viernes, 18 de noviembre de 2016

ANIMALES



COCONUT
Coco es grande, pelirrojo
y caza ratones de reojo
Gran compañero, elegante y sincero
Le gusta comer croquetas de Mero

Desde su rincón confortable
Observa, mira;
buscando las caricias
de Albricias

Besos de arena
Sin collar ni cadena
Un salto que despierta
Y la puerta abierta......

a

...... un nuevo dia
Abierto a la curiosidad
Viviendo sus siete vidas
Alma felina
Mirada inocente...
...que sabe guardar muy bien el secreto
de su suave ronroneo.
Los pasos del leopardo no le asustan;
enroscado y soñando; saltando y jugando
son sus ojos dos gemas que ven en la oscuridad;
¿Ojos de La Caja de Pandora ?
¿Te atreverías a mirar en su interior ?


Marta Albricias











EL FUTURO FUE ANTEAYER

Estamos atrincherados en el pabellón municipal. Somos los restos del ejército carnívoro. Los animalistas nos tienen sitiados. No creo que podamos resistir mucho. Todo este lío empezó sin darnos cuenta. De hecho, muchos apoyábamos, inicialmente, la reivindicación de los animalistas en contra del mal trato a los animales en general y a los toros en particular. También vimos con simpatía la multiplicación de los vegetarianos y veganos.

Cuando se decretó, que en todos los menús de los restaurantes y casas de comidas del país, hubiera un primero y un segundo vegetariano y/o vegano, no supimos que cara poner. Los carnívoros argumentamos, que entonces en todos los restaurantes vegetarianos y/o veganos debería haber un primero y un segundo que tuviera carne. Nos dijeron que eso sería adulterar la naturaleza de los restaurantes vegetarianos y/o veganos, y finalmente lo aceptamos en aras de la convivencia con los animalistas.

Sin embargo, poco tiempo después, esta convivencia se volvió imposible. Los animalistas consiguieron la prohibición de las granjas de animales. Se consideró vejatorio el trato recibido por los animales en dichas granjas. Desde ese momento, si querías comer carne tenías que criar tú mismo al animal. Entonces hubo tumultos y algaradas, pero finalmente surgió la Liga de los carnívoros y nos auto organizamos para tener nuestro propio ganado y la paz se restableció.

No obstante, la concordia no fue posible, porque los animalistas presionaron hasta conseguir la abolición de cualquier tipo de ganado. Este fue el inicio de la primera guerra entre animalistas y carnívoros, que acabó con el armisticio de Amberes, las perdidas por ambas partes habían sido considerables. Pero los animalistas aprovecharon la tregua para rearmarse, nosotros, en cambio, la aprovechamos para abastecernos de carne. Así que la segunda guerra ha sido un continuo de victorias de los animalistas. Ahora, las últimas tropas carnívoras estamos atrincheradas en el pabellón municipal. No vamos a resistir mucho, saboreo mi hamburguesa y engraso mi fusil.


Felipe Deucalión


viernes, 4 de noviembre de 2016

LA CADENA



REACCIÓN EN CADENA
El viento susurra su historia
El árbol la recoge y la lanza
El agua la escucha y la piensa
El cielo la refleja y la guarda

Marta Albricias




INFANCIA ENCADENADA
Nací en la calle Cadena. La calle Cadena ya no existe, desapareció en el lavado de cara de Barcelona para las Olimpiadas. De hecho desaparecieron dos calles, la calle Cadena y la calle San Jerónimo, y en su lugar surgió la Rambla del Raval. Estas dos calles, además de por su vecindad, estaban vinculadas por su actividad económica. San Jerónimo era el lugar de venta de hachís y otras sustancias estupefacientes. La calle Cadena era la trastienda. Allí, en plena calle, ocultaban los camellos su mercancía para que no les pillaran con el material encima.

Mis primeros duros me los gané, al poco de hacer la primera comunión, llevando barritas de chocolate y papelinas desde mi calle hasta el bar de San Jerónimo en el que paraba Alejandro. Alejandro era enjuto, desdentado y con una trabajada voz cazallera. Durante años había consumido de todo sin picarse, pero se lío con una chiquita que podía ser su hija y que andaba enganchada a la aguja. La sobredosis les sorprendió dos portales más abajo del mío. Entonces empecé a hacer recados para otros. Siempre estábamos informados de las novedades del barrio y de las de la quinta galería de la Modelo

El barrio ha cambiado mucho, en la Rambla del Raval ahora se puede degustar comida exótica, los rostros se han oscurecido aún más, ya no puedes encontrar radiocasetes de coche de segunda mano, pero si móviles sin factura. En fin, que nos vamos adaptando a los tiempos modernos, pero yo echo de menos la calle Cadena, o quizá lo que echo de menos es mi infancia.


Felipe Deucalion





viernes, 14 de octubre de 2016

LAS FLORES SON TAN CONTRADICTORIAS


DÍGASELO CON FLORES
Su marido se había ido al laboratorio en el que trabajaba, aunque era domingo. No era sorprendente, a menudo él se refugiaba en su trabajo, no tenían gran cosa que decirse. Ella había renunciado a las grandes pasiones, se contentaba con cuidar su jardín y charlar con sus amigas. Él no, él penaba por un amor no correspondido, una compañera de trabajo joven e inconstante.

Y, sin embargo, aquella tarde de domingo ella sentía una desazón inusual. Al despedirse, había creído ver, en la mirada de su marido, una mayor frialdad que la acostumbrada. Pero desecho esta sensación y cuando el sol declinó, regó las plantas. Regar siempre la relajaba, al hacerlo, sentía que formaba parte del ciclo de la naturaleza, y todo parecía estar en su sitio

Anocheció y su marido no había vuelto. En ocasiones, enfrascado en su trabajo, se le iba el santo al cielo. Se acostó, tardó en conciliar el sueño, tenía la corazonada de que algo le había ocurrido a su marido. Por la mañana, al seguir sin noticias, la corazonada se transformó en sospecha fundamentada. Estaba a punto de telefonear a emergencias, cuando llamaron a la puerta, era un mensajero que le traía una corona de flores. Entonces tuvo la evidencia de que su marido se había suicidado.

Felipe Deucalion







viernes, 30 de septiembre de 2016

A BUEN HAMBRE NO HAY PAN DURO





A BUEN HAMBRE NO HAY PAN DURO
Al volver de la excursión, sentí un hambre atroz; había sido una marcha a pie por el campo, en la incipiente primavera y pudimos disfrutar de las maravillas naturales que a veces se nos escapan de la atención, puestos nuestros pensamientos en la vulgaridad de la vida rutinaria. Por todas partes brotaba con fuerza la vida que surgía espontáneamente de la tierra y cubría el suelo con un manto de flores y hierbas de todas clases, haciendo que nuestra vista gozara de los  colores y formas naturales que ningún pincel sería capaz de reproducir. Todo ello junto con el viento repleto de aromas y perfumes que a veces nuestro olfato no consigue distinguir muy bien, lo que nos hace envidiar a los animales, ya que éstos nos aventajan en el instinto de supervivencia. En fin, la madre naturaleza ofrecía a sus visitantes un espectáculo lleno de realidades que impregnaban el ambiente y nuestros espíritus de alegría, luz y calor que ya añorábamos tras un letargo invernal que se había prolongado más de lo habitual.
       
 Se le ocurrió a mi amiga apuntarnos a esta excursión porque estábamos algo cansadas de la monotonía de la vida ciudadana ,y llevábamos varios meses sin salir a respirar el aire puro del campo y hacer ejercicio físico y mental y coger un poco de energía solar. Es difícil explicar con palabras el sentimiento de placer, de paz, fuerza y gozo vivido en el paseo campestre. Se nos abrió el apetito tras la larga caminata de dieciséis kilómetros, en la que también subimos algún pequeño cerro y cogimos hierbas aromáticas, té, poleo, orégano, milenrama, y algún pequeño fruto silvestre o semisilvestre que aún salía en alguna finca abandonada. Además brotaron de nuestras cabezas multitud de ideas y pensamientos que fuimos compartiendo y desarrollando con los compañeros a lo largo del camino, y no parábamos de hablar y contar historias que parecían sacadas del baúl de nuestros recuerdos , y que fueron muy gratificantes y además sirvieron para conocernos más entre nosotros y establecer vínculos amistosos que no esperábamos.
      
 Mi corazón se llenó de alegría cuando ya de regreso en la ciudad, uno de los participantes nos invitó a varias personas a comer a su casa. Al buscar en la nevera vio que solo tenia unas cervezas, unas pocas cebollas y una docena de huevos, y dijo: yo soy mal cocinero pero estoy seguro que vamos a comer muy a gusto. 
       
Y así, mientras comentábamos las incidencias de la excursión, tomando las cervezas con un poco de sal y limón, preparó una saludable sopa de cebolla y nos tomamos la sopa con abundante pan integral que siempre dijo tener de reserva; después nos comimos un par de huevos fritos cada uno, que nos supieron a gloria. Y es que:

         A buen hambre no hay panduro
         y un buen par de huevos fritos
         un alimento seguro.


Mariajes

viernes, 16 de septiembre de 2016

EL JABALÍ



OBELIX EN COLLSEROLA
Astérix y Obélix habían llegado a nuestra ciudad en calidad de turistas. Aquella mañana, después de un copioso desayuno continental en el bufet libre del hotel, se encaminaron a la Pedrera, esa curiosa construcción en piedra que no es un menhir.

Sin embargo, Obélix, que notaba cierto vacío en la panza, le dijo a Astérix que el pasaba de ver monumentos de piedra que no fueran menhires y que se iba a Collserola, donde le habían dicho que abundaban los jabalís.

Al llegar a las estribaciones del Tibidabo, Obélix divisó a una familia de jabalís que hurgaban en unas basuras. Al instante, Obélix se lanzó al cuello del jabalí de mayor tamaño y lo asfixió.

Cuando bajaba por la avenida Tibidabo, deleitándose por anticipado con el manjar que llevaba sobre el hombro, una patrulla de la urbana lo detuvo, le quitó el jabalí y encima le multó. Ante lo cual, Obélix no pudo menos que musitar, “estos romanos están locos”.


Felipe Deucalión







PEQUEÑOS JABATOS
“Pere, despierta, que ya canta el gallo “ le había dicho su hermana, Rita, sacudiéndole el hombro. “Tenemos que ir al monte, antes de que se despierten papá y mamá. Es nuestra oportunidad, ya que anoche se quedaron hasta muy tarde viendo una película. Así que hoy tardarán en levantarse.”

Pere se hizo un poco el remolón pero pronto se vistió y salieron los dos. Estaban de vacaciones en la granja del abuelo, que sí solía madrugar, pero nadie esperaba que los niños se levantaran antes de las nueve de la mañana. Para entonces ya se habrían adentrado por campos y cerros donde no se les permitía ir solos.

No era la primera vez que efectuaban una expedición secreta, siempre vigilando la hora –estarían de vuelta antes de que sus padres se despertaran, darían un rodeo y entrarían por la ventana de detrás para no ser vistos por el abuelo, que estaría ordeñando a las vacas. Pere, que era el mayor y ya sabía escribir, llevaba una libreta y lápiz para anotar puntos de referencia de la ruta que realizaban y así poder regresar sin problemas.


No era la primera vez, pero ésta iba a ser memorable. Tras caminar unos cincuenta minutos llegaron a un tupido matorral de donde salían unos mujidos extraños. Se acercaron sigilosamente para no ser vistos ni asustar a nadie,… y allí estaban: una jabalina que acababa de parir cuatro crías rayaditas. Dos de ellas mamaban sin problemas. Pero las otras dos cabeceaban pero eran demasiado pequeñas y no alcanzaban las tetitas de la madre. Pasaron así un buen rato, y nada, que no podían mamar. “Pero… ¿por qué no se agacha la mamá?” preguntaba Rita. A lo que el Pere respondió “No puede, no puede doblar las patas. la Naturaleza es injusta. Esos pequeños jabatos morirán porque no pueden mamar y no podrán seguir a sus padres y hermanos.”

Estuvieron observándolos un buen rato y, efectivamente, la madre marchó seguida por los bebés. Pero los dos pequeños se quedaron por el camino, ya que al no poder mamar no tenían fuerzas. Entonces Rita dijo, con lágrimas en los ojos: “No puede ser, debemos hacer algo”. “Tienes razón” –dijo Pere, “Pero… ¿qué podemos hacer?”

Rita sugirió que volvieran rápidamente a la granja del abuelo y explicaran todo a sus padres. A Pere no le hacía gracia descubrir su expedición secreta. Pero Rita lo convenció de que era más importante ayudar a esos pobres jabatos que mantener su secreto. Ya pensarían en otro secreto diferente más adelante.

Y así lo hicieron. Emprendieron el camino de vuelta. Pero al llegar a casa no encontraron a sus padres. “Han salido a buscaros, estaban muy preocupados por vuestra desaparición” dijo el abuelo. “Yo sabía que regresaríais sin problemas, pues sé que sois unos niños precavidos, que miráis bien por dónde andáis… Pero ellos no se quedaban tranquilos y salieron en vuestra búsqueda. “.

Regresaron los padres desesperados , dispuestos a llamar a las autoridades para que les ayudaran a buscarlos, y allí estaban Pere y Rita, temerosos de la reprimenda que iban a recibir. Pero fue tal la alegría de verlos sanos y salvos almorzando con el abuelo, que los llenaron de abrazos y besos antes de escuchar las peripecias que los niños explicaron ansiosamente.

Entre todos decidieron que lo mejor que podían hacer era traerlos con la furgoneta hasta la granja donde los alimentarían con biberones hasta que crecieran lo suficiente como para ser capaces de alimentarse de alimentarse de trufas, bellotas, setas y demás alimentos que pudieran encontrar en el bosque. Y así lo hicieron. Cada día Pere y Rita preparaban biberones y los alimentaban. Y así un día y otro día . Hasta que un día, cuando las vacaciones estaban terminando la Rita los descubrió olfateando la tierra y comiéndose unas lombrices, y luego unas setas.

Al cabo de unos días decidieron que ya era hora de que vivieran en libertad, pues ya podían alimentarse por sí mismos. Los llevaron con la furgoneta grande al lugar de donde los trajeron, gracias al plano que el Pere había hecho y que seguía guardando en la caja de papeles importantes.


Y allí los dejaron, detrás de los matorrales. Estuvieron observándoles hasta ver que efectivamente se encontraban cómodos y que encontraban y comían bellotas, trufas, … y otras cosas que no alcanzaron a ver qué eran.


“Hora de regresar” –dijo papá.


“¿Me dejas conducir un ratito la furgoneta, papá?” –preguntó el Pere.


“ Vale. Pero sentado encima de mí . Tú manejarás el volante y yo el acelerador y el freno, pues todavía no te llegan los pies , mi pequeño jabato”


Mariajes




PORC SENGLAR

Correu, correu! No us pareu i no us separeu ni un centímetre de mi !

Els petits fan el que els diu la seva mare. Es una famella molt experimentada, que sap com evitar els depredadors. Els tres s’endinsen a la zona més inexpugnable del bosc, on saben que a l’home li costa arribar. Una vegada ben camuflats entre les branques dels arbres i els matolls , ella els diu que si están ben quiets, poden passar desapercebuts fàcilment. Al cap d’una estona ja no senten les veus humanes i el bosc ha quedat en silenci. Només alguns ocells canten sense cap preocupació aparent. El sol es va amagant darrere l’horitzó i les ombres es fan més llargues i misterioses. A l’altre costat del cel, roman la lluna, pàlida i misteriosa com sempre.

La mare i els dos cadells estàn actius per la nit. Mengen glans i acostumen a desplaçar-se lluny quan es fosc.

_ Oh petits, deixeu-me dormir una mica més! - diu ella -

-Ja és de dia i comença a ploure, volem anar a revolcar-nos pel fang! Segur que avui ens ho passarem be i també hi deixarem la nostra olor – diuen els seus fills a cor-


Feliços i contents disfruten com a bojos amb el llot i els seus cosos ratllats queden coberts com si fossin escultures de xocolata. De sobte se sent la veu de la mare:


- Quedeu-vos quiets. Ens segueix un mascle. Jo ja el conec de l'any passat, peró no sou fills seus. Quan arribi l'època de zel ho tornarà a intentar, peró ja ho veurem. Ara encara sou petits, no ens farà res.

La família va passar una primavera amb menjar abundant, però a l'acabar l'estiu, l'aliment va començar a minvar. Un dia com qualsevol altre, la famella va sentir veus de persones. Després d'observar-les amb deteniment, va arribar a la conclusió que no eren perilloses. Estaven assegudes a les taules de fusta de l'àrea de pícnic i reien i menjaven coses amb una olor exquisida. Ella es va anar acostant amb precaució i algunes persones la van veure:


- Oh, un porc senglar!

- Que gran, peró deu ser una famella, te una cara preciosa amb aquests ulls petits i foscos!

- Dóna-li una mica de pa!

- Sembla que no te por, ara m'hi apropo.


Seguidament van sortir les cries i es situaren darrera la mare. Els crits d'espectació dels començals gairebé espantaven els petits.


Quan més eufórics estaven tots ells, va acostar-se un home amb un pal i va començar a perseguir els animals. Els senglars, van corre cap al bosc i una noia es va aixecar de les taules de fusta i va increpar al nou vingut:

-No els facis mal, sents? No els facis res!

-I tu qui ets? Jo faig el que vull!

Algunes persones també es van aixecar i van agafar l'home que es retorçava i els insultava ferotjament.

Els senglars van desaparèixer ràpidament i l'home molt contrariat va marxar.

Un cop en lloc segur la mare va dir als seus cadells:


- No us heu de refiar mai dels humans. Es veritat que tenen menjar fàcil d'aconsseguir i alguns d'ells van amb bones intencions, peró mai us acosteu massa confiats i així podreu viure més anys. Les persones no respecten la natura i encara han d'aprendre bastantes coses sobre el mon on vivim. Nosaltres som animals salvatges i cada cop més, el nostre habitat es barreja amb el seu mon, per aixó hi ha problemes. Potser un dia podrem conviure junts, però de moment haureu de seguir amagats.


Laia
















domingo, 17 de julio de 2016

IMAGEN



UNDERGROUND
Cansados de que todo les fuese dictado, de ver cómo su espacio creativo se teñía cada vez más de oficialidad dirigida - y en tantas ocasiones manipulada -, fueron en busca de nuevas vías de expresión que les permitiese ir más allá de lo establecido: eran seres diversos y su desarrollo no podía ser impuesto por nada ni por nadie.


Marta Albricias




EN TRANSITO
Esperando. Tiempo muerto.  Transición entre momentos  vitales. En ese tren que les transportará a otro lugar, otro escenario, otra vida, nueva y diferente vida. Quizás mejor, o quizás peor. No saben. 

¡Cuántas personas distintas y parecidas, en el mismo vagón!. ¡Cuantos motivos distintos y parecidos, les han llevado a ese lugar! .  Esas personas de distinta procedencia, con sus luchas particulares, sus paraísos perdidos, sus esperanzas de un futuro mejor, o quizás peor… esperanzas de ser capaces de sobrevivir a lo que venga .  Hay quien espera pacientemente con la mirada hacia el infinito y la mente en blanco. Hay quien observa a otra persona de las que allí se hallan. Hay quien aprovecha para leer ese libro  con el que se acompaña.

Entre todos conforman una escena irrepetible, momentánea, que está pasando en una pequeña parte de la vida del mundo. Comparten el mismo espacio, sin saber que esos momentos nunca más se repetirán en ese grupo de personas concretas, a esa hora, en ese lugar.  Y el fotógrafo, ¿lo sabe?


Mariajes




MAL VIAJE
Se abrieron las puertas y entró un joven alto y delgado. Llevaba una gorra negra y un chándal abierto con capucha del mismo color. Se adivinaba una sudadera lila con algún motivo irreconocible. Sus orejas estaban adornadas con unos pequeños auriculares. Movía el pie al compás de la música que se oía porqué la llevaba muy alta. Se cerraron las puertas del vagón del metro casi en el mismo instante en que el joven se apoyaba en una esquina y abría un libro. El compartimento estaba lleno y no había sitio en el que sentarse. Parecía imposible como podía concentrarse en la lectura con el ruido del metro y de su música. 

En la siguiente estación entró tal cantidad de gente que no se podían cerrar las puertas. Era hora punta. El  chico no se inmutó, ni tan siquiera levantó la cabeza del libro o se recolocó, tan absorto estaba. La verdad es que todos viajaban apretados como sardinas en escabeche. La incomodidad era la nota común incluso  para los que estaban sentados cuya única visión eran los pasajeros que tenían delante, una muralla impenetrable de piernas, bolsos y caras serias.  

Súbitamente el vagón se paró dando un tirón. La luz interior se apagó. El compartimento quedó en penumbra iluminado sólo con los dispositivos de emergencia amarillentos. Sonó un suspiro generalizado y los pasajeros se quedaron quietos como ratones asustados. Algunas personas estaban resignadas pero los rostros de otras demostraban miedo. La avería, que era la posibilidad más creíble y preferible a cualquier otra, empezaba a durar demasiado. Algunos se estaban poniendo nerviosos y comentaban que era un metro moderno, sin conductor.  Una mujer de mediana edad, bastante atractiva, empezó a temblar. Por su cara descompuesta y blanca como la leche caían gruesas gotas de sudor. El hombre que estaba apretado junto a ella le preguntó si  se encontraba bien. Ella logró articular algunas palabras y dijo que padecía claustrofobia. No pudo contenerse más y empezó a gritar histéricamente que quería salir de allí y que iban a morir todos. La situación era espantosa.  Nadie podía moverse. El joven de los auriculares guardó el libro y sacó de su bolsa, como pudo, una navaja. Los viajeros cercanos gritaron asustados. El chico logró imponerse y los hizo callar. Estaba cerca de la salida  y empujó a las personas que le rodeaban, a pesar de sus quejas, forzando la puerta con el cuchillo hasta que logró abrirla colocando su mochila para impedir su cierre. Pidió que se apretaran todavía más para conseguir que la mujer medio desmayada llegara a la abertura y pudiera coger aire. Ella fue recuperándose y el color volvió a su rostro.  

No tardaron mucho en encenderse las luces. El tren volvió a ponerse en marcha. Todos respiraron aliviados. El joven sujetó bien a la mujer.  En la siguiente parada bajó con ella. Ya había personal del metro y sanitario en el andén.  Ésta le dio las gracias y él le regaló su libro “Como perder el miedo a la claustrofobia”. – Yo lo conseguí- dijo, -tú también puedes-.


Lali

viernes, 1 de julio de 2016

CHATEAR





 CHATEANDO VOY, CHATEANDO VENGO
He conocido a una chica por internet. Se llama Mercedes y nuestro intercambio de e-mails ha seguido una progresión geométrica. Ya nos hemos contado nuestras vidas, quizá no con detalle, aunque sí en sus aspectos fundamentales. Ha llegado el momento de pedirle una cita, de pasar a la acción. Pero no acierto con el tono adecuado para pedírselo, o me sale demasiado formal, y entonces creo que haré el ridículo, o me sale tan desenfadado que temo pasarme de la raya y caer en el descaro.

En esas estaba, intentado redactar por enésima vez el condenado e-mail, cuando apareció mi colega Paco

¿Qué pasa tío? –me preguntó.

Nada, tío, que no sé cómo chatear con una churri.

Eso se arregla muy fácil. Tú vente conmigo.

Seguí a mi colega hasta la tasca de la esquina.

Ponga dos chatos, buen hombre, que mi amigo necesita chatear –dijo Paco nada más entrar.

Que no, tío, que yo me refería a …

Pssit–me cortó mi colega, y luego añadió-. Tú a callar y a beber

La verdad es que Paco tenía razón y al quinto vino que nos tomamos lo vi claro. Dejé a mi colega en la tasca, para que pagara los chatos consumidos, me fui a mi casa, me senté ante el ordenador y escribí:

“Mercedes, guapi, tengo muchas ganas de conocerte.
¿Qué te parece si nos vemos mañana a las doce delante del Zurich? Si no te va bien, dime tú el día, la hora y el sitio.”


Felipe Deucalion

viernes, 17 de junio de 2016

PAN




ENTREVISTA FALLIDA
La Loli no se puso sujetador, se encasquetó una camiseta ajustada que le marcaba los pezones. Lástima que no sea de tirantes, pensó. Se maquilló, se echó unas gotas de un perfume de nombre sugerente, Mystère et Passion, que había encontrado de oferta en el Carrefour, bajó a la calle y se encaminó con paso firme a la oficina de la Caixa.

Entró en la oficina y preguntó por el director, pero su Oriol, como ella le llamaba, estaba ocupado y tuvo que esperar. Se sentó enfrente de la cristalera que delimitaba el despacho del director y, como las persianas no estaban cerradas, a través del cristal observó claramente que su Oriol atendía a una lagartona que tenía una parada de casquería en el mercado del barrio. Seguramente la casquera se valía de los mugrientos billetes que ganaba a base de higadillos, tripas y otros desperdicios para intentar encandilarle. Pero aunque no llevaba su pringoso delantal no había peligro, ella le daba cien vueltas a aquella vendedora de criadillas que tenía la cara como un pan de kilo y nunca sabías con qué ojo te miraba.

La casquera se había desabotonado convenientemente la blusa y enseñaba canalillo. No en vano decía la gente que su marido llevaba más cuernos que el padre de Bambi. Además, la muy lagartona se hacía la tonta y el pobre director tenía que explicarle detalladamente las diferentes modalidades de inversión que su entidad podía ofrecerle. A la Loli se le estaba haciendo tardísimo, tenía que irse al curro. Miró a través de la cristalera y contempló el acentuado estrabismo de la casquera estampado en aquella cara de pan de kilo. Eso la tranquilizó, y se dispuso a marcharse.

Felipe Deucalion





BUSCANDO EL PAN
Lina había ido a comprar el pan, pero en lugar de ir por el camino habitual, había tomado otro, para satisfacer sus ansias de aventura. Un camino que nunca antes había tomado, siguiendo los consejos de su abuela, con la que vivía desde niña.

Al cabo de una hora se vió perdida por las calles del antiguo barrio judío, de viejas casas semiderrumbadas, deshabitadas muchas de ellas.  Las pocas personas que vislumbró pasaban con la cabeza baja en actitud de meditación o quizás de hostilidad y desconfianza. “Qué buscas, niña” le preguntaban.  “Busco el pan” contestaba, y con un gesto la iban encauzando por las callejuelas, hasta llegar a un edificio de sólidas paredes de piedra. Empujó una enorme y pesada puerta de hierro,  entró, y la puerta quedó cerrada tras ella, como traccionada por fuerzas sobrehumanas, con lo que Lina de pronto se vio sumida en una inmensa oscuridad, y se desmayó.

Al cabo de un tiempo indefinido abrió los ojos.  Una luz tenue le permitía ver que se hallaba en una gran sala sin mueble alguno, de cuyas paredes colgaban cuadros con figuras meditativas, religiosas, serenas,  hieráticas, con perspectiva inversa. Contemplándolas, pudo ver sus colores  azules, verdes, rojos, y dorados. Sus ojos se extasiaron mirándolos, en sus formas, sus tonos, el brillo que el dorado proporcionaba. Comprendió que eran iconos bizantinos que habían sobrevivido las destrucciones de las guerras. Lo divino estaba allí.  Había sido conducida por callejuelas desconocidas hasta un lugar donde se hallaba la belleza y vitalidad de su brillo, la alegría y la serenidad de lo trascendente, de lo que permanece. El pan de oro de los iconos era pan que alimentaba el alma.  Aunque quién sabe de qué extrañas si no turbias maneras habrían llegado hasta allí esas imágenes.

Mariajes



viernes, 27 de mayo de 2016

HUEVOS FRITOS



UN PAR DE HUEVOS FRITOS


Friendo huevos al alba estaba, en aquella oscura cocina , su cocina, de un pueblo apartado de Galicia, su pueblo. El ruido del aceite saltando sobre las claras y transformándolas en encaje comestible, el aroma del frito, el calorcito que salía de la sartén y templaba la frialdad de esa mañana de otoño. Todo ello la hizo recordar aquellas mañanas de su adolescencia cuando la familia despertaba con el canto del gallo y se disponían a alimentarse para tomar fuerzas, pues el trabajo del campo iba a ser duro.

¡Cuánto había llovido desde entonces! Juana, al igual que su hermana, habían emigrado a la ciudad, ¡menos mal!, diría muchas veces. De haberse quedado en el pueblo, su vida no habría podido ser tan interesante, no habría podido desarrollar una profesión, ni conocer personas y actividades con las que se había enriquecido, que la habían transformado.

Ahora, el único hermano que le quedaba, que nunca quiso abandonar el pueblo ni la casa de la familia, se debatía entre la vida y la muerte en el hospital más cercano. Había venido a verlo en cuanto tuvo noticia. Llevaba una semana yendo al hospital para acompañarlo. Su aspecto empeoraba de un día a otro. No había ninguna esperanza de posible mejoría. Aunque no tenía que salir a trabajar al campo, Juana necesitaba comerse ahora un buen par de huevos fritos.


Mariajes





MALDITOS HUEVOS
Su mujer se lo advirtió, estos huevos fritos para cenar no te van a sentar bien. Gerardo, precavido, se tomó una manzanilla antes de salir de casa. Debía vigilar a la amante de un importante empresario. Aparcó enfrente de la ventana de la querida del empresario, sacó la cámara de fotos, le colocó un potente teleobjetivo y se revolvió inquieto en el asiento. El ardor de estómago le estaba dando los primeros avisos, a pesar de la manzanilla ingerida.

Gerardo dejó la cámara en el asiento del copiloto y observó que unos metros más adelante había un bar abierto. Pensó en tomarse otra infusión, pero lo desechó por inútil. Una arcada le subió con fuerza y un rictus de amargura se plasmó en su cara. Las consiguientes náuseas le confirmaron que no tardaría mucho en vomitar ¡Qué mierda! Pensó, esto de joven no me pasaba,

En aquel instante, se iluminó la ventana de la amiguita del empresario. Se podía observar su espléndido busto que estaba siendo acariciado por un musculoso joven. Gerardo cogió la cámara y enfocó a la ventana, tarea complicada por las arcadas que le subían. Tuvo que desistir y, ante el riesgo de manchar la tapicería, salió del coche. Corrió hasta el bar que estaba unos metros más adelante y, sin pedir nada, entró en el lavabo. Un poco después, las convulsiones de sus vómitos coincidieron con las de la pareja al alcanzar el paroxismo del amor.

Felipe Deucalion

viernes, 13 de mayo de 2016

INVISIBLE




LA INVISIBLE SABIDURÍA DE AMON-RA
El Jefe de la aldea, Zenekh, juraba y perjuraba que la cosecha había sido nefasta, y que este año no podían aportar más grano al Templo. El Escriba, que hacía rato que no le prestaba atención, acabó de copiar las entradas del día anterior, echó arena al pergamino y lo dejó a un lado. Después cogió de nuevo la relación de entregas del día de hoy, la extendió sobre la tablilla que tenía entre las rodillas, y comprobó una vez más la cantidad de grano que debía aportar el Jefe de la aldea. Le miró impertérrito, le rogó que callara un poco, y le volvió a informar que faltaba casi la mitad de la cebada que debía entregar. Eso es imposible, se quejó Zenekh, tiene que haber un error. Ah, un error, le contestó el Escriba al tiempo que se levantaba, pues aguarde un momento que voy a consultar.

Cada año algún listillo trataba de escamotear parte de la cosecha que correspondía al Templo. El Escriba sabía cómo proceder. Fue al archivo, recogió los registros del pozo y después buscó al Supervisor de los sagrados graneros de Karnak.

Lo encontró almorzando unas gachas y dos perdices escabechadas. Tras informarle del caso, el supervisor consultó los registros del pozo y comprobó que la subida de las aguas subterráneas atestiguaba que todas las tierras de labor de la aldea de Zenekh habían sido convenientemente inundadas aquel año, y que la cosecha en absoluto había sido mala.

El Supervisor encargó dos perdices para el Escriba. No convenía apresurarse. Remataron el almuerzo con unos pastelitos de almendra y miel, calcularon que el Jefe de la aldea ya debería estar bastante angustiado, y fueron a verle.

Nada más entrar, el Supervisor le clavó su mirada, resaltada por unos párpados oscurecidos por el maquillaje. El pobre hombre bajó los ojos. Amon-Ra lo ilumina todo, lo ve todo y lo sabe todo, ¿o no es así?, preguntó iracundo el Supervisor. Así es, gran señor, Amon-Ra es el grande, el más poderoso de los dioses, respondió Zenekh, que empezaba a sospechar que el conjuro, que le vendiera aquel mago, no había surtido el efecto deseado: ocultar a Amon-Ra la magnitud de la cosecha. Y entonces, prosiguió el Supervisor, ¿cómo osas decir que hay un error en sus cálculos?, y antes de responder, recuerda que Amon-Ra es juez implacable. Y también de corazón misericordioso, añadió el Jefe que buscaba desesperado una vía de escape. Muy hábil, reconoció el Supervisor que las cogía al vuelo, pero antes de hablar de misericordia, contesta, ¿de quién es el error? Mío, gran señor, sin duda que debe ser mío, admitió Zenekh. Y el Escriba sonrió con aire de suficiencia.

Camino de su aldea, el Jefe entonó de corazón un himno de alabanza a Amon-Ra, el Sabio. Luego empezó a cavilar en cómo resarcirse del mago.

Felipe Deucalion

viernes, 29 de abril de 2016

ELECCIONES





viernes, 15 de abril de 2016

ZUMBA EN EL GERIÁTRICO



ZUMBA EN EL GERIÁTRICO
La directora de la residencia El Jardín de Matusalén sudaba sangre. Para sus adentros maldijo el momento en que incluyó la zumba en el programa de actividades de los ancianitos. Ya no sabía que más decirles, con ellos, y especialmente con ellas, era imposible razonar. Resultaba que tal y como planteaba la clase la monitora les parecía muy sosa, sin ninguna gracia, que ellos, y sobre todo ellas, habían visto en el You Tube que eso de la zumba incluía coreografías chulas y contoneos de caderas. Y que lo que ellos hacían era una tabla de gimnasia sueca, solo que con música.

Al precio que estaban las prótesis de cadera, les había argumentado la directora, qué querían, no se podía hacer otra cosa y se debían de conformar. Parecía que los viejetes, aunque fuera a regañadientes, se iban resignando casi todos, solo faltaba un pequeño conciliábulo de seis abuelitas. Entonces una de ellas, la Paqui, le preguntó a la directora que si tenía un puerto uesebé. La directora con aire de suficiencia les dijo que sí, pero que para qué querían ellas un puerto uesebé. Pa conectar mi móvil le respondió la Paqui y asina poder ver lo que es la zumba de verdad.

Los ancianitos miraron embelesados las imágenes del móvil de la Paqui y empezaron a idear una coreografía con los pasos que más les gustaban. La directora, por su parte, se fue a llamar al abogado con el objeto de establecer una estrategia legal con la que hacer frente a las demandas de los familiares por las roturas que se avecinaban.

Felipe Deucalion

viernes, 1 de abril de 2016

LAS LUCES DEL NORTE



LAS LUCES DEL NORTE
Hoy ha sido el primer día de Faissal en el cole de Barcelona. Es muy distinto al de Casablanca, allí él entendía lo que le decían y conocía a sus compañeros. Al principio ha ido bien, ha estado con una señorita que le hacía repetir unos sonidos y luego los ha relacionado con unas letras. Como Faissal sabe algo de francés, no le ha sido muy difícil, además la señorita era paciente y cariñosa con él. Pero luego lo han puesto en una clase a la que ha llegado un profesor muy serio, que a veces gritaba y se enfadaba. A Faissal le ha dado una hoja con unos dibujos y unas letras. Como no sabía qué hacer con la hoja, no ha hecho nada.

Lo peor ha sido a la hora del patio, se ha pasado todo el rato apoyado contra la pared viendo como los chicos jugaban al futbol. El resto de la mañana ha estado en la clase, mientras desfilaban por el aula profesores y profesoras que le ponían al lado de algún compañero para que le ayudara. Él ha copiado lo que hacía su compañero sin entender nada.
Al salir del cole, Faissal ha recogido a su hermano pequeño y se han ido a casa. Ha calentado la comida que su madre les ha dejado y han comido. Por la tarde han puesto la tele marroquí y a Faissal se le han saltado las lágrimas.

Felipe Deucalion

viernes, 18 de marzo de 2016

VENTANA




UNA VENTANA AL HORROR 
Acaricio mi fusil. Desde esta ventana tengo una buena visión del campus universitario. Van y vienen de un edificio a otro o están sentados en círculo sobre el césped. Se van a enterar de quién es el Paco. Mi ph es de siete, como el del agua. Me lo he mirado esta mañana. El ph es muy importante, por eso yo controlo todo lo que como.

Mi ropa militar se mimetiza con los postigos de la ventana. Soy invisible al mundo, pero pronto me daré a conocer. La Vane ya no podrá decir, que soy un don nadie, que me faltan cojones. Cómo rabiará cuando vea que soy famoso. Si se hubiera enrollado conmigo, podría salir en las tertulias esas que tanto le gustan. Qué se joda y siga en esa oficina de mierda yendo a por cafés y chupándosela al jefe. Claro que con tanto café como toma pronto no se le levantará, debe tener el ph por las nubes.

Les veo por la mirilla, qué poco les falta y no lo saben. Esta noche el telediario abrirá con mi foto, se harán películas sobre mi vida. Da igual por quien empiece. No hay que dudar,me valen los que están sentados junto al abeto. Mi ph es perfecto. Vamos allá.


Felipe Deucalión







LA VENTANA POCO DISCRETA
Entro en la habitación del hotel.  Miro por la ventana.
Veo las calles vacías, sin vida,  las ventanas de las casascon las persianas bajadas para que no les entre el calor de este tórrido verano. Me aterra la sensación de soledad y vacío que percibo.

Acabo de llegar dispuesta a conocer este lugar que a tantos visitantes atrae, como si fuera un imán.Ya está atardeciendo. Salgo. Envuelta en sudor me deslizo por sus calles, me disuelvo en el ruido de sus coches, sus sirenas.  Pongo  mi oído en los intercambios, en las voces, en las acaloradas tensiones de ciertas conversaciones. Se oye una explosión. Con las antenas puestas continúo mi aventura de inmersión en situaciones que no muestran la ciudad que esperaba ver tras oír hablar de ella apersonas que la habían visitado o deseado visitar.

Cansada, me siento en un banco de una plaza.  Intercambio impresiones con dos estudiantes  que están comiendo un bocadillo,  Marchan.  Saco mi libreta y pluma.  Me dispongo a describir lo que he visto,  y a continuar describiendo los sentimientos de mi corazón.  Y descubro que, ninguna de las dos cosas se corresponde ya a lo que eran cuando al llegar, desde la habitación del hotel, miré por la ventana.



Maríajes




viernes, 4 de marzo de 2016

IMAGEN










MAS CLARO QUE EL AGUA O LA BARBARIE HUMANA.
Año 2026: Las tropas de la ONU entran en Alepo para limpiar los escombros de una ciudad completamente destruida. Al entrar en una de las casas donde aún quedaba en pié una planta, vieron sobre el alféizar de la ventana, un vaso medio lleno de agua. En todas las repisas de las cocinas que se habían salvado de la destrucción había un vaso de cristal lleno hasta la mitad de agua. Los soldados se extrañaron y no supieron dar una respuesta a ese hecho. 
Año 2016: - ¡baba, el agua se mueve!- 
-¡Ahmed, Aicha, corred, meteros bajo los colchones!... 


Lola Ruiz 



NOSTALGIA
Con los años los recuerdos se amontonan, se enredan unos con otros y así pasamos de evocar el rostro de un ser querido al dolor de una traición, de deleitarnos con un pequeño triunfo que tuvimos a hundirnos bajo el peso de un fracaso reiterado. Las combinaciones tienden a ser infinitas, el caballito de cartón de nuestra infancia se entremezcla con las sórdidas calles por donde hemos arrastrado nuestra desventura.

Parece que el pasado se adelgaza, pierde consistencia. Tan real me parece lo que pasó, como lo que pudo pasar y no fue. Divago y lo que ocurrió hace tiempo no se distingue de lo que acaba de sucederme, quizá porque siempre pasa lo mismo, solo que con diferencias infinitesimales que nos producen la ilusión de la novedad en el eterno retorno de nuestras vidas.

En esta superposición de los datos de la memoria, los hechos concretos se vuelven transparentes como las gasas. Entonces rememoro la ventana del comedor de casa de mis abuelos, más allá se distinguen las deshojadas ramas de un árbol, y más acá, sobre el alfeizar, un vaso con agua, y todo está envuelto por una luz amarillenta que lo unifica.


Felipe Deucalión




LA TIA ELOISA
La última vez que la vieron fue a finales del verano.  Ven, conocerás a una tía a la que todavía no conoces, le había dicho su papá.  Al entrar en su casa Anita sintió náuseas y ganas de marcharse.  Quizás también su padre sintió lo mismo, ylo disimulara mientras le decía “venga, no exageres”. 

“Eloisa!,… ¡Eloisa!”  repitió Gonzalo. Toda la casa había sido blanqueada, paredes y suelo. Pero ¡ hacía tanto tiempo! Ahora la cal estaba agrisada en algunos trozos, amarillenta en otros.  Las grietas habían hecho saltar trozos de cal y el polvo calizo se mezclaba con ese olor extraño que repelía. Era como entrar en una cueva maloliente.

Caminaron por el irregular suelo del pasillo hasta llegar a una habitación donde la encontraron sentada en una vieja silla de madera y mimbre, junto a la ventana, vestida con ropa negra que con el paso del tiempo había perdido también su negrura.  Su cuello sostenía con rigidez una cabeza casi calva, un rostro inexpresivo, unos ojos sin movimiento, Pero lo que menos le gustó a Anita es que tenía  bigote.  La vieja gata, Tesa era su nombre, dormía a los pies de Eloisa, con aspecto famélico y desfallecido.  A las preguntas de Gonzalo,Eloisa contestaba, tras unos segundos, con monosílabos que parecían provenir de una gruta, y que provocaban un eco en el vacío recinto.  Gonzalo le trajo un vaso de agua.  Le ofreció traerle comida si necesitaba, a lo que ella respondió con un grave, antipático y costoso “no”.

Al regresar a casa, Anita corrió a los brazos de su madre, le miró la cara, los ojos, la parte superior del labio.  Se zambulló en sus brazos, en sus besos, en su aroma. Hizo los deberes del colegio.  Y por la noche, cuando después de leerle un cuento su madre la abrazó y le dio las buenas noches, Anita dijo: “Tú no serás nunca como tía Eloisa, ¿verdad mamá?”


Mariajes




TRANSPARENT
Diuen d’en Pere, en aquella època batlle del poble, que era una persona transparent, com l’aigua en un vas en el marc d’una finestra, clar i diàfan com el vidre. Mai havia mentit i tothom el creia.

El poble quedava lluny de l’autoritat del governador, que era el delegat del rei. Els seus habitants acudien a ell per resoldre els seus conflictes i el consideraven sempre just i sincer. En Pere era una persona generosa i sense malícia.

En aquells temps convulsos, en el poble hi havia molta gent que passava gana.  La guerra havia arribat fins allà.  També, encara quedaven alguns bandolers per la contrada. Va córrer la veu que havien robat un carregament d’or i plata del governador, i que havia estat El Negre, cap dels bandolers de la regió.

A la nit en Pere va sentir uns cops a la porta molt suaus. Es llevà del llit i va obrir. Als seus peus jeia un home molt mal ferit. Per la seva indumentària va veure que vivía a la intempèrie, i pel trabuc que duia…
-   Soc “el negre” – va dir- i si em deixes entrar no t’en penediràs.

El Pere no s’ho va pensar i l’acomodà en un llit. Al cap de poc van sentir cavalls. Era la guardia. El Negre em digué - si no em delates repartiré el botí que tenen els meus homes amb tu- El Pere accedí, i el bandoler es va arrossegar fins quedar amagat sota el catre.

Quan els soldats de la guardia entraren a la casa del batlle, el capità amenaçà en Pere dient-li: -si has vist el Negre i no ens ho dius et consideraré còmplice i seràs condemnat a mort-  Els ulls del Pere el miraven fixament, i eren tan clars i cristal.lins que tots el van creure quan va dir que no  en tenia noticia, i el capità girà cua convençut.

Pocs dies després que marxés el Negre recuperat de les ferides, es presentà a casa del Pere un home emboçat que duia una bossa plena de monedes i què li digué -Aixó es per a tu, de part del Negre. Ell ha complert- I va marxar.

El Pere repartí els diners entre els veïns del poble. Encara avui hi ha una estàtua a la plaça Major, en memòria seva que diu:
“El batlle dels ulls transparents”.


Laia