lunes, 16 de diciembre de 2013

TRANSHUMANCIA



WANDERLEBEN
Acompaño mi tarjeta de presentación: simple, escueta y breve. Soy gestor aunque todo el mundo insiste en llamarme pastor. Desde la incorporación de los países mediterráneos a la Unión Europea, me dedico a localizar a esas pequeñas ovejas financieras, esos pequeños bancos y cajas locales para permitirles trashumar hacia pastos financieros más verdes donde les espera el gran lobo financiero europeo escondido a la sombra de los Pirineos para engullirlos en sus grandes fauces y clavarles sus afilados colmillos en las partidas de sus balances y estados de cuentas.

Susana

EL BUEN PASTOR.
En aquel tiempo Ur-Nammu, se encontraba sólo en el desierto y  mientras miraba su rebaño pensó: qué fácil es este trabajo. Llevo a los borreguitos  donde quiero, ellos me proveen de lana para abrigarme y de carne para alimentarme. Tan sólo tengo que alimentarlos y cuidar de ellos y así confían en mí. Tanto confían que me siguen sin ellos saberlo hasta el matadero......
Estando en estos pensamientos en lo alto de aquel monte, desvió la mirada de su rebaño y vió a sus pies su aldea, desde allí arriba les pareció que eran como un rebaño, iban de un lado para otro, afanádose en sus quehaceres cotidianos, sólo les faltaba el pastor.
Al día siguiente Ur-Nammu, bajó de la montaña con dos tablas grabadas en piedra, que dijo le habían sido etregadas por el dios Shamash, el dios de la Justicia, y cuyo encabezado empezaba así:
Yo soy el buen pastor que cuida del rebaño, amigo de la justicia, defensor de las viudas y de los huérfanos……

1. Hay dos clases de hombres, los libres y los esclavos, y una justicia para todos.........

Lola Ruiz

CAÑADA REAL
A simple vista lo que se ve es un montón de ovejas, un buen montón de ovejas. Pero los detalles son imperdibles. Juan, el pastor está apoyado en una pared liándose un cigarrillo, por eso las ovejas están medio paradas. No es un descanso, es mala leche, aunque más mala leche la que autorizo hacer el polígono en medio de la cañada. Así que el pastor piensa, el mundo no se va aparar porque un viejo pastor quiera conservar su derecho de paso, así que mejor que se pare todo el mundo que hoy voy a pasar yo. Julián, el urbano del pueblo está disfrutando como un crio, pone una cara muy seria y le indica con gestos al pastor que se tiene que mover, mientras para a los coches y les dice que dejen de tocar el claxon que asustan a las ovejas. Como es la autoridad nadie le cuestiona su capacidad para gestionar el tráfico. En realidad se ha apostado con Pedro el tendero a que conseguía un atasco pero que el del año pasado, y lleva todo el rato intentando liarlo tanto como se puede, de momento sus indicaciones ya han conseguido que un coche se encalle en la cuneta. Por un día que pasa algo en el pueblo hay que sacarle todo el jugo. Pedro no tiene que mostrarse serio, así que se está partiendo la caja a la puerta del Bar, se han jugado una semana de cerveza gratis, pero con el cachondeo que se está armando le va a invitar durante un mes. El sobrino del pastor aprovecha para tirarle la caña a una joven que se asusta de las ovejas. Le invita a tocarlas y ella sonríe remilgada. En mitad de todo el rebaño hay un coche atascado, uno de los detalles de Julián porque esta finamente seleccionado. Es uno de los supervisores de la fábrica, con su cochazo de lujo recién comprado y ahora rayado por todos lados. Parece que no haya visto una oveja en su vida por la cara de susto que pone. Hay varios móviles que les están apuntando y ya algunas de las fotos corren por internet. Luego hay más coches encallados y al final de todo un hombre ha salido del coche mientras sigue apretando el volante para lanzar bocinazos, por las palabrotas que le lanza al pastor nadie diría que solo hace un minuto que ha llegado. Lo más curioso es que tiene mucha prisa porque va a recoger a su hijo, le ha prometido que esta tarde le llevara a Brieva a ver la fiesta de la trashumancia. Evidentemente nadie se pondrá a contar las ovejas, pero sería una buena idea, uno de los coches que se ha dado la vuelta al encontrar el follón, no se va de vació.

Desde el balcón de la casa mayor el alcalde está diciendo algo sobre el valor cultural de las tradiciones y su amigo, el propietario del polígono, le propone que el año que viene pidan alguna subvención para montar cualquier acto y sacar unos cuartos.

Herman


AMOR EN TRASHUMANCIA (AMOR EN DOS ACTOS)
ACTO I
Suena el teléfono y al otro lado de la línea se oye una voz que dice…
- Cariño, tenemos que hablar.
- ¿Qué quieres decir?
- Ha surgido algo...
- ¿Qué?,  ¿Qué pasa?  Dime amor mío… ya me tienes en ascuas…
 Y tras un silencio…
-Cariño, ¿Estás ahí?
-Sí, sí… estoy aquí.
- Por favor dime, te escucho…
- Me voy...
- ¿Qué?... ¿Qué…qué… ha pasado?, ¿Ha pasado algo?, ¿Qué estás hablando? No quiero que te vayas: te amo y sé que tú también me amas. Desde que estamos juntos mi lana es más suave y tengo ganas de balar todo el día…
- No me lo pongas más difícil de lo que es, mi amor,…yo también te quiero…pero...digo que me voy, y es que me voy a ir muy lejos: otras cañadas me esperan. Este año mis padres han decidido enviarme a trashumar por tierras lejanas;  a mí regreso, cambiaremos  de establo y de pastor. Debo acatar su voluntad.
- ¿Otras cañadas?, ¿Otro establo?, ¿Su voluntad? Oh Dios mío… ¿Qué está pasando?...no es justo ¿Por qué? Por qué? esta iba a ser nuestra primera trashumancia juntos; desafiando intolerancias…defendiendo nuestro amor sobre todas las cosas.
- Lo sé María Merina, no es justo y es terrible… pero ya no aguanto más la presión de todos los que me rodean objetando día y noche sobre nuestro amor…ya no puedo más…
- Toma las riendas de tu vida, mi querido Carlos Montesino y si realmente me amas como yo te amo a ti….reflexionemos y obremos en consecuencia: ¿Vamos a…conformarnos, a resignarnos y a seguir viviendo con el peso de la discordia entre Montesinos y Merinos?… ¡Discordia de la que nosotros ni nuestro amor es partícipe, y aún menos responsable!  
No te vayas solo: si aquí no podemos ser felices…huyamos juntos...tú, yo,  y nuestro amor trashumante, en busca de nuevos pastos.


ACTO II
Ha pasado ya un tiempo desde aquella conversación telefónica. María Merina y Carlos Montesino siguen juntos...en algún lugar…
-Buenos días cariño: ¡Hoy por fin ha dejado de llover y ha salido el sol; Hace una tarde preciosa; ¡Aprovechémosla !
-Así es mi querida María Merina, aquí los pastos son tan frondosos…tan verdes…y  tan frescos…qué montañas, qué lagos y qué prados…además, podemos por fin vivir nuestro amor en libertad, aquí  y ahora, porque no hay nada, ni nadie, que nos separe… y  pastando por estos lares…podemos contribuir al mercado de una de las mejores lanas del mundo que se transforma en buenas prendas de abrigo; incluso en las faldas que hoy en día, y desde tiempos ancestrales, visten por aquí los hombres  como una de sus mejores galas.
-¡Oh! mi amado Carlos Montesino: ojalá algún día nuestras familias lleguen a comprender que se equivocaron al permitir que su intolerancia intentara  separarnos, espero que reflexionen también, y que algún día todos los Merinos y los Montesinos se abracen, se respeten y  así, podamos hasta trashumar juntos, ya que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.
- Merina mía, eres un amor... ( se besan apasionadamente mientras el sol comienza a descender dando lugar a una espectacular puesta de sol )
- Por cierto Montesino, ¿Cómo llevas el examen de inglés del próximo martes?
- Oh well…

Marta Albricias

LA HERENCIA DEL RUFINO
El Rufino era muy cabezota, sus hijos hacía años que le decían: véndase el ganado, padre, y véngase a la ciudad. Qué se le había perdido a él, entre tanto bloque como había en donde vivían sus hijos. Y además que al Rufino le gustaba vivir al ritmo del ganado. Todos los días lo mismo, o casi, que él solo las fechas muy, pero que muy señaladas, echaba forraje a las bestias y no salía al campo. Él era así, muy cabezota.
También acompasaba su existir al vaivén de la trashumancia. Aliviaba los calores en lo alto de la sierra y atemperaba los fríos en su casa del pueblo, que era de muros gruesos, chimenea y cocina de carbón. No le pesaban a Rufino las duras jornadas de camino. Él era así, cuando se le metía algo en la mollera no paraba. Había que andar, pues se andaba. Y dormía al raso si era menester, y se cabreaba cuando algún señorito, que había alambrado su propiedad, vedaba el paso a su ganado. La de broncas que había tenido el Rufino. Pero él era así, cuando se le metía algo en la mollera no paraba. Había que cortar las alambradas, pues se cortaban.
Y, sin embargo, desde que la Justa se fue, todo iba a peor, o eso pensaba el Rufino. La Justa hizo caso de sus hijos y se fue a la ciudad. Quería disfrutar de sus nietos, aunque fuera en un parque a la sombra de los bloques. Allá ella, dijo el Rufino. Pero lo dijo sin maldad, solo por cabezonería. Él era así.
En lo de coger un zagal, sí que tuvo que ceder. A ver, qué remedio, si todos se habían ido. El zagal era de Senegal, se llamaba Mamadou. Al principio el Rufino le hacía la puñeta: le rellenaba el jergón con ortigas, le pasaba la sal cuando le pedía el azúcar, le metía una colmena en la mochila, y cosas por el estilo. Ahora, casi diez años después, le estaba cogiendo cariño. A ver, qué remedio.
La primavera, que había sido muy lluviosa, tocaba a su fin, había que dejar el pueblo. Verás como a las vacas más hechas les va a agarrar el resfriado ese que llaman neumonía, le decía el Rufino a Mamadou., y éste se reía. De un tiempo para acá el Rufino lo veía todo negro. Tal vez era por la opresión en el pecho que cada invierno era mayor, o quizá era porque desde que la Justa se fue todo iba a peor. Por eso se reía Mamadou, que le tenía calado. No te rías, no, le recriminó Rufino, que cada vez que llueve tanto hay plaga del resfriado ese que llaman neumonía. Vale, concedió Mamadou, pero como lluvia haber limpiado hierbas de pesticidas, entonces ganado no enfermar de los intestinos. Que te lo has creído, tú, eso. Estos desgraciados esparcen más polvos en dos días que el viento solano cuando arrecia. Luego se calló, y, una vez más, reparó en que desde que la Justa se fue, todo iba a peor.
Este viaje, camino de la sierra, el resuello le obligó a pararse en lo más áspero de las cuestas, y una vez allí le opresión del pecho no desapareció. Mira que si tenía el resfriado ese que llaman neumonía. Recordó que desde que la Justa se fue, todo iba a peor, y en cuanto pudo, aprovechó un viaje del Land Rover de la leche y fue a hacer testamento. El ganado se lo dejaba a Mamadou. Buena se iba a poner la familia, pero el Rufino no lo hacía por maldad. A su familia le dejaba la casa del pueblo, que era de muros gruesos, chimenea y cocina de carbón. Pero, quería que algo de él perdurara. Él era así, cabezón.

FELIPE DEUCALIÓN