lunes, 29 de marzo de 2010



SOLO QUEDA…

Uh uh uuuuh, creo que esto es lo que hacen los fantasmas. Ululan porqué son almas en pena.
Nadie me ve, nadie me oye, nadie…. Me siento en la silla, como cada tarde, esperando a mi hija que vuelve de la escuela saltando y riendo. Una vez más, cuando intento abrazarla se me escapa entre las manos, mis besos los recibe la nada, mi voz es sólo para mí.
No quiero marcharme, ni puedo quedarme.
Uh, uh, uuuuh, sólo me queda este lamento interno. Diría que sale del fondo de mis huesos, pero ya no tengo.
Ginebra

IMAGEN EN MI MENTE

Era una tarde de domingo, la clásica tarde de quedarte en casa…y, no saber muy bien qué hacer. El cielo estaba gris, no hacia frio, pero no era un día agradable. Tenía que cocinar , planchar, pero no me apetecía hacer nada. De repente sonó el tlf, era una vieja amiga de la universidad, después de charlar un rato con ella, me acorde de aquellas fotos antiguas que teníamos juntas, y fui a buscarlas. Es curioso como una foto una imagen, te puede evocar recuerdos que creías olvidados, trasportarte en un segundo a muchos años atrás, esa fue la sensación que sentí cuando de repente apareció la foto del patio, yo no sabía ni siquiera que la conservaba. Pero pude sentir el mismo frio y el mismo miedo que sentí ese día. Durante mucho tiempo esa fue mi vida…yo estaba igual que ese patio, desvencijada, rota, hecha papilla. Recuerdo cada objeto que había en él, sus sillas, sus macetas e inclusive, su olor , ese olor a tierra húmeda mezclado con el olor de tu aliento en mi nuca. El patio era mi escape, mi salida, pero aquel día fuiste más rápido que yo, y destrozaste el patio de la misma manera que destrozaste mi vida.
Mercedes

Tarda a casa

Va arribar a casa gelada de fred després de voltar tot el dia pels carrers de la ciutat. Venia carregada de coses. La calefacció que havia programat per a engegar-se a les quatre ja havia caldejat la sala. Tot estava net i endreçat: la Mari havia fet bé la seva feina.
Es va treure les sabates i es va asseure al seu silló preferit. Sobre la tauleta l’esperaven el diari i una copeta d’anís. Mentre llegia va assaborir el licor poc a poc.
Ja només li calia pensar en què faria per sopar. Li va venir de gust una mica de brou que li havia sobrat del cap de setmana, un filet de pollastre a la planxa i de postres un plàtan.
Es va aixecar per anar a la cuina, i va ser aleshores que va ensopegar amb les bosses plenes d’andròmines que havia recollit aquell dia, va caure sobre les cadires velles de jardí i les fustes que feien servir per al foc, i va quedar ben estabornida fins que el company rodamón que compartia amb ella el pati de la casa abandonada va arribar al cap d’una estona.
Butterfly

LA DISCUSION

La discusión fue seria, muy seria, todos les oímos gritar. Aun así, nadie imagino las consecuencias, porqué lo dejamos todo tal cual, como si fuéramos a volver el siguiente fin de semana.
Nunca nos ha quedado claro por qué se enfadaron. Aunque mama cuenta que fue por una botella de leche desnatada, las cosas que se dijeron papa y tío Juan hablaban de sentimientos más profundos.
El siguiente fin de semana no volvimos, ni el otro, ni el otro, ni siquiera volvimos por navidad. Y así hasta que los primos decidimos que no los necesitábamos para volver a abrir la casa del pueblo. Suerte que no esperamos más. En aquellos 10 meses la casa había envejecido como si hubieran sido años.
Las plantas habían crecido por todas partes, en las puertas, en las ventanas, entre las baldosas, y se levantaban como pelos en una cara mal afeitada. El pequeño desconchado de la pared era ahora una profunda herida que dejaba al descubierto la vieja piedra como si mostrara los huesos. Y las sillas que habían quedado recogidas alrededor de la mesa del cenador, ahora estaban esparcidas sin ningún cuidado por todo el jardín, tan sucias que el polvo se había convertido en barro.
En el rincón, los juguetes que el peque se había olvidado recoger ahora parecían recuerdos de una infancia muy, muy lejana.
Antes de empezar a limpiar yo quise hacer una foto. Y me gusta pensar que fue al ver esta foto, al ver en que se habían convertido tantos recuerdos compartidos, que mi padre y el tio decidieron hacer las paces.
Herman

BUZONEO

Abrí el buzón al llegar del trabajo, y ahí estaba. La ignoré y la metí entre las páginas del diario que llevaba doblado bajo el sobaco. A la noche siguiente, atisbé como siempre, a través de la ventanita del buzón, pero como no observé nada blanco, imagino que mi estímulo visual es el color de los sobres bancarios, ni siquiera lo abrí.
El miércoles había quedado a comer con un amigo al que hacía tiempo que no veía. Acabamos con una cogorza, que hubiese hecho estallar cualquier alcoholímetro, hablando de los ya no viejos, sino prehistóricos tiempos en que nos conocimos. Cosas de la edad. El caso es que como era previsible, a la noche cuando conseguí introducirme en el vestíbulo después de dos horas de denodados intentos por entrar, tampoco funcionó el tratar de abrir, con la llave de la terraza, el buzon triplicado que bailababa en coreografía con los del resto de la comunidad. Dormí como un tronco.
El jueves tenía una espina clavada, que me saqué metiendo y sacando la llave del buzón con sadismo, hasta que me apercibí que había un vecino a mis espaldas mirándome horrorizado. Extraje sin mirar el papeleo variado del interior para, una vez ya cómodo en casa, clasificar todo el correo. Cuatro sobres de bancos, un folleto de cerrajería, uno de dentistas, otra para ir de excursión a una matanza del cerdo, la revista mensual del consistorio de mi ciudad, jamás sacada por nadie del plástico protector, y tres fotos exactas, las cuales, después de cotejar, resultaron iguales a la abandonada en el periódico. Después de una extenuante y profunda reflexión, concluí en que era un suceso extraño. Más tarde, al ver en la televisión a una extraña mujer que vociferaba “entiendesssss”, caí en la cuenta de que alguién que no era el cartero, me dejaba adrede cada día la misma foto. Inquietante.
En la misteriosa imagen, que parecía situada en la parte trasera de una casa de pueblo, habían un par de sillas desvencijadas, una manguera, un vaso de plástico, una escalera inservible, un cubo de latón oxidado con agua de lluvia, restos de chatarra y trapos, y algunos leños.
Tembloroso y expectante, como si fuera la Bocca della Veritá de Roma, metí la mano en el buzón al regresar a casa la tarde siguiente, y tal como preveía, me esperaba otra vez la foto.
Dispuesto a poner fin a esa insanía, me pedí el lunes de la semana siguiente, y decidí agazaparme en un ángulo muerto de la escalera, desde donde poder observar sin ser visto, el área de los buzones, y así cazar al perturbador psicópata.
Ese lunes, cinco horas después de sentarme, picó el anzuelo. Un hombre de unos 50 años llevando en la mano un fajo de fotografías, se disponía a repartirlas. Cogiéndolo desprevenido por el brazo, le apremié a que respondiera a mis preguntas. ¿Quién era? ¿Qué pretendía?
El hombre, asombrado, me entregó una fotografía y una tarjeta que olía a tinta recién impresa:
“Precios imbatibles. Muebles La Ofertaza, los mejores muebles para su terraza”
Josean

viernes, 19 de marzo de 2010

La cuarta mano/ muchos cambios

Despues de un monton de tiempo vuelvo a publicar los cuentos, disculpas por el paron. Publico los dos anteriores temas, aunque me temo que algunos cuentos se me deben haber traspapelado, si alguien los conserva y me los quiere pasar los añado al blog.

LA CUARTA MANO


SIN VOLVER LA VISTA ATRÁS


Salió al porche de la fachada, desde el cual se divisaba el mar. Allí inició un crematorio controlado. Poco a poco, en un pequeño fuego, fueron consumiéndose relicarios y recuerdos, ilusiones y esperanzas, cartas y fotos de aquellos muchachos con quienes únicamente había intercambiado tímidos besos, documentos familiares que hablaban de herencias nunca recibidas, cartas de ruptura y desamor, sentencia del divorcio, papeles de la empresa que cerró para dedicarse más tiempo a la familia, cartas que ella escribió y nunca llegó a enviar…
Avivó el fuego quemando papeles y recuerdos que le hablaban de falsas promesas y falsas esperanzas, la mayoría autodirigidas y siempre aparcadas en una especie de limbo virtual: “algún día se realizarán”…
Cuando todo se consumió, tomó la escoba y barrió las cenizas. Se marchó sin volver la vista atrás. Los nuevos inquilinos de la casita necesitaron dar una cuarta mano de pintura a la ahumada fachada.
MAROSA.

EN LA CALLE OSCURA

La primera mano le cogió de sorpresa, era una calle oscura, no había visto a nadie. Le mantuvo contra la pared mientras la segunda mano le mostraba el arma, demasiado cerca de los ojos. La voz afilada como metal dijo que le diera todo lo que llevaba.
La tercera mano le enseñó el dolor de una navaja en el estómago. La adrenalina se disparó y entendió lo que estaba pasando.
La cuarta mano acabó con él.
Ginebra

UN TRES

Un tres, ya solo me falta un tres. Un tres y me retiro. Ya me pueden ir diciendo que hay que reservarse, que hay que jugar calmado. Noo! el poker és riesgo, y si en la cuarta mano tengo las mejores manos de la noche por que no arriesgarlo todo. Miralos como me siguen pensando que es un farol, nada de farol, con un tres la mano es mia. Venga, saca otra carta. Aun no sale mi tres, pero no hay prisa, mira como se van rajando, y su dinero encima de la mesa. MI DINERO encima de la mesa. Soy un ganador y lo he demostrado muchas noches, un poco de mala suerte no va a canviar eso, y menos cuando solo necesito un tres, un inocente tres, ni un pedante as ni una pizpireta reina, con un simple tres me basta para llevarmelo todo. Y se que esta ahí, lo presiento y lo veo. Todo el mes esperando a cobrar para recuperar lo que perdi, y ahi està encima de la mesa, de esta me libro del prestamo ese, va listo si piensa enviar-me de nuevo al armario ese para amenazarme, le tirare el dinero a la cara para que se agache y patearle el culo. Jaja, me puedo imaginar su cara de idiota buscando los billetes. Solo un tres. Se està haciendo esperar, però sé que la cuarta mano es mi mano, para que esperar más. Jaja, ya solo quedamos el y yo, y se reconocer una cara de farol como la suya, de mi no se rie nadie, no me la va a volver a jugar con sus aires de profesional, que recuerde como le gane por la cara en mi primera partida como novato por que hoy se va a repetir. AHI ESTÁ MI TRES, eso és, un precioso tres de treboles y un trio que se van a comer con patatas. A ver su farol. Un full....... un full de ases i doses???? con un solo as y un solo dos en la mesa?? No, este tio hace trampas, el dinero és mio, que ni lo toque, vuelve a dejarlo ahi, que alguien me deje algo, venga una pequeña aportacion, vereis como lo desplumamos. Y el armario este que ni me toque, que ya se salir solo, y que no se trague su risita tonta, quie volvere y recuperare todo mi dinero y me llevare hasta sus ahorros para la pensión. Soy un ganador, SOY UN GANADOR!!!!
Herman

LA CUARTA MANO

En la mitología hindú, Ganesh, dios de la sabiduría, es representado con cuatro brazos: en el primero lleva una soga para conducir a sus devotos hacia el sendero de la Verdad; con el segundo sujeta un hacha para cortar las ataduras de sus fieles; en el tercero lleva un laddu (dulce hecho de harina de garbanzos, leche y fruta) con el que recompensa a sus devotos por sus actividades espirituales; el cuarto brazo aparece con la mano extendida para impartir bendición a sus devotos.
Hace tan sólo unos días vi a Ganesh representado en mis sueños, sólo que no tenía cabeza de elefante, ni tampoco tenía trompa; su cara era redonda, con boca grande, y ojos redondos y saltones.
Me encontraba atada de pies y manos y apenas podía moverme. Luchaba y luchaba por deshacerme de las ataduras; primero lo intentaba con una mano, luego con la otra, y a continuación realizaba la misma operación con ambos pies, pero a pesar de la intensa lucha, los resultados eran vanos. Estaba exhausta, sin fuerzas, a punto de desvanecerme y perder la consciencia. Él estaba allí, delante de mí, y sus ojos me miraban abiertos como platos. Su imagen me llegaba de forma borrosa, pero sentí que podía mover las manos, que estaban libres, y que mis pies caminaban, también, libres de las ataduras. Aquel extraño personaje extendía una mano y me ofrecía una fruta con forma redonda, textura blanda, y un sabor extraño pero agradable y placentero. Poco a poco recuperé la fuerza hasta verme reestablecida de nuevo, y entonces fue cuando sentí su mano abierta sobre mi cabeza que me proporcionaba una sensación de bienestar que era como sentirme en el paraíso.
Ahora no tengo ninguna duda de que aquélla era la cuarta mano, la que me devolvió la paz, la tranquilidad, la que hizo que me sintiera como nunca antes lo había hecho.
Maria Jose

LA CUARTA MANO


“No es correcta! La respuesta correcta es Irving,... John Irving! ¿Qué mano vas a descartar? un momento!! un momento!! no nos lo digas todavía, vamos a publicidad y ahora volvemos. No se vayan. No cambien de canal.”
El realizador cortó la emisión, pero el concursante no desconectó. Veía las manos agitarse a traves de los agujeros del panel amarillo como si fueran colas cortadas de lagartija.
La dinámica del concurso era básica; de un total de 20 preguntas, las respuestas acertadas ganaban dinero en efectivo y pasar a la siguiente pregunta; las incorrectas significaban el descarte de una de las manos restantes de las 20 del principio, y la pérdida del premio contenido en el sobre verde que sujetaba. Al término de la totalidad de las preguntas, las manos, o mejor dicho los sobres, o para ser más exacto aún, los premios de los sobres de las manos que quedasen, serían para el participante.
Durante el descanso publicitario, el público y el equipo del plató aprovecharon para levantarse y estirar las piernas, hablar, o salir lanzados al lavabo, mientras el presentador, aunque sabía que el realizador le marcaba los tiempos a través del pinganillo, aprovechó para revisar la escaleta del programa.
El concursante que en la veinteava y última pregunta, había contestado “Joyce” al azar, porque no había logrado recordar el apellido del escritor, autor de “la cuarta mano”, debía ahora nombrar una de las 9 extremidades que quedaban, a las que seguía observando como si tratara telepáticamente de adivinar el contenido de los sobres que sujetaba cada una de ellas. El encendido del piloto rojo de reanudación y la verborrea del presentador, no lo sacaron de su autismo.
“Hola, hola, holaaa. Ya estamos de vuelta con ustedes,... y con nuestro concursante de hoy, el cual, nos ha de decir qué decisión ha tomado. ¿Qué mano del panel vas a desechar?”
Sintió como la cámara de la grua se le echaba encima y se quedaba vigilándole a corta distancia como si fuera una cobra; tan fijamente como los ojos del público de las gradas, los de los espectadores en sus casas al otro lado de la lente, los de los miembros del equipo que serpenteaban por el plató, los memorizados de su familia y allegados, los suyos propios que tenía cerrados. Respiró hondo, y se escuchó a sí mismo decir, cabalgando en un susurro entrecortado, “la número 4”.
Al son de una sintonía de intriga, una azafata arrancó el sobre de la cuarta mano y lo transportó al maestro de ceremonias quien, con un pausado suspense, se deleitó en la recepción, apertura, extracción y observación de la papeleta descartada, para luego, en un alarde de dominio mediático, paladear palabra a palabra,“mi querido concursante..., el premio ..., que has perdido..., eeesss ..., amigos ... no se muevan de su sofá, no respiren, unos minutos yyyyy sabráaannn ... cual es el premio ... que no se va ... a llevar.”
Josean

MUCHOS CAMBIOS

MOLTS CANVIS


El primer que va fer fou buidar l’armari de tota la roba que ell havia deixat i posar-la en bosses que va acumular a l’entrada. Li va enviar un parell de missatges dient-li que la vingués a recollir, i, com que no va fer cas, va anar tot a parar al contenidor de l’”humana”. Amb els llibres va fer el mateix poc desprès, ni tan sols va guardar-se els que a ella li agradaven “tot fora!”.
Llençar el sofà-llit d’Ikea va ser tot un gust, no tenia ni dos anys però ja estava fet una autentica pena, va agafar el d’una amiga que se’l canviava, no passava res si no era nou, la qüestió era que no li recordes a ell.
Els quadres li varen costar una mica més, per que alguns dels que havien comprat junts realment li agradaven, però un cop si va posar ja no va haver problemes, tots al carrer el “dia dels trastos vells”. I tot seguit a pintar la casa, aquest cop cap habitació de color blau.
Per desfer-se dels vells amics comuns no va caldre fer res, un parell de mesos de no fer-los cas i ja ningú la va tornar a trucar. Es clar que fer-ne de nous era més complicat, però per això estava internet, qui volia amics quan podia envoltar-se de gent sense compromisos.
El darrer va ser l’habitació que va haver d’esperar la paga extra. llit, matalàs, armari, tauletes, de tot se’n va desfer, i la va posar al seu gust sense haver de consultar a ningú.
Amb un any tant ple de canvis, encara va trigar un temps en adonar-se de que no era res de tot allò el que li estava impedint oblidar-lo.
Herman

LA TROBALLA

Com cada dia, es lleva a les set del matí, no deixa sonar el despertador, l’apaga i s’incorpora sense pensar-s’ho dues vegades, no fos cas que es tornés a adormir. A la dutxa, s’ensabona de pressa i es vesteix sense entretenir-s’hi gaire. Després esmorza unes torrades i un cafè amb llet. Com cada dia agafa el metro per anar a la feina. Arriba a la feina uns minuts abans de l’hora. Com cada dia al migdia dina sol al restaurant que hi ha al costat de la feina. Després torna al despatx i acaba de revisar els procediments que la seva feina de procurador li proporciona, li agrada portar-los al dia i no endarrerir-se. Quan els ha acabat de revisar torna a casa, sense gaire pressa, a casa no l’espera ningú.
Avui en sortir del metro ha recordat que se li havien acabat les torrades de l’esmorzar i ha anat al supermercat. Quan ha sortit li ha semblat sentir un sorollet estrany que venia de dins d’un contenidor, ha sentit curiositat i ha obert la tapa, ha vist una capsa de cartró. L’ha agafat i ha descobert dos gatets quasi acabats de néixer, no s’ho ha pensat, ha agafat la capsa amb molt de compte i se’ls ha emportat, mentre camina va pensant, hauré de comprar uns biberonets per poder donar-los llet i es puguin fer uns gats grossos i macos, i un cabasset d’aquests amb un coixinet a sota perquè estiguin tovets i calentons. Quan obre la porta del pis té una sensació dolça i pensa, a partir d’ara hi haurà molts canvis...
Maite

UNA CORTINA, UNOS PECES Y EL

Cada objeto tenía su sitio, y cada sitio tenía un orden. Había un acuario con peces, y tres ranas, un ordenador portátil, un flexo, una librería modular, una impresora, un koala vigilando, un calendario, ...
Está él. Mira una de las ranas preparada con las ancas extendidas, y desvía la vista hacia la ventana; se encuentra de bruces la fachada ocre del edificio de enfrente. En las ventanas de diversos tamaños, hay oscuridad. Algunas tienen las cortinas corridas y otras, persianas a medio bajar, o subir. Más allá, debe de haber gente con latidos en el pecho. Mira como boquea un pez ángel. Es rayado, plano, arqueado, y tiene dos aletas como bigotes, más largas que todo su cuerpo, ondulando en el líquido como los tentáculos de una medusa.

Las luces siguen apagadas. Las vidas estarán durmiendo, o haciendo el amor a tientas; puede que perdidos en las imágenes de una pantalla plana, quizás un documental sobre la vida marina, con peces tropicales, o ballenas, o quizás pirañas de la cuenca del amazonas; igual, follando en una alfombra mullida, a los pies de un acuario de peces que los observan boquear por los jadeos. Todo tiene su orden, y cada objeto tiene su sitio.

Se enciende una luz tras una cortina, en la que se recorta una silueta. Mientras, unos peces le escrutan a él en el estudio, y otros a la silueta a contraluz de la ventana, en la pecera de fuera. No importan los cambios, pocos o muchos. No cambian nada, ni a él, ni a los peces, ni a las cortinas corridas. Piensa en echar cerveza en el agua, e imagina a los pescados borrachos dando tumbos, tropezando con las piedras, dándose cabezazos suicidas contra el cristal, persiguiéndose para morderse la cola. Detrás de las cortinas es hora de desayunar, y en la fachada revienta el sol, pero los agujeros cuadrados siguen siendo pozos negros. Un día más. Un día menos. No cambia nada, pero hay muchos cambios.
Josean

UN DIA MÉS

He obert els ulls aquest matí i he dit bon dia a la jove llarga, prima, blava i amb un ull preciós de color groc al mig de la cara, que descansava al meu costat. No recordo on ens hem conegut ni que fa al meu llit, però m’agrada anar amb l’educació per endavant.
A dos quarts de vuit he sortit cap a la feina i, només posar el peu al carrer, un artefacte, que volava a gran velocitat, m’ha passat damunt del cap fent-me un nou pentinat que ni el Llongueras en els seus millors moments.
Els éssers peluts que em rodejaven per totes bandes no semblaven sorpresos de res, anaven amunt i avall com si estesin força atrafegats, i no he gosat interrompre’ls per preguntar-los que hi feien a la meva ciutat, em semblaria tota una grolleria.
La feina no era ben bé el que recordava d’altres dies i el meu despatx me l’he trobat convertit en un nínxol, ple de cables i connexions, però ja se sap que amb aquesta crisi els empresaris han de posar-se al dia i això al començament costa una mica de pair.
El meu company Alfons semblava més llefiscós i verd de l’habitual i parlava estrany, una mena de –“ bbbffffssssggggg...”, no sé, aquest noi no va bé, des que va deixar a l’Amèlia no és el mateix.
No m’agrada exagerar per un no res, però des que va començar la crisi, cada dia és diferent a l’anterior, coses petites, sense importància, com avui, però canvis a la fi. No sé, Manel, em sembla que serà millor que dinem, tornem a l’oficina i acabem de passar el dia, que encara ens faran un informe i tindrem problemes.
Ginebra