viernes, 22 de mayo de 2015

FUGIR / HUIR



LA HUIDA
Les comunicamos que debido a una fuga de ideas,
No he podido escribir ni una línea.
-El cerebro-

Lola Ruíz



IRÁS Y NO VOLVERÁS
Mis ojos semicerrados y humedecidos por la tristeza divisaban el último atardecer de la costa senegalesa. Sentado, con las piernas dobladas y abrazadas por mis brazos, cual largas eran las dos extremidades, esperaban apiñadas con muchos otros africanos a mi turno para subir a la cavidad pre mortuoria que me brindaba la oportunidad de una nueva vida a empezar en Formentera.

Subí de noche, después de una hora de temblar debido a la gélida corriente atlántica, dejé de divisar la oscuridad azabache en el cielo. Una inmensa ola me zambulló en el entorno añil más profundo donde me morí con una sonrisa en la boca sin que Alá me acogiera en el último minuto de mi inocua vida.

Susana




UNA SABIA DECISIÓN
Amparados en las sombras del ocaso, Aristóteles y su familia subieron al barco que les conduciría a la isla de Eubea. Hacía una semana que había llegado la noticia de la muerte de Alejando y los atenienses se habían apresurado a recuperar su antigua independencia y a arremeter contra todo lo que oliera a macedonio. El filósofo, que había sido preceptor de Alejandro, no iba a quedar al margen de la trifulca y fue acusado de impiedad.
Ni siquiera pensó en defenderse, era mejor huir, no quería que los atenienses pecaran por segunda vez contra la filosofía. Él no sería un nuevo Sócrates. Miró al mar y sonrió, sería irónico que le mataran por un alumno que no había seguido sus enseñanzas. Considerar a los bárbaros iguales que los griegos, por Zeus, que esa no era una doctrina suya.
Observó a su familia y suspiró aliviado cuando el barco zarpó. Éste iba a ser todo su mundo a partir de ahora. El otro mundo, el del poder y los honores, el que Alejandro había puesto del revés, ya le era ajeno.
En la travesía nocturna, el filósofo contempló el cielo estrellado, conjeturó sus cincuenta y cinco esferas y motores inmóviles, y supo que todo estaba en su sitio.


Felipe Deucalión

viernes, 8 de mayo de 2015

ENCAJE


EL ENCAJE.
A ver Mariano, que así te he dicho que no, que así no me gusta, no insistas, que ya te he dicho que mejor de la otra forma.
Pero Cuqui y qué más dará, así ya va bien no? Mira que hasta para esto nos tengamos que pelear. Cariño así es como me gusta a mí, de la otra forma, es que no puedo, me quedo sin fuerzas...
A ver quita….
Ala, vés, ya encajó. Mira que sois flojos los hombres.

Lola Ruiz Jurado




ENCAJE- TETRIS
Subí la colina por la ladera norte hasta la parte más alta, allí una redondeada cresta se aplanaba un par de metros hasta volver a caer por la ladera sur. Era el sitio perfecto para capear el temporal que el destino me había preparado, una vez más, en forma de juego. Un juego en el que caían piezas desde el cielo, de diferentes colores y formas pero todas con la intención de ocupar mi espacio vital. Si me concentraba lo suficiente, podía girarlas y moverlas en el aire con un giro de muñeca, todo para conseguir que al llegar al suelo se apilaran de forma correcta, no había mucho sitio, así que encajar bien las piezas era fundamental, y no sólo por la forma, el color era importantísimo, ya que cuando el encaje cromático era el adecuado, las piezas desaparecían por arte de magia y dejaban espacio libre para otras nuevas, eso si, , como en la vida, las piezas nunca dejaban de caer.

Rafa



BOLERO DE RAVEL
(dedicat a les puntaires d´Arenys de Mar de la meva infància)

La meva mare puntaire a la riera d’Arenys em va ensenyar a somiar. La meva paciència també em venia d’ella però sense aprendre-la. La meva dedicació al disseny de llenceria estava escrit en la cadena genètica en un dels punts més recòndits de la blonda de la cadena d’ADN. Ja de joveneta el meu subconscient em tararejava el “Bolero de Ravel” però al ritme sonor que fan els boixets frenètics de les mans actives de les ancianes puntaires del Maresme.
Així, mentre baixava amb la Renfe a Barcelona a estudiar al ESDI i mentre mirava el mar, dissenyava picardies vermells a ritme de bolero. La meva mare em va empènyer en la meva fita i orgullosa de la tradició puntaire modificada generacionalment, em va transmetre totes les connotacions de la blonda. Artesanal, delicada, subtil, penetrable, fresca, personal, íntima, intransferible, insubstituïble, insinuant, sensual, intel·ligent i difusa. Adonant-me de tots aquests adjectius que de per si deixaven petjada i empremta vaig ser incapaç de crear un negoci de roba íntima comercial en el que les peces de llenceria no portessin alguna part de blonda. També vaig decidir que no volia obrir una botiga accesible al públic. El grup puntaire de la meva mare era de caire discret, treballador, català i artesanal i jo no volia oblidar la seva inspiració. Vaig triomfar en una nova visió de negoci solament coneguda a través del reconeixement de l’art intimista reconegut pels mateixos grups que decideixen acudir a esdeveniments a bars i restaurants clandestins. No hagués pogut ser d’una altra manera, perquè a cap dona se li acudiria baixar-se o deixar-se baixar un tirant amb la marca B.Ravel by BCN de manera pública i no privada, donçs el Bolero sols s’escolta monòtonament en entorns molt particulars.


Susana




ENCAJE
La mantilla de precioso encaje cubría su cabeza y su cara. Llegaba hasta el suelo por su espalda. Era tan blanca que casi deslumbraba, como su vestido de novia, también de blonda, que se arrastraba por las escaleras de la iglesia.
Ella entraba por la puerta de la capilla del brazo de su padre, el todopoderoso alcalde del pueblo. Iba muy bien custodiada por sus cuatro hermanos que no la perdían de vista y andaban detrás de ellos. Solo ella se percató de mi presencia. Pude ver sus ojos tristes unos segundos, a través de la finísima puntilla blanca, que había sido también el velo de novia de su abuela, rica heredera de estas tierras.
La iglesia estaba abarrotada de personas ilustres e intocables, con inmenso poder sobre la comarca. Ellos decidían nuestro destino.
El olor a cirios y a flores llegaba hasta mi, que estaba camuflado en un rincón, vestido lo más discretamente posible, con mi abrigo y sombrero tapándome media cara. Habría sido muy peligroso que me reconocieran.
Al finalizar la ceremonia salió ella de la mano de su marido, un hombre de “la familia”, con gran influencia en la zona y amigo de su padre. La mantilla de encaje, ahora dejaba al descubierto su cara de muñeca. Cayó sobre la pareja, una lluvia de flores y arroz, mientras el sonido de los fuegos de artificio, asustaba a las palomas que salían volando por encima del gentío. La pareja entró en un gran coche blanco, destapado, adornado con lazos rosas.
Fue la última vez que la vi. Con el vehículo en movimiento, ella tiró su ramo de novia a los asistentes que se abalanzaron para cogerlo, y al pasar cerca de mi, dejó caer uno de sus guantes calados, con una nota en su interior que decía: te quiero y siempre te querré. Un beso. Tuya.

Cogí el guante y lo conservé siempre como testimonio de nuestro amor y entre la gente desaparecí. 

Laia




EL ROBO DEL MANTEL DE ENCAJE DE BOLILLO
Marta Riera contrariada cierra el cajón del armario de la sala del comedor, no ha encontrado lo que buscaba, el mantel de encaje de bolillo que usa sólo para ocasiones especiales. Lo quería para poner la mesa del próximo almuerzo por la celebración de la primera comunión de su nieto. El mantel ha estado en la familia durante dos generaciones, es un mantel de alta calidad, hecho en Almagro, para ella es una pérdida irreparable y quiere recuperarlo.

Se va a la sala de recibir, se sienta en el sofá y con ansiedad comienza a pensar - ¿cómo ha ocurrido, quién se lo ha robado?-. Llama a Carmen, así se llama la asistenta, que tiene muchos años trabajando por horas con la familia, le cuesta creer que ella se lo haya robado - por favor puedes venir, quiero hablar contigo, -la asistenta, que estaba en el habitación contigua a la sala, se acerca - que desea señora Riera- por favor, sabes dónde está el mantel de encaje, por qué lo he buscado y no lo encuentro- no señora no se nada, ¿no está donde siempre, en el armario? –No, ahí no está- con cara de desconfianza le sigue preguntando- seguro que no sabes nada, no lo habrás movido de sitio y no te acuerdas, por favor has memoria- nerviosa responde la asistenta - no señora, yo no sé nada del mantel- bueno, bueno-, con tono serio, la Sra. le ordena, -continua con la limpieza, ya aparecerá-

En la casa solamente viven su marido, Rafael, y ella, es un piso pequeño, viene muy poca gente a visitarlos: su único hijo, Manuel y la nuera, Laura, y dos amigas, Lilian y Vilma, vecinas del edificio. ¿Quién habrá robado el mantel? ella sospecha de su nuera, no se llevan muy bien, la última vez se enfrascaron en una discusión muy fuerte por el nieto. A la Sra. Riera no le gusta como su nuera trata al chico, le molesta que sea tan severa con él y que su hijo, no la contenga- ¿no será que por molestarme se llevo el mantel? o ¿tal vez fue Rafael?, que siempre me está maltratando por que ya no lo quiero y lo que quiero es que se vaya del piso; la última vez que usé el mantel fue en mi cumpleaños hace casi un año, ¿cuándo se habrá producido el robo?- estas interrogantes y reflexiones pasan por su mente.

Sentada en el sofá la Sra. recibe una llamada por el móvil de su vecina Lilian, después de los holas le comenta – me han robado un mantel que aprecio mucho y me da la espina que fue mi nuera- y afirma - ella no me quiere-. La vecina tratando de calmarla le responde - No chica, debe haber otro motivo, debe estar en algún sitio que no recuerdas – No, no hay otro motivo - , responde, - estoy segura que me robaron el mantel-.

En una gaveta del armario de la habitación, dónde la Sra. Riera guarda las facturas, en el fondo, traspapelado, reposa un resguardo de tintorería que tiene anotado: mantel de encaje de bolillo, cliente, fecha y monto, con un pie de página en letra pequeña: Si pasan más de dos años sin retirar la prenda el cliente pierde la propiedad de la pieza.

Jesús (Manaure)