’un Campari rosat en unes galeries a Milà que em va provocar acabar-me bevent vermut català per oblidar el perquè per beure’m el de Milà vaig acabar tinguent una filla que ara quan s’hormona per adolescent, a vegades, tinc ganes d’oblidar.



Susana




VERMUT “EL ABAD”
El Abad había sido taxativo, “queda prohibido todo intento de elaborar un licor estomacal” había proclamado en la sala capitular. El hermano herbolario intentó incluir de nuevo el asunto en el orden del día. Aducía para ello el agravio comparativo:“en Montserrat bien que tienen su propio licor, ¿por qué habían de ser ellos menos?” Pero el reverentísimo Abad no cedió a su petición.


Al día siguiente, después de maitines, el hermano herbolario se encontró en el claustro con el cocinero.


-¿Verdad que al acabar los trabajos de la mañana estaría bien picar alguna cosilla mientras esperamos la comida? –Le planteó el cocinero directamente


-Pues sí, ciertamente. Pero esta cuestión ya la hemos comentado otras veces.


-Ya, pero es que a mí se me ha ocurrido que iría muy bien un vino aromatizado y con cuerpo para acompañar a lo que se vaya picando.


-¡Qué buena idea! Seguro que eso no se les ha ocurrido a los de Montserrat –dijo el hermano herbolario.


- Y tampoco al señor Abad –añadió el cocinero.



Felipe Deucalión





VERMUT AL SOL DE OTOÑO
Ocurrió hace casi un mes, pero parece que fue ayer.
Estábamos sentados uno frente al otro; tan solo una mesa nos separaba pero en realidad, algo invisible – no tangible- nos desconectaba cada vez más.

Tomó un sorbo de zumo de naranja y ya no bebió más, tan solo me dijo que no me amaba; me ofreció su zumo de naranja con sabor a beso, a adiós y a final.

Tres semanas y media han pasado ya. Durante todo este tiempo no he podido dejar de beber zumo de naranja en un intento de prolongar aquel final, con tal de sentirle todavía a mi lado. Algunos días me pongo su camiseta, la misma que dejó tirada en el suelo del dormitorio y en la que todavía puedo apreciar su olor. Contra más triste me siento, más zumo de naranja bebo. Mis amigos dicen estar muy preocupados y yo les digo que no se preocupen; que con todo y con eso...menos mal que nunca fue el Chinchón Seco de 74% su bebida favorita.

Mis amigos siguen muy preocupados y me han invitado a hacer el vermut en su terraza, al sol de otoño.

Llevaré unas olivas.



Marta Albricias






VERMUT ESPECIAL
Por la manera de caminar de ella, uno pensaría que tiene prisa, que va con retraso a un encuentro con alguien. Su mirada, sin embargo, no da muestras de que necesite ni busque a nadie. Mira los escaparates, aunque más bien mira el reflejo que los cristales le devuelven de su rostro, de sus cabellos y su vestido ondeando al viento, de su libertad. Tararea una canción …..


Por la postura de él, sentado al sol en la terraza de un café de un barrio de clase media, con un periódico doblado sobre la mesa, uno diría que no espera a nadie excepto al camarero que le va a servir el vermut, como cualquier otro domingo. Respira con profunda satisfacción al pensar en su afortunada, aunque aburrida vida, y se dispone a abrir el diario. Pero en mitad de esa actividad, alza la cara y dirige su vista a la muchacha que se acerca. La mira. Ella le mira a él. Sus miradas se encuentran. El tiempo se detiene. Ella ya no parece ir con prisa a ningún lado.


En ese momento un camarero le hace un gesto Y ella, sin pensar más, como hipnotizada, su expresión como la de quien de pronto se halla en otro universo, se sienta en la mesa de al lado. Hay un cruce de miradas y de palabras entre las tres personas. Intercambian sonrisas. El camarero se ha sentado entre ellos, entre ambas mesas. Un aire de simpatía salta entre los tres, a ritmo triangular.


Algo está sucediendo en la terraza del café, un domingo al mediodía. Algo privilegiado, quizás nada convencional. Puede que sea el amor, o más bien, el enamoramiento, entre dos o entre tres personas, aisladas momentáneamente del mundo que les rodea, mientras toman el vermut.



Mariajes





ASESINATO A LA HORA DEL VERMOUT
La familia Neri, estaba tomando el vermouth, como cada domingo por la mañana, en la terraza del Belvedere. Naturalmente, a nadie se le ocurría no asistir, ya que Francesco Neri, el patriarca de la familia, era un lobby de las finanzas. Alrededor de él, estaban sus tres hijos; Sofía, la mayor, Nina, la segunda y Franco el menor de los tres. El patriarca levantó su copa de vermouth blanco, para realizar el brindis habitual por la familia. Después de beber un sorbo, cogió la aceituna por el palillo que la ensartaba y la hizo girar un buen rato dentro de la copa, hasta que se la comió. En ese mismo instante, empezó a toser y cayó al suelo entre estertores. Cuando la hija mayor se acercó, el padre yacía muerto.


Laertes estaba de viaje, por lo que me encargué yo del caso junto al inspector Martí. Todo indicaba a un atragantamiento con la oliva, pero al comentárselo por teléfono a Laertes, que se hallaba retenido en el aeropuerto de los rodeos por un fuerte temporal, me dijo que analizáramos la aceituna. La aceituna ya había sido analizada y no se encontró nada extraño en ella, le dije a Laertes. -Entonces Artal, deberás buscar el palillo- me indicó mi amigo. Hallamos el palillo en la basura, el cual había sido impregnado con una sustancia grasienta, que resultó ser batracotoxina, un veneno poco común de un batracio de las selvas amazónicas que causa la muerte por contacto, en cuanto la toxina llega al sistema nervioso central.


La persona que además de tener motivos así como ser la única que había visitado recientemente Sudamérica, resultó ser Sofía, la hija mayor de los Neri, que a pesar de haberse pasado toda la vida trabajando para su padre, veía con humillación cómo nunca la ascendía a directiva, por el mero hecho de ser mujer. Pero lo peor de todo fue cuando papá le había dicho que le daría la dirección de su empresa a su hermano pequeño Franco, aquel tonto presumido que se la dilapidaría en sexo, drogas y vete a saber qué cosas más. Su oportunidad llegó con aquel viaje al que había sido invitada por la ONG a la que pertenecía para una investigación en la amazonia. Allí fue donde conoció la existencia de aquella rana mortífera. Así que con la excusa de analizar su veneno para buscar un antídoto, se trajo varios ejemplares, de los que extrajo aquel veneno asesino con el que preparó una crema mortal, la cual untó en el palillo de la aceituna, que puso en la copa de su padre.


Después de informar a Laertes, el cual por fin podía subir a su avión, el inspector y yo nos dirigimos al Mauri a hacer nuestro vermout, donde las aceitunas eran de fiar.




Lola Ruiz











viernes, 20 de noviembre de 2015

LA RODAJA DE LIMÓN



REGRESOS
Esperó pacientemente bajo la higuera  a que regresase a casa tras el día de pesca.  El sol  todavía brillante y amarillo, como una rodaja de limón, empezaba a ponerse y  pudo ver más allá del horizonte.  Deseosa le abrazó  y siguió conversando con él.

Al acercarse de vuelta a la casa vio a una mujer joven que le preguntó:
-"Hola mamá, ¿Cómo estás?"
La miró brevemente sin respoderle y siguió caminando, hablando con él.
-"Vamos cariño, es la hora de cenar."

El rostro de la hija entristeció. Hacía ya más de diez años que papá había muerto en el mar.



Marta Albricias




SATNAM
El otro día vi "La extraña que hay en mí". Reconozco que llevo mucho tiempo absorta y que casi no me reconozco. Sólo observó,  mis ojos ni se cierran y tengo la sensación de autómata.  A veces aunque oigo no escucho y sobre todo cuando se que lo que dicen me puede conmover. Hace tiempo que me están observando, piensan que estoy loca y son muchos. He ideado un plan y lo voy a ejecutar. Les voy a demostrar de una vez por todas lo que soy y lo que pienso de sus teorías.  Hoy al despertarme he ido a la tienda del pakistaní de los móviles de la esquina. Oí en el bar que vendía Kalesnikhov. Salgo de la tienda con el macuto, no me importa que se vea la forma de su contenido. Me dirijo a mi meta. Hoy estarán todos reunidos. Como siempre observarán cada pestañeo, el color de mis ojeras que demuestra mi mirada. Antes de llegar  ya han dado aviso a  través de GSM que me acercaba. Me los encuentro a todos. Ya no saben que decir y  no me extraña. Los topos les han dado el chivatazo de mi compra en la tienda. Me observan con lágrimas en los  ojos. Hay una ambulancia, algunos celadores con camisas de fuerzas se están acercando. Debo ser rápida.  Abro el macuto y por fin saco mi mat, lo extiendo en el suelo para iniciar un incompresible mensaje al mundo. Inicio mis saludos al sol. Ellos continúan llorando. Cierro los ojos, no quiero sentirme en su mundo. No quiero saber si los celadores continuarán andando. Noto algo fresco en mi boca. Un celador me ha colocado una media rodaja de limón en la boca. Con mi sonrisa, hoy  no podre concentrarme en los movimientos de yoga y perderé el equilibrio.


Susana




RODAJAS DE LIMONERO
El chaval acababa de ver una peli de leñadores. Rudos hombretones hendían sus hachas en gruesos troncos y luego gritaban “árbol va”. El chico también llevaba una camisa a cuadros, solo necesitaba subirse las mangas. Había observado que eso era fundamental.

Cuando se hubo arremangado, salió flechado al huerto que tenían sus abuelos. Ni siquiera le prestó atención al perro que correteó a su alrededor. Fue al almacén en el que su abuelo guardaba las herramientas y allí estaban todas bien ordenadas, ocupando cada una el dibujo que le correspondía.

Cogió el hacha y según salía del almacén vio el limonero. Comenzó a golpear, qué decepción, el hacha apenas se hundía en el tronco del limonero. Probó a arremangarse más la camisa y se escupió en las manos. Eso también lo había visto en el peli. Pero nada, el limonero oponía una misteriosa resistencia a sus hachazos, así iba a tardar una barbaridad en cortarlo. Insistió un rato hasta que se cansó. Luego dejó el hacha en su sitio y volvió a entrar en la casa.

Aquella noche el chaval recibió la bronca más arbitraria de su vida. “¿Tú has visto cómo está el pobre limonero?” le gritaban. Claro que había visto cómo estaba el limonero, en pie,ajeno a sus esfuerzos por derribarlo, así estaba el limonero. Ah, y el hacha volvía a estar en su sitio.


Felipe Deucalión




CRIMEN EN LA CONSERJERIA

Declaración de Ivonne Rodríguez:

Ivonne había llegado a las cuatro de la tarde a casa y se extrañó de que la Sra. Antonia, no hubiese abierto la puerta de entrada del edificio, ni estuviese como de costumbre en la conserjería. Bajó las escaleras que daban al piso de la portería y encontró la puerta entreabierta. La llamó y al no contestar, entró. La encontró sentada ante la mesa de la cocina, con el cuerpo echado sobre la mesa. Estaba muerta. En la mesa había una tetera con restos de té y a su lado, una taza medio llena.
Y hasta aquí, el informe policial Artal, me dijo Laertes. Lo extraño era que no se habían hallado restos de ningún veneno en la tetera ni en la taza; pero la autopsia había revelado una fuerte dosis de digital, lo que le había provocado un paro cardíaco. ¡Vamos Artal! ¡A la escena del crimen!
Al fin se halló a la culpable, que resultó ser una amiga de la difunta Sra. Antonia, la cual se había enterado por casualidad de que su marido y su amiga Antonia, venían manteniendo una relación extramarital y como dijo la asesina. “A mi amiga Antonia le hubiese perdonado cualquier cosa, pero eso… ¡no podía tolerarlo!


Lola Ruiz




LA RODAJA DE LIMON
Ahì estoy yo, perfectamente redonda y encaramada a la copa de un daiquiri.
El barman ha vertido el líquido de la coctelera en el recipiente acampanado de cristal, muy fino, en el que me encuentro.
Todo es placer.
El hielo picado cruje al entrar en contacto con el ron y el zumo de limón.
Mi color amarillo intenso es el centro de todas las miradas cuando soy transportada en la bandeja junto a un vaso largo lleno de líquido de color rojizo, un San Francisco, hacia una pequeña mesa , en el rincón, muy acogedora , iluminada por la luz suave de unas velas.
¡ Qué emoción, ahora sabré para quien soy!. 
La pareja da las gracias al camarero y me pregunto si será él o ella quien cogerà la copa.
Después de una breve conversación, ella alarga su mano y sus labios coloreados de un rojo carmín intenso y seductor, pasan muy cerca de mi cuando da un sorbo a su bebida.
Soy feliz así.
Mi compañero, esta vez, ha sido una pequeña sombrilla de papel de color turquesa en el vaso , que él ha abierto y cerrado repetidas veces.
El tiempo pasa lentamente.
Ella me coge y me exprime unas gotas que caen en su copa.Después, me lame cuidadosamente y me deja al lado de la sombrilla, en un platito, en el que ya no quedan palomitas.
Escucho su conversación acaramelada hasta que la pareja decide marcharse. Se levantan, se ponen sus abrigos y salen del local cogidos de la mano.
Pronto vendrá el camarero a retirarnos, a mí y a la sombrilla azul.
He pasado una velada maravillosa.
Sé que siempre serè atractiva donde quiera que esté.


Laia


                                                                                                             




viernes, 6 de noviembre de 2015

ACAMPADA





SI, PERO POCAS VECES, POR FAVOR
Se ha de experimentar para poder decir que has crecido incluso humanamente. La paciencia de aprender como los más experimentados saben montar un montón de tela doblada. La dificultad de volver a doblar esa tela y sin saber cómo enfundarla. El compañerismo de dormir con los pies en la boca del otro. La sensación de humedad del suelo donde duermes. La ingratitud de a lo mejor limpiarte con una hoja mientras defecas y no estas tranquila por si te ve alguien. El dolor de espalda cuando te despiertas al día siguiente. Todo ello se ha de probar para que cuando eres mayor solo tengas ganas de estar en cómodos hoteles de varias estrellas mientras nostálgicamente en la frialdad recuerdas el calor humano de tus amigos dentro la tienda.


Susana




UN DESEO
Llevaba semanas pensando en la posibilidad de volver a acampar como durante aquellos años; volver a sentir eso de que, en esencia, acampar es un acto de fe y a veces de supervivencia. Volver a reafirmarse contra las fuerzas de la naturaleza en un nuevo lugar, entre nuevas circunstancias -en ocasiones difíciles y hostiles- siendo capaz de establecer unas garantías de seguridad que le ofreciesen un sustituto temporal para el hogar. Vivir abierto a los estímulos de un entorno natural era lo que más deseaba: levantar la carpa, preparar un fuego de leña donde cocinar sobre llama viva y reunirse para contar historias al anochecer; tocar la guitarra y cantar; dormirse mirando las estrellas.



Marta Albricias



AIXÒ ES CAMPI QUI PUGUI!
Habíamos pasado un infierno Chafik y yo, pero al final habíamos llegado a la frontera. ¡Europa, el paraíso terrenal!, donde caía el maná del cielo cada día. Y era verdad, los amables voluntarios de la Cruz Roja y otras ONGs, nos daban de comer cada día.
No nos dejaban pasar la frontera.  Algunos decían que del otro lado del país estaban construyendo un muro, para que los que veníamos del otro mundo no pudiésemos pasar.
A Chafik y a mí, nos daba un poco igual, pues estábamos felices porque nuestro hijo nacería en suelo Europeo. Ya no me quedaba mucho. Al menos a él no podrían echarlo del país.
Una noche, vimos cómo los guardias de este país, que nos había acogido, se retiraban del paso fronterizo. En ese mismo momento alguien gritó “Campi qui pugui!” … Y todos pasamos corriendo la frontera de Cataluña y entramos en España.


Loli Ruiz.






EL SOFÁ COMO DESTINO
La Angelines me lleva por la calle de la amargura. Quiere muebles nuevos. Bueno, en realidad quiere un piso nuevo, pero como no puede ser, pues a cambiar los muebles que se ha dicho. Vale que yo estuve de acuerdo en cambiar el tresillo. Quería un sofá más cómodo, el que tenemos me destroza la espalda, que son muchas las noches que acabo en el sofá y ya no tengo edad para dormir de cualquier manera.

Ves, en cambio a la niña le da igual dormir en suelo. Ahora quiere irse de acampada, ¡manda cojones! Ah, y a la Angelines le parece bien, porque como van con chicos,así no estarán indefensas allá en el monte. Pero que inocente que es la pobre, se conoce que ella no fue de acampada de joven¡Bueno era su padre! Y eso que yo era un muchacho formal, no como los chicos de ahora, llenos de tatuajes y pendientes.

Nada, que no puede ser, que las cuentas a mí no me salen, que por más plazos que nos den en la tienda no podemos comprar el tresillo nuevo. Como se va a poner la Angelines¡Ay, Dios!Voy a tener que dejar que mi niña vaya de acampada. Y me parece, que ni aun así, me voy a librar del sofá.


Felipe Deucalión






ACAMPADA
Aquella tarde, tras el largo día de camino por montañas y riachuelos de agua cristalina, llegaron a un trozo de terreno lo suficientemente llano y extenso para poder acampar. El sol se había escondido tras las montañas y la noche caería pronto sobre ellos.

Montaron con rapidez las tiendas de campaña. El lugar no podría ser más atractivo, respaldado por monte, lleno de flores silvestres, y divisándose desde allí el mar Mediterráneo.


Hicieron una fogata, comieron. Después cantaron, jugaron, y se contaron historias. Y sus palabras, sus sorpresas y sus risas, flotaban en el calor de las llamas y en el brillo de luz de la luna.


Al amanecer les despertó el canto de los pájaros. Respiraron con ellos, y con los árboles y las flores el silencio, el frescor del aire limpio


Poco sospechaban entonces, y lo supieron más tarde, cuando ya se acercaban al otoño de sus vidas, que aquel día y en aquel lugar, y con aquellos compañeros, habían podido atrapar a la felicidad.



Maríajes






ACAMPADA
Els cavalls han baixat dels prats més alts. Amb l’arribada del mal temps, el circ cobert d’herba d’una punta a l’altra I esquitxat de pedres, algunes d’elles bastant grosses, es prepara per rebre l’hivern. Encerclat per altes muntanyes nevades, el riu la travessa formant una gran cascada al final alta i esvelta.


Ell pujava fins allà cada dia amb el jeep, perquè es la seva feina portar un control de la fauna i vegetació de la zona.


Un d’aquests dies, quan ja es feia fosc i havíem quedat al bar del poble per prendre alguna cosa, em va explicar una historia estranya. Deia que va veure com es preparaven per acampar un grup de persones que li constava que tenien un permís, encara que en aquesta època ningú hi fa estada perquè ja comença a fer bastant fred, i el lloc és elevat.


El grup va instal.lar cinc tendes de colors vius i ell em deia que es retiraven quan es feia fosc. Els cavalls que el meu amic coneix molt be, estaven una mica neguitosos. Feia l’efecte que s’espantaven més del compte. M’explicà que moltes vegades ell havia aconseguit acostar-s’hi i ells li ho havien permès. Ara no era possible. Es per això que estava una mica estranyat. Els campistes quan el veien li feien un enigmàtic somriure.


L’altra dia deia que el lloc de baixar cap avall amb el cotxe, l’amagà i es quedà darrera unes roques. Ja es feia fosc i els visitants es van aplegar en cercle al voltant d’un objecte lluminós que cada cop resplendia amb més força. Estaven parlant amb altres persones però ell no veia ningú. Donaven petons i abraçades al buit. El cel va passar d’un color porpra al blau fosc i al meu amic li va semblar que els campistes ja s’acomiadaven dels invisibles companys.


Al dia següent ell i jo havíem quedat per prendre una cervesa com sempre. No es va presentar. El vaig trucar repetides vegades i res. Tampoc va respondre els dies successius. Vaig anar al seu pis. Ningú sabia res d’ell, no l’havien vist més. La policia també va ser alertada. Les coses del seu apartament estaven intactes i el seu llit sense desfer.


Passaren unes setmanes i vaig pujar fins el circ. No hi havia res on acamparen els forasters, només un objecte pesant i fosc, com una pedra. A sota d’ella, però, es podien llegar unes lletres gravades que deien “Adéu amic meu. He marxat a un lloc molt millor que no et pots ni imaginar. L’únic que no hi ha son cerveses, però ja no em fan falta. Arreveure!”



Laia



viernes, 23 de octubre de 2015

MAR NEGRO


TRAMUNTANA

Surto al balco i miro el mar
En veure` m la tramuntana surt del  aigua
I es fica sota la meva camisa entre les cames,
Sento com em penetra, tota ella m`envolta
M´enlaire i a la fi m´aixeca amb força.

Tramuntana gelosa. Gelosa tu de qui?
D`aquesta mar tan negra i odiosa?
Que t´amaga i no et puc veure,
Que et crido i no m´escoltes
Tramuntana trapella. Tramuntana gelosa
Vine vora la negra mar, dona´m la teva aigua dolça.


Lola


MARES
Cierro los párpados y abro los ojos. El agua fluye, las olas danzan, su murmullo me lleva. Nado por los cincuenta y siete mares del planeta sin pisar tierra; llego al Mar Negro donde la luz se rompe y puedo ver colores que no existen

Marta Albricias




HOGAR DULCE HOGAR
El Minotauro, al fin, dio con la salida del laberinto. Quería escapar de aquella isla, pero no se fue inmediatamente, aguardó a una noche cerrada. Entonces se deslizó en silencio, nadie descubrió su fuga.
Cuando llegó a la playa, su ánimo vaciló ante los rugidos de aquel mar negro. Tropezó con una pequeña barca, la empujó al agua y se subió.
Era imposible dirigir aquel cascarón, ni decidía ni distinguía a donde iba. Se hallaba en manos de una fuerza ciega y superior a él. Jamás se sintió tan vulnerable, tan desvalido, la angustia le dominó. La barca fue a dar contra un acantilado y el Minotauro probó el amargo sabor de aquellas aguas. Chapoteó desesperado hasta que se aferró a una roca. Se despellejó en aquel peñasco batido por el mar, pero sus brazos no se soltaron. Como pudo, se encaramó en la roca e inició la escalada.
Una vez arriba, corrió hasta ganar el laberinto que le era familiar. Que confortable le pareció su antigua prisión, sin duda era mucho mejor que el zarandeante mar negro.


Felipe Deucalión




MAR NEGRO
Y el mar azul celeste y verde esmeralda se volvió negro.  No como el negro brillante de la amatista, sino como un magma espeso de olvido, de penas, soledad, desarraigo, nostalgia de un pasado al que nunca regresaría. 

Ngombu había surcado selvas y desiertos.  Había sorteado peligrosas situaciones, siempre animado por su objetivo:  Iba en busca del país de la felicidad.  Le habían dicho que existía al acabarse la tierra. Y se puso a andar y andar y andar, hasta que llegó delante de una masa de agua y  tras entregar todo el dinero que había podido acumular, tomó la barca con otras muchas personas que llevaban el mismo rumbo: el país de la felicidad.

Creyó que ese país empezaba allí mismo, a juzgar por los tonos azules como el cielo y verdes como la esperanza que el mar mostraba.  Pero llegó la tormenta, la barca zarandeada de delante a atrás, de lado a lado,  sálvese quien pueda, la barcaza vuelca,… Ngombu nada como un loco en medio de un mar negro y tempestuoso.  Un barco grande aparece y se consigue salvar a una docena de personas que al amanecer son abandonadas a su suerte en la arena de una playa.

Ngombu despertó mojado en la arena, temblando de frío.  Supo que su sueño azul celeste y verde esperanza había sido invadido por otro negro y lleno de espinas, un negro mar inhóspito del que tendría que protegerse siempre buscando los pequeños oasis azul celeste y verde esperanza que le condujeran a momentos cálidos.


Mariajes




MAR NEGRO
La noche era muy oscura, no había luna. Estaba al borde del precipicio y oía golpear las olas en las rocas, muy abajo. El mar era negro, tan negro que apenas se distinguía. Las piernas me temblaban y estaba a punto de saltar al vacío. Una imagen fugaz pasó por mi cabeza, y me lancé hacia adelante, agarrándome como pude a las ramas que salían de la pared. Era mi última oportunidad, y pensé que no resistirían, pero no fue así.
Desde arriba se oían voces de soldados y motores de coche. Me estaban buscando. Había sido descubierto cuando pasé la información de la posición del enemigo a mi contacto. Si me veían agarrado precariamente al tronco de la pared, era hombre muerto.
Pasaron unos segundos y ni siquiera respiré. Increiblemente miraron hacia abajo, y no me descubrieron. El mar era negro, la noche también, pero la posibilidad de ponerme a salvo, era escasa.
Cuando ya no los oía, pensé que se habían ido, y empecé a subir por la pared. Era difícil, pero no podía hacer nada más. Grandes gotas de sudor, caían por mi frente, y mis manos heladas, se agarraban al más pequeño saliente. Podía caer en cualquier momento. 



Afortunadamente llegué hasta arriba y no habían dejado a ningún soldado vigilando la zona. La oscuridad me beneficiaba, y me interné en el bosque. A lo lejos veía las luces de los coches que se movían por el camino, entre los árboles. El frío me entumecía las extremidades, pero tenía que moverme si quería sobrevivir.

Me fui por donde había venido hacia la casa de mi contacto. Como ya la habrían inspeccionado, me pareció seguro volver a ella.
Mi contacto, de nombre en clave: el gato, me dijo que en un par de horas anclaría delante del acantilado un carguero que me llevaría al otro lado de la frontera. El problema era que me estaban buscando por el lugar y no dejarían de hacerlo hasta encontrarme. Eran muy perseverantes.

Me invitó a tomar algo fuerte, de una botella que tenía guardada, y llegado el momento, salimos de la casa en dirección al acantilado.
Sobre el mar oscuro había un barco con las luces apagadas, esperando. Pero era complicado llegar hasta él. El gato me llevó hasta el borde del precipicio, y me mostró unos escalones minúsculos en la roca. Parecían tan solo agujeros para poner los pies y las manos. Empecé a bajar concentrándome mucho, y el hombre se despidió de mi desde arriba. Cuando ya había descendido más de la mitad de la pared, los escalones se acabaron. No me quedó más remedio que dejarme caer al agua, desde una altura considerable.
Una vez en el mar, mientras intentaba alcanzar a nado el carguero, unos focos me iluminaron y los soldados empezaron a dispararme. Me habían localizado.
Recordé los entrenamientos a los que me había sometido, y me sumergí tan profundamente como pude. Las balas entraban en el agua y las veía envueltas en burbujas.
Alcancé el barco y me lanzaron una cuerda que agarré y fui izado. Los disparos no cesaron y la nave se alejó de tierra muy rápidamente. Me dieron enseguida, te caliente y ropa seca. El capitán cuando me vio me dijo:
-Ya nos habían avisado de su presencia. Nuestra red ha funcionado. Gracias a usted, no van a salirse con la suya. Le felicito.

El barco dejó la costa atrás y el mar negro nos acompañó por esta vez.
               
Lali





viernes, 9 de octubre de 2015

ROJO PASIÓN



PRIMERA VEZ EN TRANSILVANIA
Se despertó grogui; pensando que todavía estaba en el sofá de casa de sus padres, cuando se dio cuenta de que no era así. La habitación era oscura sólo una tenue luz traspasaba la cortina tiñendo la estancia de color rojo pasión: su color de pintalabios favorito y que tanto favorecía a la eterna palidez de su rostro.

No sabía la hora que era. Un regusto a sangre le inundó la boca y supo que no era la suya; los colmillos le brillaban con pasión.


Marta Albricias




ALEGRÍA
Hay quien toma el té como ritual pero ella prefiere pintarse los labios estudiadamente delante del espejo. Todo el mundo la crítica y a poca gente gusta. Yo soy joven y a veces me resulta pesada pero pienso que me gustaría tener su cuerpo cuándo llegue a su edad. Ni tan siquiera recuerdo el color de su lipstick pero si su imagen en el espejo. 

Pasan los años y a mi me continúa sin gustar el lipstick rojo pasión y cuando utilizo tanga lo elijo del mismo color de mi ropa. Ella prefería combinar negro y blanco. Su color nadie sabe cual es pero no transmitía aparentemente pasión sino azul hielo. Ironías de la vida, a mi el rojo se me desborda desde dentro y ni tan siquiera me preocupo de pensar si lo demuestro o no. Rojo pasión, entre otros y otras me enseñó que el deseo no tiene edad ni dueño.

Dedicado a alguien que me ayudó a reír y cambiar durante un año


Susana





UN SORBO DE ROJA PASIÓN

El señor Conde observaba cómo crecía Elisenda, cómo se desarrollaba. Anotaba en una libreta cada una de sus transformaciones. En su imaginación prefiguraba a la joven que llegaría a ser. Por lo demás, su trato con la muchacha era distante y discreto.

Pasaron los años. Por fin, Elisenda era una esplendorosa doncella. Su padre solicitó la inclusión de la chica en el baile de primavera, como correspondía a las mocitas casaderas. La solicitud fue aceptada, Elisenda encargo un vestido adornado con tul.

La noche del baile, el señor Conde se entretuvo acicalándose, la ocasión lo merecía. En el salón, Elisendadanzaba entre los brazos de Leandro, el hijo del carbonero. La entrada del Conde fue sigilosa. En un descuido de Leandro que fue a por bebida, tomó a Elisenda del brazo y la condujo a su carruaje

No pudo esperar a llegar al castillo. Con el traqueteo, la joven se recostó sobre el pecho del señor Conde. El pálido cuello quedó al alcance de sus incisivos, los clavó y brotó la roja pasión que sorbió con deleite.


Felipe Deucalión




ROJO PASIÓN
Aquel día, no tenía ganas de ir a ningún sitio en especial. Me levanté de la cama con gran esfuerzo. No hacía otra cosa que pensar en ella. Aquella mujer con la que había pasado un año maravilloso, se había marchado de mi lado sin dejarme nada más que un pintalabios rojo pasión, olvidado en un cajón de la cómoda. El recuerdo de sus labios rojos me volvía loco. Cogí el pintalabios y me lo metí en el bolsillo de la americana. 

Caminaba sin rumbo fijo.  Sin darme cuenta, me hallaba ante la entrada de Sephora. Apretando con mi mano en el bolsillo el pintalabios, entré en el portal, bajé las escaleras y me dirigí a la zona de las barras para labios. Estuve buscando aquel color que me sugestionaba tanto, ese rojo intenso como un vino denso.

Detrás de mí oí la voz de una chica que me decía ¿Puedo ayudarle en algo, Señor?  Me giré, y allí estaban unos labios rojos pasión, la miré a los ojos y me zambullí en aquellos ojos azulados, como en un éxtasis.  La voz insistió: Señor, ¿se encuentra bien? ¿Necesita que le ayude? Cerré los ojos para desengancharme de aquel hechizo y volviendo al mundo real le contesté: Sí, ¿por favor, me puede vd. Ayudar a conseguir unos labios como los suyos? La joven se rió y me respondió: Desea usted un pintalabios para para su novia? No, no tengo novia, pero si me ayudas a elegir un pintalabios del color que tu prefieras, quizás te apetecería tomar un café conmigo…


Lola Ruiz Jurado



viernes, 17 de julio de 2015

RELOJES PARADOS / RELOTGES ATURATS





GSM
-¡ El siguiente ¡ Apellido
-Rolex
-Años en el paro
-Uno
 Curriculum excelente. Marca indiscutible. Señor reloj lo siento. Las Iglasses están siendo más utilizadas que usted por los consumidores de lujo. Intentaré referenciarle por sus credenciales como asesor en un        museo en Londres.
- ¡ El siguiente ¡
-Casio
Curriculum: precisión, tecnología y fiabilidad. Veamos que puedo hacer porque los pulsometros digitales       han invadido las muñecas y brazos de los deportistas. Intentaremos enviarlo a Andorra donde quizás un         jubilado comprador le de empleo.
-  ¡El Siguiente!
-Swatch
Curriculum: divertido, marketing excelente. Veamos los teenagers ya tienen Iphone para mirar la hora. Bien quizás le encontremos algún hueco para los niños por debajo de siete años que aún no tienen móvil adquirido.

Señores y señoras relojes procedan a anotar sus nombres en esta lista para que les pueda atender mañana. 

Y así tristemente empezaron a escribir sus nombres: Omega, Tissot, Seiko, Cartier, Lotus, Citizen, TagHeuer, Bulgari y Viceroy.


Susana




GRUPO DE GENTE AL SOL

Cada tarde de domingo la dedicaba a visitar a su tío en la residencia donde éste estaba ingresado.

Eran unas visitas con frecuencia tediosas para el joven.  A veces entretenía a su tío jugando con él al dominó.  Otras, cuando su tío estaba más hablador, intentaba recabar información sobre navegación,  de lo cual su tío había sido un experto, con la esperanza de poder navegar en la barca que posiblemente heredaría. 

Ultimamente su tío estaba muy poco activo mentalmente y las tardes del domingo transcurrían en una escena de abuelitos bien arreglados, sentados al sol, con las miradas perdidas hacia el infinito.  Era como si el tiempo se hubiera detenido para todas esas personas excepto para el sobrino, que, sentado también, devoraba las páginas de un libro de barcos.

Por fin llegó el día soñado.  El día en que la barca era suya y podría navegar.  Tras realizar todas las revisiones y reparaciones mencionadas en el manual, se dispuso a zarpar mar adentro.  Tan ansioso estaba de verse rodeado de ese mar de dimensiones infinitas, que no reparó en que se había anunciado un temporal.  Tras dos horas de placer de verse manejando su velero que se deslizaba con el impulso de un suave viento,  el cielo comenzó a agrisarse.  El azul del mar también se estaba haciendo gris, y después negro.  Tendría que darse prisa para regresar a la costa.  Arrió velas, encendió el motor y tras muchos esfuerzos logró cambiar la dirección para dirigirse a tierra.  Pero el viento aumentó repentinamente, las olas eran de varios metros, el cielo ya casi negro y la lluvia, torrencial entre truenos y relámpagos.  Sintió miedo.  Intentó pedir ayuda con la radio, pero ésta no funcionaba.  El agua inundaba la barca que se inclinaba de un lado y de otro, fue lanzada a la deriva hasta chocar con unas rocas. El joven se vió en el agua, nadando como podía y sin poder ver hacia dónde se dirigía, hasta que agotó sus fuerzas.  Era de ya de noche, tenía mucho frío, y el temporal continuaba.  Supo entonces que iba a morir.  Perdió su miedo, recordó a los abuelos del geriátrico con las miradas perdidas en la atemporalidad, y descansó en paz.


María Jesús (Mariajes)



RELLOTGE ATURAT

Les estances estaven mig en penombra, les grans finestres tapades per unes cortines grogues espeses, deixaven passar una llum tènue. Els mobles coberts amb roba blanca, semblaven fantasmes. Però el que més em cridaval’atenció, és la quantitat de rellotges que hi havia a cada sala. En alguna d’elles vaig veure’n fins a tres, molt treballats i amb ornaments i figures, que feien veure que els aguantaven. Però tots estaven aturats. 

El temps s’havia parat en aquelles cambres. Jo anava ambl’uniforme de vigilant del palau. M’havienen carregat, juntament amb el meu company, que retirés les fundes dels mobles de cada sala i obris totes les cortines, per deixar-ho a punt per a  la visita dels turistes, l'endemà.

Era un palau preciós que havia estat tancat per obres feia un any. Per fi s’obria al públic i jo era la guarda vigilant que feia que els visitants no traspassessin elscordons, ni toquessin les obres d’art. En aquell lloc, s’havien celebrat festes i banquets molt importants, dos segles enrera.

Però els rellotges estaven paralitzats. Anava recorrent les habitacions i em vaig quedar glaçada: tots ells marcaven la mateixa hora, les onze de la nit. Pensava, qui ho hauria posat així.

El dia següent a les nou del matí vam obrir. Ja feia estona que a l’exterior s’havia format una cua llarguíssima de visitants. Moltes persones de diferents països, volien veure el palau.

Jo, vestida amb l’americana i pantalons reglamentaris, tenia cura que ningú toqués res.

A migmatí va entrar un grup amb la guía d’espanyol. Vaig seguir-la una estona i va dir molt misteriosament que l’última persona que hi visqué, va ser el marquès. La seva dona moria sense donar-li un hereu, i ell va tenir amors amb una noia del poble, que va tenir un fill seu. Quan ella li digué que volia que l’ajudés en la manutenció del nen, ell si va negar. La va fer fora de la vila, i va dir a tothom que no la coneixia. Ella el va maleir, i així fou com als tres dies va morir d’un mal desconegut, al vespre després de sopar. L’endemà el van trobaramb un rellotge a la mà. Marcava les onze de la nit. Era llegenda o realitat?

Laia


RELLOTGES ATURATS
El meu amic l’inspector Laertes i jo, havíem rebut una notificació del inspector de la policia de Girona, que ens assabentava de que tenien noves dades sobre el nostre antic i psicòpata amic el Doctor Ribó, que ja sens havia escapat varies vegades. Es veu que continuava amb els seus experiments de genètica, i aquesta vegada estaven desapareixent del carrer dones en situació de pobresa i exclusió social, no més grans de 40 anys, pel que l’inspector Queralt, qui se’n recordava del cas que havia sortit als periòdics de l’ ADN modificat, es va posar en contacte amb el meu amic Laertes, per invitar-nos a fer-li una visita i posar-nos al corrent, per que hi havia una clara correlació entre els dos casos. Els serveis socials, havien donat l’alarma dels casos de les dones desaparegudes.

A primera hora del matí, vam agafar el regional cap a Girona. Ens esperava un viatja de dues hores, així que vaig portar-me el joc d’escacs de viatja que tenia a casa. Sempre m’he preguntat, que el meu amic Laertes, essent tant enginyós i intel·ligent, no em pogués guanyar quasi mai a aquest joc.
En arribar a Sant Celoni, ja ens vam adonar de que hi havia quelcom que no rutllava. El tren va començar a anar cada vegada més a poc a poc i de tant en tant s’aturava.  Vam preguntar al revisor si era normal aquestes aturades, i ens va dir que no, menys encara en un dia laboral com aquell dia, i que no tenia coneixement de cap incidència.

Laertes va trucar pel mòbil a l’inspector Queralt de Girona, i li va comentar el que passava. Això feia olor a socarrimat, em va dir en Laertes. I tenia raó, perquè tot d’una el tren es va aturar a l’estació de Maçanet-Massanes, i d’allà no es movia. Laertes, va anar a buscar al revisor que estava a l’altra punta del vagó i van parlar amb la central, per veure què hi  passava. Tothom estava aterrit a la central, perquè els rellotges que donen la sortida als trens de l’estació de Maçanet-Massanes, s’havien aturat i no entenien perquè, i els tècnics estaven treballant a dojo, perquè s’apropava a la via un tren de Alta velocitat i col·lidiria  amb el tren on anàvem nosaltres cap a Girona. Laertes, va estar parlant pel walkie-talkie amb el cap de la central, i tot d’una ens diu al revisor i a mi que l’acompanyem fins a 200 m. de l’estació on hi havia un canvi d’agulles antic, però que per sort encara va funcionar, just a temps al mateix moment que  l’avant ja estava a sobre nostre. Tot i que el conductor de l’avant estava avisat per la central del que hi passava, aquests trens triguen a reduir la marxa bastant més que un tren normal, pelque tot i que no anava ja a gran velocitat, hagués estat un desastre la col·lisió a l’entrada de l’estació.


Ara ja estaven més que segurs  de que el nostre psicòpata Doctor, s’havia declarat en enemic número ú nostre. Naturalment vam prosseguir el viatge  fins a arribar a Girona, i trobar-nos amb l’inspectorQueralt, encara que Laertes sabia molt bé que Ribó ja hauria volat d’allà en assabentar-se que havia fracassat el seu pla.

Al dia següent, l’inspector Queralt ens va trucar per comunicar-nos que havien estat trobades les dones desaparegudes en bon estat, i que ens passaria un informe complert de totes les declaracions que fessin.


Lola Ruiz Jurado.




viernes, 3 de julio de 2015

LA RUEDA



LA RUEDA DE LOS INDIOS VOLADORES
Una vez más los cuatro se lanzaban al vacío cabeza abajo, sujetos por un pie con cuerdas atadas también al palo volador.  Los cuatro indios nahuas, vestidos con ropa vistosamente coloreada, formaban una estrella de cuatro puntas que giraba alrededor del palo dibujando en el cielo una rueda cuyo diámetro iba en aumento cuanto más se acercaban a la tierra.  

Llevaban dos años de sequía.  Esta vez trajeron un tronco altísimo para realizar el ritual de la fertilidad.

Nadie se percató de que una mujer de la tribu había osado tocar el palo volador.  Ella no había dicho nada, por supuesto, evitando así ser culpabilizada en caso de otro fracaso del rito.

A uno de los cuatro indios de la rueda se le aflojó la cuerda que ataba su pie y salió despedido por el cielo con dirección a la nada, a su final –pensaron todos.  Pero cuál sería su sorpresa cuando no solo no se estampó contra el suelo sino que su  ligero cuerpo flotó y planeó el tiempo suficiente para ir a aterrizar encima de un nopal.

Todos quedaron boquiabiertos.   Y sus bocas se abrieron más aún de la alegría al oír la fina lluvia que por fin descendía sobre ellos, y que se instalaría durante el tiempo suficiente,  a pesar de la falta de rigor en la realización del rito.

María Jesús (mariajes)



RODAMÓN
Volia conèixer una nova manera d´entendre la vida, tenir la certesa de què el món és bonic i sobreviure enmig dels caos manipulats i les crisis creades; no volia haver de demanar-me a tota hora si té sentit l´existència. Vaig decidir cercar l´essència de tot dins cultures diferents i perdre´m a poc a poc, caminant per l´asfalt i per camins. Vaig tancar els ulls i amb un sospir vaig fer rodar el meu dit sobre un mapa del món. Vaig escollir el moment precís per posar-ho damunt el paper; vaig obrir  els ulls impacient i vaig descobrir el meu destí: el Sàhara. 
– Avui la vida em parlarà en àrab. El color del cel es confondrà amb els carrerons d´un poblet del nord. Veuré noves formes, nous rostres, noves maneres de mirar. No sé si sabré viure en aquesta terra, tanmateix sento la necessitat de respirar més profundament, xuclant cada minut com si fos l´últim.

Al Sàhara s´atura el temps. Aquí puc entendre l´infinit, la blancor i el silenci. Sempre havia pensat que enmig del desert sentiria la necessitat de cridar de eufòria: m´equivocava. Només volia callar; callar amb la boca mig oberta i respirar la serenor des de aquí fins al final.

Caminaré amb fermesa, continuaré el meu rumb, no sé cap on encara, abraçant els meus somnis per a no oblidar-los.

Marta Albricias




LA RUEDA
Para él todos los días eran iguales. A la salida del sol se levantaba y cuando había desaparecido
la luz, se acostaba. La rueda del tiempo no dejaba de dar vueltas. Las semanas sucedían a los días, y los años pasaban inexorables, sin detenerse ni un solo segundo. Su vida formaba parte de un engranaje, que no fallaba nunca. En cada estación desempeñaba los mismos trabajos, que había aprendido antes, de su padre. Preparaba la tierra, sembraba y recogía la cosecha. Sólo una vez al año bajaba hasta el pueblo con su carreta para vender sus excedentes y comprar algunas cosas. No se relacionaba con nadie, y por ello su fama de viejo huraño y extraño crecía, y era motivo de habladurías. Sólo conoció a su padre, muerto hace años, que había vivido de espaldas al mundo.
Al estallar la guerra en el país, su vida transcurrió como siempre. Las campanas lejanas del pueblo, que anunciaban la presencia del enemigo, eran las únicas que perturbaban su soledad.
Pero una noche, se despertó al oír unos golpes en la puerta. Los perros no ladraron, y bajó escaleras abajo para averiguar de qué se trataba. En la entrada encontró un joven en el suelo, ensangrentado, que le pidió auxilio. Era un soldado enemigo. Había dado sus últimos restos de comida a los animales para que no lo atacaran. Él lo llevó a casa y lo acomodó en un camastro.
A las pocas semanas estuvo casi recuperado y se incorporó.
Durante su convalecencia, los dos hombres no habían hablado ni una sola palabra. Mientras, la rueda del tiempo giraba impasible.
Vivieron en paz a pesar de haber nacido en bandos diferentes.
Un día como los anteriores y ya en avanzada edad, el anciano no despertó y el joven lo enterró, con gran pena.
El verano siguiente, bajó al pueblo a vender parte de su cosecha. Nadie le preguntó quién era. La guerra ya había acabado, y los vecinos se preocupaban de su supervivencia inmediata.

Los años pasaron y el hombre solitario siguió en el mismo lugar, como si esperara el próximo relevo.

Laia 



LAS RUEDECITAS
Estos estúpidos policías se creen que los agentes del C.N.I tenemos un carnet, como si ser agente secreto fuera igual que ser socio de un club de fútbol. “¡Acredítese!”, me gritaban. Ya he visto yo que no estaban dispuestos a creerme, así que me he limitado a decirles mi nombre, rango y servicio al que estoy adscrito, “Iniestrilla, agente especial de la Sección de Control del Tráfico de Armas Nanotecnológicas”, les he repetido imperturbable una y otra vez.

Ellos se exasperaban ante mi sangre fría, “¿por qué quería robarle el portátil a aquel caballero?”, me preguntaban con insistencia. Tendría que estar loco, para haberles revelado a estos ineptos policías, que llevaba semanas siguiendo a “aquel caballero”, que en realidad es un peligroso traficante de armas, que por fin hoy, en el inacabable trasbordo de metro de Paseo de Gràcia, he visto como le pasaban un móvil, en el que se ocultan los planos de una secreta y destructora arma, que yo no quería robarle el portátil, que ha sido una maniobra de distracción, con el objeto de provocar una pelea, para quitarle el móvil, el cual ahora está a buen recaudo en mi bolsillo. No les he dicho nada, Iniestrilla está entrenado para soportar los más feroces interrogatorios.

Estos torpes agentes de la ley no saben quién soy yo. No conocen aIniestrilla cuando se pone en plan vengativo. No pueden ni imaginarse el infierno que se les avecina por interferir en mi misión. Si es que ya lo tenía acorralado contra un anuncio del eterno pasillo de trasbordo. “¿Qué hace usted, hombre de Dios?, deje el portátil, ¡haga el favor!”, me decía el traficante, víctima de mi hábil estratagema y ¡zas!, en este momento, han tenido que intervenir estos aficionados, confundiéndolo todo y llevándome detenido.

Mi situación es crítica, no desesperada, aún puedo usar mi mejor arma, mi cerebro. Solo tengo que poner en marcha las ruedecitas de mi máquina de pensar y tendré un plan para fugarme de esta celda. Sin embargo, esta luz cenital que no puedo apagar ni dejar de ver, aunque cierre los ojos y me dé la vuelta, me perturba, no me deja concentrarme “¡Guardia esa luz, coño!”

Ahora sí, han apagado la luz y las ruedecitas de mi cabeza pueden maquinar un plan liberador. Si es necesario, me haré el invisible, como hago para no tomarme la medicación.

Felipe Deucalión


viernes, 19 de junio de 2015

IMÁGEN

 





ODA AL ÁMBAR

Ámbar déjame que te agradezca:

Entre el rojo y el verde, avisas, adviertes...anticipas

y con tus intermitencias, premonizas  giros, zanjas, socavones, vallas...

Amigo de sirenas vences el pulso al tiempo, cada vez que éste juega en nuestra contra.

Oh! tú, ámbar.....precavido entre los precavidos! que brillas entre la niebla iluminando caminos sin eclipsar estrellas, reluciendo entre los ocres.

Oh! tú, ámbar, gema orgánica, milenaria resina; deja que tu belleza luzca también en mi efímero cuello

Ámbar...déjame que te agradezca !

Marta Albricias




AL HÉROE DESCONOCIDO
El ingeniero británico J.P. Knight propuso instalar un semáforo, a imitación de las señales ferroviarias, para regular el tráfico en las calles. Así, el 9 de diciembre de 1.868 se instaló en el exterior del parlamento de Westminster el primer semáforo de la historia.

El invento de J.P. Knight, al no ser automático,requería que alguien lo manipulara. Pusieron a un policía para tal menester y desgraciadamente una filtración de gas de uno de los focos provoco una explosión que hirió de gravedad o causó la muerte del policía. Este suceso hizo que se abandonara por bastante tiempo el proyecto de J.P. Knight.Tales son los hechos que registra la historia. 

Sabemos quién fue el ingeniero que tuvo la idea, pero no sabemos nada del pobre policía. No conocemos su nombre ni si tenía familia ni si era joven o viejo. Es más, ni siquiera sabemos si murió o quedó mal herido.

¿Cuántos héroes involuntarios del progreso hay como el policía que accionaba el primer semáforo de la historia?

Felipe Deucalión






SEMAFORO EN AMBAR                   

En aquel momento, su vida era como un semáforo en ámbar, pasaba o se quedaba,  subía o bajaba. Se lo jugaba  todo a una carta, o renunciaba a su sueño.

Sólo unos segundos, el tiempo reglamentario de la luz amarilla, para decantarse a un lado o a otro. Su decisión podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte.  Era un momento crucial. Sus compañeros de viaje tenían que escoger también por si mismos. El semáforo ámbar era para todos pero la elección era individual. Cada uno tenía que decidir su propia suerte.

La mañana había sido radiante, pero repentinamente el cielo empezó a taparse. Fue tan rápido que pronto no quedó ni un pedazo azul, y empezaron a caer los primeros copos de nieve levantándose un viento huracanado. Estaban sólo a doscientos metros de la cima, y esta era su oportunidad de llegar a ella, quizá la última de la temporada. Si bajaban al campamento base, puede que ya no se volvieran a presentaran las condiciones de aquel día, y si seguían adelante podían morir por la tormenta o quedarse sin fuerzas para el descenso desde la cima.

El decidió pasar el semáforo y se encaminó hacia la cumbre. Sus compañeros abandonaron el intento.

Ahora que escribo estas líneas sé que lo logró. Fue uno de los pocos alpinistas que coronó el pico aquel año, y volvió para contarlo.

Laia



INDECISION
Iba con el tiempo muy justo para tomar el avión que la llevaría a su país de origen, adonde regresaba tras duros años de trabajo, convertida ya en persona adulta.  Donde todos se alegrarían de verla y la admirarían. Donde se sentiría importante después de tanto tiempo viviendo en el anonimato de un gran ciudad extranjera.

Al ir a cruzar a la otra acera el semáforo pasaba del verde al ámbar.  ¡Qué dilema! Cruzar con decisión o esperar con cautela.  ¿Y si esto fuera una señal ‘–pensó-, una señal de que quizás no deba tomar ese avión.  En la tierra de su infancia y adolescencia quizás ya nadie la reconocería, nadie recordaría su nombre.  Y cuando se identificara, quizás a nadie le importara demasiado su suerte.

Y el ámbar dio paso al rojo.  Debo ir de todos modos –pensó-.  Quiero volver a casa.

La luz del semáforo volvió a pasar del rojo al ámbar. Sus piernas temblaban y decidió esperar a cruzar totalmente fuera de peligro.  El ámbar intermitente no volvió a cambiar al verde,… y perdió el avión.

Maria Jesús (MaríaJes)




EL MISTERIOSO CASO DEL SEMÁFORO EN AMBAR
Estaba con Artal en el despacho cuando oímos un gran golpe. Nos asomamos por la ventana y en el cruce estaban dos coches que habían chocado uno contra el otro.

Bajé corriendo a la calle mientras Artal llamaba a la policía.
Me acerqué al lugar de los hechos y ví que un coche de color gris que bajaba por Muntaner había chocado contra el morro de otro coche blanco que venía por Mallorca en el cruce. La pareja que iba en el coche blanco, seguían dentro, aturdidos, los airbags habían saltado. Me acerqué al otro coche que estaba con las puertas abiertas, ni rastro del conductor, pero en el asiento de atrás había un hombre bien trajeado que no se movía. Me acerqué para observarlo, y para mi asombro tenía un disparo en la sien.

En ese momento llegó mi amigo el inspector……. Y acordonó la zona, preguntándome si había tocado algo. –Naturalmente que no!- le contesté. Y me marché junto a Artal.
Artal, le dije, este es un caso para la policía, porque todo parece indicar que “la cosa nostra” llevaba un fiambre y tuvo la mala suerte de saltarse un semáforo en ámbar, y el coche blanco le embistió, por lo que tuvieron que salir corriendo dejando el coche abandonado con el fiambre dentro.
->Pero, pero Laertes, todo eso en solo 2 minutos que has estado ahí?-
- Artal, deduzco que ha sido la mafia porque a los del coche blanco no les ha pasado nada, y sim embargo no se han movido del coche. Cuando los ví, tenían una cara de pánico, por lo que debieron ver salir corriendo al conductor y los que le acompañaban, que seguramente salieron con pistola en mano. De ahí sus caras de terror.

Y el disparo era un disparo limpio en la sien, obra de especialistas.
Pues le deseo suerte al inspector………. Le respondió Artal, porque ya sabemos que ese cadáver pronto se va a perder en el depósito, y nadie va a saber nunca que fue lo que pasó.
Correcto mi querido Artal, venga vámonos a seguir con el caso que teníamos entre manos, que cada vez hacienda nos lo pone más difícil……..

Lola Ruíz

viernes, 5 de junio de 2015

FUEGO


SOMOS TÍMIDOS
A veces lo disimulamos. Solemos observar, actuar en la trastienda, sacar conclusiones aventuradas y a veces inciertas por la estupidez de no preguntar abiertamente. Por mucho que queramos no podemos prever nuestro mayor defecto o virtud: el fuego imprevisto interno que sonroja nuestra piel. Surge en las peores circunstancias, cuando menos lo deseamos y cuando menos nos conviene. Sobre todo cuando mentimos y por honestos no podemos controlar los efectos psicológicos de la desfachatez. También cuando nuestra sensibilidad se altera. El fuego nos traiciona sonrojando nuestras mejillas, o nuestros oídos, manos o nucas e incluso a veces el ardor interno de nuestro disimulo no cumplido nos provoca salpullidos diminutos entrañables. En definitiva, quedamos pocos fogosos en el mundo actual polar de frialdad, pero hay algo cierto, que los tímidos ardientes somos sorprendentes, exclusivos, indescifrables y aventajados aunque no lo parezca.

Susana



EL HECHICERO
Cada vez es más difícil reclutar jóvenes para custodiar el fuego sagrado. La mayoría lo considera una tarea absurda. En la actualidad, dicen, todos conocemos la magia que hace brotar fuego del frotamiento de un palo con madera seca. Si se apaga, se vuelve a encender.

No han entendido nada. Se creen que dominan el fuego y no se dan cuenta de que ellos son fuego, de que cada uno de nosotros somos fuego. Por eso morimos cuando nos abandona el calor de la vida, porque se nos escapa el fuego interior que tenemos mientras estamos vivos.

El fuego que cayó del cielo nos recuerda que fue un regalo de los dioses, al igual que la vida. Además, es el vínculo que nos une a nuestros antepasados. Nos dice quiénes somos, somos la tribu del fuego sagrado.

¿Cómo va a ser inútil la tarea de mantener vivo el fuego que cayó del cielo? En realidad es la tarea más necesaria y más noble a que puede dedicarse un ser humano. Ahora, a ver si encuentro algún muchacho que quiera ser mi aprendiz.

Felipe Deucalión


ESTA ES LA HISTORIA
Esta es la historia de un fuego.
Esta es la historia de un fuego que aprendió a arder.
Esta es la historia que ardió y así, le descubrieron.
La historia de un fuego que nació salvaje y sobrevivió.

La historia de un fuego que dio luz y calor, que defendió y que protegió.

Esta es también la historia de un fuego temido.
La historia de un fuego que destruye a su paso.
Un fuego que sabe como sembrar la devastación.
La historia de un fuego que aterra.

La historia de un fuego que reina en las trincheras.

Esta es también la historia de un fuego que hornea los panes.
La historia de un fuego que logra dorar suculentos asados
El mismo fuego que proclama campeones, que une a los amantes; un fuego que un buen día le dio nombre a una danza, que reúne, que festeja.

Este, es el triunfo del fuego
Esta es la historia

Marta Albricias



LA MAÑANA SIGUIENTE
Arnau desde su habitación escucha a su padre exclamar - ¡que horror, estos jóvenes deben de pagar bien caro su salvajada-, su padre a menudo lee el periódico de la mañana y hace comentarios en voz alta de las noticias para que lo oiga su madre, mientras ésta prepara el desayuno, -mujer oye esta noticia:

“Tres jóvenes, uno de ellos menor de edad, han sido detenidos acusados de la muerte de una indigente a la que prendieron fuego tras rociarla con un disolvente en un cajero automático donde dormía, en el distrito barcelonés de Sarrià-Sant Gervasi”.


-¡no hay derecho-, continuó el padre, -para colmo sucedió en nuestro barrio, que les pasó por la cabeza , deben ser unos desadaptados, sin buena familia, sin educación, sin, sin sin….


El chico siente un hilillo frío que le recorre la espalda, le produce mucha turbación el comentario, -joder, si supieras papá. En su mente pasan escenas de, discusión, golpes, súplicas, olor a disolvente, fósforos, fuego, humo, gritos, espantosos gritos. Luego correr, mucho correr…


-¡Hijo levántate!- lo apura la madre -ven a comer, ya tienes el desayuno listo y se te está haciendo tarde para ir al colegio.


Con el de carrusel de imágenes en la mente, con un sentimiento de culpa mortificándole, se viste lentamente como si no pudiera levantar los brazos. Va al comedor se sienta en la mesa, esconde la mirada y con aspecto sombrío desayuna, el papá le pregunta si oyó su comentario, contesta afirmativamente con un movimiento nervioso de la cabeza, se levanta, recoge la mochila, le da un beso rápido a su madre y se va corriendo para el colegio, cuando ya está por cerrarse la puerta escucha el grito de la madre – ¡hijo pórtate bien y cuídate en las calles hay mucho peligro!, y el aprieta en el puño de su mano la cajetilla de los fósforos que lleva en el bolsillo del pantalón.

Jesús