EN BUSCA DE LA NAVE PERDIDA
Pero dónde habré dejado el dichoso platillo? Esto de tener el sistema de invisibilidad, da un por saco que no veas... Es que ahora ni lo veo ni lo encuentro! Tendré que esperar a la noche a ver si lo veo. Gracias a Dios que el dispositivo solo funciona de día, por la noche se ve una bola negra.
Me cachis en la mar! Todo por bajar a comprar una papelina de churros. Jobar! Parezco el Gurb... Y lo peor es tenerme que poner este camuflaje de humano. Joroba! Que rabia tener que esconder mis antenitas y mis patitas tan bonitas. Y este cuerpo alargadillo, aflautado que Dios me ha dado!
Bueno, menos mal que por la noche, como dicen aquí, todos los gatos son Pardos y podre quitarme este adefesio de disfraz.
Cuidado que son feos los humanos!
Lola
DESDE MI NUEVO PISO
Compré el piso hace 6 meses. Cada noche el mismo recital, los gritos se suceden con alternancia bien marcada, ahora uno, ahora el otro. Ambos personajes principales tienen bien aprendido su papel y los improperios y los insultos no faltan en ningún pase.
El final siempre es el mismo, golpes de él, llantos y aullidos desesperados de ella, llamada de teléfono a la Urbana, minutos de espera, llegada del coche patrulla y...silencio. Nueva función al día siguiente y vuelta a empezar.
Ayer noche, algo fue distinto. La rabia y la impotencia flotaban en su ventana mientras la violencia creaba un personaje aún más siniestro y temible.
“En lo que va de año, el balance del gobierno... A.M.F., vecina de....su pareja sentimental...”
Me quedo sin aire mientras lo leo. Creo que la pasada noche, cayó el telón.
Ginebra
IMAGEN (ES)
Fotos envueltas en papel de periódico, abandonadas en el
quicio de la puerta entreabierta, dejadas allí como olvidadas desde hacía
décadas.
Cogió las fotos y fue mirándolas una a una reparando en
aquella en la que un cielo gris, pesado,
como de mármol, evocaba el silencio y la solemnidad de un campo santo; antenas parabólicas sin señal que seguían tan aferradas
a una pared de ladrillo como al cable que les dio la vida años después que a
los postes de tendido eléctrico; los mismos que un día sacrificaron su
condición de hermosos árboles en pro del progreso y que continuaban allí: sin iluminar, sin transmitir. Pudo entrever recuerdos, componer vidas a
través de los ojos de un extraño, recuerdos sin hogar.
Colocó las instantáneas en una maleta y se
apresuró hacia la puerta.
-¿A dónde vas con las fotos ? le preguntó el último superviviente.
-Voy a darles un
nuevo hogar, contestó el reportero.
Marta Albricias
¡CABRONES ¡ CASI ME MATAN
El lugar: una sala renacentista de paredes de piedra
desnuda, el público florentinos del XVI con sus coloridos ropajes, el tribunal
una panda de clérigos enfermos mentales obsesionados por salvaguardar sus
privilegios y sus ideas medievales sobre las que se sustentaba su poder
omnímodo.
Me acusaron de blasfemo, de hereje, pedían mi cabeza a menos
de que mi retratación fuera pública y me desdijera de mis afirmaciones. Yo, que
tras estudiar medicina, filosofía y matemáticas, fascinado por el cosmos y sus
leyes, inventé el telescopio para acercarme al Universo. Yo que aporté demostraciones, pruebas
irrefutables, incontestables, concluyentes, no las aceptaron, enfrentaron mi
descubridora razón a su fe embrutecedora y ciega.
Me iba la vida en ello, lo supe cuando a Bruno lo quemaron,
y públicamente negué mis propias palabras y acepté las suyas, y ante Belarmino
negué para vivir, la vida me ofrecía demasiado como para perderla, abjuré ante
el tribunal de majaderos y me dejaron vivir, cuenta la leyenda, con piedad
infinita y para restañar mi herida dignidad, que una vez obtenida la sentencia
absolutoria dije, soto voce, “ Y sin embargo se mueve” .
Carmen Gómez
SUBIDO AL POSTE DE LA LUZ
Mierda
de empalmes, lo menos tengo para dos horas de faena. Y a todas estas, la niña
se ha echado un novio todo tatuado, que no tiene oficio ni beneficio, y lo
tenemos en casa a pan y cuchillo día sí y día también. Hay que joderse. Antes
si que daba gusto currar, fingías una avería en la línea deshaciendo un empalme
de la caja de registros, y al bar toda la mañana. Menudos almuerzos nos
pegábamos con el Rafa, de padre y muy señor mío. Y hasta el culo de carajillos
que nos poníamos.
No, si la culpa es de la Angelines,
como cocina tan bien la condenada, no hay manera de sacarse al cabestro tatuado
de casa. Éste mucho antisistema y mucha boquilla, pero cuando hay estofado de
rabo de toro no falla nunca el cabronazo. Bueno, vamos al tajo, que no voy a
acabar ni a las tres, y la empresa ya no paga horas extras.
La puta empresa, con sus controles y
el rollo de la productividad nos tiene jodidos. Menos mal que el Rafa ya se
jubiló, porque él no hubiera aguantado este puteo. Cómo ha cambiado todo, yo
entré en casa de la Angelines pa pedirle a mi suegro de mantener relaciones
formales con su hija. Y aluego iba a comer un domingo sí y otro no, y me ponían
macarrones y un sanjacobo con papas fritas. Yo no sé dónde aprendió la Angelines
a cocinar, porque guisar, guisa de cojones. En cambio, es reactiva a hacer uso
del matrimonio, nunca le va bien a la puñetera. Y como la empresa no paga horas
extras, ya ni de putas puede ir uno. Voy a tener que volver a hacerme
manoletinas.
Felipe Deucalion
CAEN CUATRO GOTAS
Caen cuatro gotas. A penas pueden justificar la forma de
caminar de Silvia que avanza rápida y sin mirar a nadie, con la cabeza gacha.
Nadie suele fijarse en ella. Si alguien lo hiciera se daría cuenta de que esa
es siempre su manera de andar, haga sol o llueva a cantaros. En el trabajo luce
su mejor sonrisa para los clientes, y cualquiera diría que la guarda en la
taquilla antes de salir a la calle. De hecho alguna de sus compañeras de planta
lo ha llegado a decir mientras desayunaban juntas y Silvia se tomaba un café
sola en la barra.
Llega a casa y enciende la tele, no le gusta el silencio,
prefiere las voces que llenan la casa. Eso sí, nada de tertulias sobre famosillos o teleseries mejicanas,
prefiere los sonidos de la vida real. Una buena película con sus diálogos bien
estudiados. Hace diez años se instalo la parabólica para poder coger canales de
cine. Ahora disfruta de la televisión por cable de todas las películas clásicas
que quiere.
Mientras pone comida a su gato, de fondo Lauren Bacall le
pregunta a Humphrey Bogart si sabe silbar.
Piensa en ese amor cuando enciende el ordenador para conectarse a
internet. Sigue sonando la película de fondo cuando abre una página de
contactos y empieza a chatear. Julio 72 tiene sus mismos gustos, hablan de
películas, se ríen en emoticonos, llevan ya más de un mes conversando. Él le ha
pedido ya un par de veces de conectar la cámara y poder verse, incluso empieza
a hablar de la posibilidad de encontrarse realmente un día para hacer un café.
Solo para charlar y conocerse, sin comprometerse a más.
Le gusta Julio, siente que realmente se podría enamorar de
este hombre tierno y culto. Le sabrá mal cuando en una semana o dos el deje de
insistir en que se vean y poco después deje de estar disponible para seguir
conversando.
El gato se pasea por delante de la pantalla del ordenador
pisando con todo su indiferencia felina el teclado. Julio y Silvia se ponen una
cara sonriente, las teclas al azar son una broma habitual entre ellos. La foto
del gato sigue siendo el avatar de Silvia, y no piensa cambiarlo.
Se sienta a cenar justo cuando otra película empieza, “con
la muerte a los talones”, se pone cómoda en el sofá. Disfruta especialmente
viendo esos viejos films que ya se sabe de memoria. Si gato se acomoda encima
de las piernas y ronronea con la seguridad de que nadie va a sustituirlo de ese
lugar.
Herman
ANTENAS
Las antenas parabólicas estaban colocadas en todos
los edificios de la ciudad. Redondas, grandes i pequeñas, adornaban todos los
pisos. Yo tenía siete años y me preguntaba para que servían. Había millares y
se instalaban más, cada día que transcurría del final del siglo XXI.
Pregunté a mi padre porqué teníamos una en el
balcón, y me dijo que era para ver todos los canales de televisión del mundo, vía
satélite. Al tal satélite yo no lo conocía, pero en el 2099, eran una verdadera
maravilla, según me explicó entusiasmado.
Más a mí siempre me había llamado la atención mi
vecino Ricardo. Era un joven introvertido que se pasaba el día en casa,
haciendo no se qué. Su balcón estaba al lado del nuestro y su antena era una
monstruosidad. ¡Que grande!
Un día lo vi apoyado en la barandilla y le pregunté
impulsivamente:
- ¿Qué haces?
- Ah, hola Enrique, estoy arreglando unas cosillas
de la antena.
- ¿Por qué, si a ti no te gusta la televisión?
- Con ella puedo captar señales del espacio,
concretamente de la luna.
- ¿La luna? Es mi amiga. Siempre que la veo me pongo
contento. Pienso que me conoce y me sonrie. ¿Tu hablas con ella?
- No Enrique, pero ella me envía mensajes. En la
tierra producimos mucho “ruído” y en la luna rebotan las señales que yo le
mando, es toda una experiencia.
- ¡Caray!
Después de la conversación con mi vecino ya nada
volvió a ser igual.
Pasaron quince años y la antena que tenía colocada
en mi piso, era muy sofisticada. Llevaba mucho tiempo manteniendo comunicación
con la luna y mi amor por ella había crecido conmigo. Tan profunda era la
pasión que sentía, que me disponía en unos pocos meses, a trasladarme a la
nueva colonia espacial Escorpio IV, situada en nuestro satélite.
Me pareció muy buena idea, vivir dando vueltas a la
tierra. Con una buena antena i desde la distancia, podría seguir captando
señales del espacio y quizás algun día una respuesta.
Laia