viernes, 20 de noviembre de 2015

LA RODAJA DE LIMÓN



REGRESOS
Esperó pacientemente bajo la higuera  a que regresase a casa tras el día de pesca.  El sol  todavía brillante y amarillo, como una rodaja de limón, empezaba a ponerse y  pudo ver más allá del horizonte.  Deseosa le abrazó  y siguió conversando con él.

Al acercarse de vuelta a la casa vio a una mujer joven que le preguntó:
-"Hola mamá, ¿Cómo estás?"
La miró brevemente sin respoderle y siguió caminando, hablando con él.
-"Vamos cariño, es la hora de cenar."

El rostro de la hija entristeció. Hacía ya más de diez años que papá había muerto en el mar.



Marta Albricias




SATNAM
El otro día vi "La extraña que hay en mí". Reconozco que llevo mucho tiempo absorta y que casi no me reconozco. Sólo observó,  mis ojos ni se cierran y tengo la sensación de autómata.  A veces aunque oigo no escucho y sobre todo cuando se que lo que dicen me puede conmover. Hace tiempo que me están observando, piensan que estoy loca y son muchos. He ideado un plan y lo voy a ejecutar. Les voy a demostrar de una vez por todas lo que soy y lo que pienso de sus teorías.  Hoy al despertarme he ido a la tienda del pakistaní de los móviles de la esquina. Oí en el bar que vendía Kalesnikhov. Salgo de la tienda con el macuto, no me importa que se vea la forma de su contenido. Me dirijo a mi meta. Hoy estarán todos reunidos. Como siempre observarán cada pestañeo, el color de mis ojeras que demuestra mi mirada. Antes de llegar  ya han dado aviso a  través de GSM que me acercaba. Me los encuentro a todos. Ya no saben que decir y  no me extraña. Los topos les han dado el chivatazo de mi compra en la tienda. Me observan con lágrimas en los  ojos. Hay una ambulancia, algunos celadores con camisas de fuerzas se están acercando. Debo ser rápida.  Abro el macuto y por fin saco mi mat, lo extiendo en el suelo para iniciar un incompresible mensaje al mundo. Inicio mis saludos al sol. Ellos continúan llorando. Cierro los ojos, no quiero sentirme en su mundo. No quiero saber si los celadores continuarán andando. Noto algo fresco en mi boca. Un celador me ha colocado una media rodaja de limón en la boca. Con mi sonrisa, hoy  no podre concentrarme en los movimientos de yoga y perderé el equilibrio.


Susana




RODAJAS DE LIMONERO
El chaval acababa de ver una peli de leñadores. Rudos hombretones hendían sus hachas en gruesos troncos y luego gritaban “árbol va”. El chico también llevaba una camisa a cuadros, solo necesitaba subirse las mangas. Había observado que eso era fundamental.

Cuando se hubo arremangado, salió flechado al huerto que tenían sus abuelos. Ni siquiera le prestó atención al perro que correteó a su alrededor. Fue al almacén en el que su abuelo guardaba las herramientas y allí estaban todas bien ordenadas, ocupando cada una el dibujo que le correspondía.

Cogió el hacha y según salía del almacén vio el limonero. Comenzó a golpear, qué decepción, el hacha apenas se hundía en el tronco del limonero. Probó a arremangarse más la camisa y se escupió en las manos. Eso también lo había visto en el peli. Pero nada, el limonero oponía una misteriosa resistencia a sus hachazos, así iba a tardar una barbaridad en cortarlo. Insistió un rato hasta que se cansó. Luego dejó el hacha en su sitio y volvió a entrar en la casa.

Aquella noche el chaval recibió la bronca más arbitraria de su vida. “¿Tú has visto cómo está el pobre limonero?” le gritaban. Claro que había visto cómo estaba el limonero, en pie,ajeno a sus esfuerzos por derribarlo, así estaba el limonero. Ah, y el hacha volvía a estar en su sitio.


Felipe Deucalión




CRIMEN EN LA CONSERJERIA

Declaración de Ivonne Rodríguez:

Ivonne había llegado a las cuatro de la tarde a casa y se extrañó de que la Sra. Antonia, no hubiese abierto la puerta de entrada del edificio, ni estuviese como de costumbre en la conserjería. Bajó las escaleras que daban al piso de la portería y encontró la puerta entreabierta. La llamó y al no contestar, entró. La encontró sentada ante la mesa de la cocina, con el cuerpo echado sobre la mesa. Estaba muerta. En la mesa había una tetera con restos de té y a su lado, una taza medio llena.
Y hasta aquí, el informe policial Artal, me dijo Laertes. Lo extraño era que no se habían hallado restos de ningún veneno en la tetera ni en la taza; pero la autopsia había revelado una fuerte dosis de digital, lo que le había provocado un paro cardíaco. ¡Vamos Artal! ¡A la escena del crimen!
Al fin se halló a la culpable, que resultó ser una amiga de la difunta Sra. Antonia, la cual se había enterado por casualidad de que su marido y su amiga Antonia, venían manteniendo una relación extramarital y como dijo la asesina. “A mi amiga Antonia le hubiese perdonado cualquier cosa, pero eso… ¡no podía tolerarlo!


Lola Ruiz




LA RODAJA DE LIMON
Ahì estoy yo, perfectamente redonda y encaramada a la copa de un daiquiri.
El barman ha vertido el líquido de la coctelera en el recipiente acampanado de cristal, muy fino, en el que me encuentro.
Todo es placer.
El hielo picado cruje al entrar en contacto con el ron y el zumo de limón.
Mi color amarillo intenso es el centro de todas las miradas cuando soy transportada en la bandeja junto a un vaso largo lleno de líquido de color rojizo, un San Francisco, hacia una pequeña mesa , en el rincón, muy acogedora , iluminada por la luz suave de unas velas.
¡ Qué emoción, ahora sabré para quien soy!. 
La pareja da las gracias al camarero y me pregunto si será él o ella quien cogerà la copa.
Después de una breve conversación, ella alarga su mano y sus labios coloreados de un rojo carmín intenso y seductor, pasan muy cerca de mi cuando da un sorbo a su bebida.
Soy feliz así.
Mi compañero, esta vez, ha sido una pequeña sombrilla de papel de color turquesa en el vaso , que él ha abierto y cerrado repetidas veces.
El tiempo pasa lentamente.
Ella me coge y me exprime unas gotas que caen en su copa.Después, me lame cuidadosamente y me deja al lado de la sombrilla, en un platito, en el que ya no quedan palomitas.
Escucho su conversación acaramelada hasta que la pareja decide marcharse. Se levantan, se ponen sus abrigos y salen del local cogidos de la mano.
Pronto vendrá el camarero a retirarnos, a mí y a la sombrilla azul.
He pasado una velada maravillosa.
Sé que siempre serè atractiva donde quiera que esté.


Laia


                                                                                                             




viernes, 6 de noviembre de 2015

ACAMPADA





SI, PERO POCAS VECES, POR FAVOR
Se ha de experimentar para poder decir que has crecido incluso humanamente. La paciencia de aprender como los más experimentados saben montar un montón de tela doblada. La dificultad de volver a doblar esa tela y sin saber cómo enfundarla. El compañerismo de dormir con los pies en la boca del otro. La sensación de humedad del suelo donde duermes. La ingratitud de a lo mejor limpiarte con una hoja mientras defecas y no estas tranquila por si te ve alguien. El dolor de espalda cuando te despiertas al día siguiente. Todo ello se ha de probar para que cuando eres mayor solo tengas ganas de estar en cómodos hoteles de varias estrellas mientras nostálgicamente en la frialdad recuerdas el calor humano de tus amigos dentro la tienda.


Susana




UN DESEO
Llevaba semanas pensando en la posibilidad de volver a acampar como durante aquellos años; volver a sentir eso de que, en esencia, acampar es un acto de fe y a veces de supervivencia. Volver a reafirmarse contra las fuerzas de la naturaleza en un nuevo lugar, entre nuevas circunstancias -en ocasiones difíciles y hostiles- siendo capaz de establecer unas garantías de seguridad que le ofreciesen un sustituto temporal para el hogar. Vivir abierto a los estímulos de un entorno natural era lo que más deseaba: levantar la carpa, preparar un fuego de leña donde cocinar sobre llama viva y reunirse para contar historias al anochecer; tocar la guitarra y cantar; dormirse mirando las estrellas.



Marta Albricias



AIXÒ ES CAMPI QUI PUGUI!
Habíamos pasado un infierno Chafik y yo, pero al final habíamos llegado a la frontera. ¡Europa, el paraíso terrenal!, donde caía el maná del cielo cada día. Y era verdad, los amables voluntarios de la Cruz Roja y otras ONGs, nos daban de comer cada día.
No nos dejaban pasar la frontera.  Algunos decían que del otro lado del país estaban construyendo un muro, para que los que veníamos del otro mundo no pudiésemos pasar.
A Chafik y a mí, nos daba un poco igual, pues estábamos felices porque nuestro hijo nacería en suelo Europeo. Ya no me quedaba mucho. Al menos a él no podrían echarlo del país.
Una noche, vimos cómo los guardias de este país, que nos había acogido, se retiraban del paso fronterizo. En ese mismo momento alguien gritó “Campi qui pugui!” … Y todos pasamos corriendo la frontera de Cataluña y entramos en España.


Loli Ruiz.






EL SOFÁ COMO DESTINO
La Angelines me lleva por la calle de la amargura. Quiere muebles nuevos. Bueno, en realidad quiere un piso nuevo, pero como no puede ser, pues a cambiar los muebles que se ha dicho. Vale que yo estuve de acuerdo en cambiar el tresillo. Quería un sofá más cómodo, el que tenemos me destroza la espalda, que son muchas las noches que acabo en el sofá y ya no tengo edad para dormir de cualquier manera.

Ves, en cambio a la niña le da igual dormir en suelo. Ahora quiere irse de acampada, ¡manda cojones! Ah, y a la Angelines le parece bien, porque como van con chicos,así no estarán indefensas allá en el monte. Pero que inocente que es la pobre, se conoce que ella no fue de acampada de joven¡Bueno era su padre! Y eso que yo era un muchacho formal, no como los chicos de ahora, llenos de tatuajes y pendientes.

Nada, que no puede ser, que las cuentas a mí no me salen, que por más plazos que nos den en la tienda no podemos comprar el tresillo nuevo. Como se va a poner la Angelines¡Ay, Dios!Voy a tener que dejar que mi niña vaya de acampada. Y me parece, que ni aun así, me voy a librar del sofá.


Felipe Deucalión






ACAMPADA
Aquella tarde, tras el largo día de camino por montañas y riachuelos de agua cristalina, llegaron a un trozo de terreno lo suficientemente llano y extenso para poder acampar. El sol se había escondido tras las montañas y la noche caería pronto sobre ellos.

Montaron con rapidez las tiendas de campaña. El lugar no podría ser más atractivo, respaldado por monte, lleno de flores silvestres, y divisándose desde allí el mar Mediterráneo.


Hicieron una fogata, comieron. Después cantaron, jugaron, y se contaron historias. Y sus palabras, sus sorpresas y sus risas, flotaban en el calor de las llamas y en el brillo de luz de la luna.


Al amanecer les despertó el canto de los pájaros. Respiraron con ellos, y con los árboles y las flores el silencio, el frescor del aire limpio


Poco sospechaban entonces, y lo supieron más tarde, cuando ya se acercaban al otoño de sus vidas, que aquel día y en aquel lugar, y con aquellos compañeros, habían podido atrapar a la felicidad.



Maríajes






ACAMPADA
Els cavalls han baixat dels prats més alts. Amb l’arribada del mal temps, el circ cobert d’herba d’una punta a l’altra I esquitxat de pedres, algunes d’elles bastant grosses, es prepara per rebre l’hivern. Encerclat per altes muntanyes nevades, el riu la travessa formant una gran cascada al final alta i esvelta.


Ell pujava fins allà cada dia amb el jeep, perquè es la seva feina portar un control de la fauna i vegetació de la zona.


Un d’aquests dies, quan ja es feia fosc i havíem quedat al bar del poble per prendre alguna cosa, em va explicar una historia estranya. Deia que va veure com es preparaven per acampar un grup de persones que li constava que tenien un permís, encara que en aquesta època ningú hi fa estada perquè ja comença a fer bastant fred, i el lloc és elevat.


El grup va instal.lar cinc tendes de colors vius i ell em deia que es retiraven quan es feia fosc. Els cavalls que el meu amic coneix molt be, estaven una mica neguitosos. Feia l’efecte que s’espantaven més del compte. M’explicà que moltes vegades ell havia aconseguit acostar-s’hi i ells li ho havien permès. Ara no era possible. Es per això que estava una mica estranyat. Els campistes quan el veien li feien un enigmàtic somriure.


L’altra dia deia que el lloc de baixar cap avall amb el cotxe, l’amagà i es quedà darrera unes roques. Ja es feia fosc i els visitants es van aplegar en cercle al voltant d’un objecte lluminós que cada cop resplendia amb més força. Estaven parlant amb altres persones però ell no veia ningú. Donaven petons i abraçades al buit. El cel va passar d’un color porpra al blau fosc i al meu amic li va semblar que els campistes ja s’acomiadaven dels invisibles companys.


Al dia següent ell i jo havíem quedat per prendre una cervesa com sempre. No es va presentar. El vaig trucar repetides vegades i res. Tampoc va respondre els dies successius. Vaig anar al seu pis. Ningú sabia res d’ell, no l’havien vist més. La policia també va ser alertada. Les coses del seu apartament estaven intactes i el seu llit sense desfer.


Passaren unes setmanes i vaig pujar fins el circ. No hi havia res on acamparen els forasters, només un objecte pesant i fosc, com una pedra. A sota d’ella, però, es podien llegar unes lletres gravades que deien “Adéu amic meu. He marxat a un lloc molt millor que no et pots ni imaginar. L’únic que no hi ha son cerveses, però ja no em fan falta. Arreveure!”



Laia