TELETRANSPORTE
La máquina de teletransporte fue todo un éxito, y la muerte
para las compañías aéreas, hasta que se filtro que solo era una potente fotocopiadora
3D biológica que destruía el original después de hacer la copia.
Herman
TELEADICTO
Hola me llamo
Ulises y soy un adicto al tele-transporte, hace tiempo que empecé a darme
cuenta de que saltaba de forma compulsiva, de que necesitaba sentir esa
sensación de hormigueo al desintegrarme. Iba de aquí para allá sin sentido, como un
coleccionista de paisajes y ciudades, apenas pasaba 5 minutos en cada destino,
sólo el tiempo suficiente para hacerme una foto y poder decir "he estado
allí".
Antes, cuando
no existía el tele-transporte apenas viajaba, no me gustaba conducir y tenía
miedo al avión. Hoy he
venido andando y he venido a buscar vuestra ayuda, quiero hacer el camino de
Santiago.
FIN
Rafa
El Mariano, tenía a todo el pueblo
alborotado con lo del teletransporte. En el bar del Osorio explicaba, que iban
a venir unos ingenieros, a poner un sistema de teletransporte en el pueblo,
pero no sabía nada más. Así que pasó lo normal, la gente del pueblo, por no
tener otra cosa mejor que hacer, empezó a idear que tipo de máquina sería ese
teletransporte. Unos decían que no iban a consentir que vinieran a hacer
“experimentaciones”, con la gente del pueblo. Que Corvejón de Corgaya era un
pueblo humilde pero con mucho orgullo y tenían dignitat. Un viernes por la
noche, llegaron los ingenieros y durante la noche empezaron a instalar el
ingenio mecánico. Así estuvieron tres noches trabajando con el más absoluto
“sigilo”, según la gente del pueblo. Al tercer día salieron todos a ver el
artefacto, y atónitos vieron una cesta que subía y bajaba desde detrás de la
gasolinera, hasta la cima de la torre de cerrado. El Osorio desde la puerta del
bar, gritó estallando a a carcajadas. ¡Anda coño, pero si es un telesilla!
Lola
Rafa
OBSOLETO
Encendí la tele para seguir el espectáculo, era una transmisión en directo desde Marte, vi como la nave se posó con suavidad y como los astronautas salieron al exterior con todo aquel montón de bártulos.
Tras casi una hora de trabajo consiguieron montar el famoso O.T.E.R. (Object Tele-transport Engine Receptor), o sea, un receptor de objetos tele-transportados de gran tamaño que permitiría recibir algo tan grande y pesado como un vagón de tren. Estaba colocado en la parte alta de una colina, para que los objetos que llegaran pudieran caer por su parte inferior hasta el fondo del valle, unos 3000 metros más abajo.
Esta instalación fue muy polémica y hubo un gran debate sobre si el hombre tenía derecho a enviar su basura a Marte. En seguida llegó el primer envío, era como un contáiner de esos metálicos que rodó colina abajo y acabó rompiéndose contra unas rocas, la cámara hizo zoom y se pudo apreciar parte del contenido, ruedas, volantes, bicicletas, y todo tipo de motores y engendros mecánicos, sin duda, desde la invención del tele-transporte habían muchas cosas que habían quedado obsoletas.
En ese momento entró la enfermera que dijo - mañana ya podrá irse, el doctor dice que aquí ya no es necesario que se quede, así que a las 9 debe estar preparado, le llevaré a la cabina para enviarle a casa.
Hubiera preferido quedarme unos días más, ser jubilado y viajar en tele-transporte me da mala espina.
Rafa
STRIP TEASE MENTAL EN CONFESION
Soy
una mujer adulta, desbordada a veces, profesional, flexible, madre, globalista
y cosmopolita y me quiero confesar.
Confieso
que me quiero tele transportar a los años 50 o 60 porque el género masculino no
ha mutado a mi agrado. Agradezco que la gravedad de la solicitud de tele transporte
sea guardada en secreto confesional por los posibles efectos negativos que
pueda tener en las otras mujeres.
Los
hombres del siglo XXI están desorientados. Un tanto por ciento elevado ha
decidido hacerse gay o bisexual, creo que por aburrimiento, con todo mis
respeto hacia ese colectivo. Otro tanto por ciento mantiene una actitud de
sumisión total ante algunas mujeres que han malentendido su libertad con una
pérdida de feminidad complementada con una necesidad malsana para reafirmarse.
Ya, por último, dentro de los hombres queda un colectivo amedrentado que no
sabe cómo debe actuar enfrente de las clasificaciones masculinas anteriormente
mencionadas.
Definitivamente
me quiero tele transportar a los años en que los hombres no vestían de
postmodernos desaliñados. Me gustaría conocer a aquéllos que sabían cubrirte de
flores y ya de paso aprovecharme de disfrutar haciendo ver que soy un florero
para contener esas flores, sin por eso pensar que he perdido la inteligencia.
Ya,
por último, voy a decidir publicar mi confesión por si, de este modo, alguien
me da la dirección de la agencia de tele transporte que me haga viajar a
“Galanolandia”. Espero que las mujeres liberadas del siglo XXI no me castiguen
o se enfaden por la petición y las invito a acompañarme.
Susana
LA TELE
Aunque todos le advertimos que estaba haciendo una tontería, él insistió en que la play era su único vicio y se acabo comprando la tele más grande del mercado. Instalarla no fue difícil, a cambio de poder hacer una sesión de cine semanal sus compañeros de piso le dejaron sacar el armario al pasillo. Los del mediamark fliparon un poco, pero ellos son unos mandados y la dejaron donde él les dijo. En la habitación ya solo cabía la gran pantalla, la consola y su cama que ahora impedía que la puerta se abriera completamente.
Aunque preveíamos que el problema llegaría pronto, la llegada de Marina a su vida lo precipito todo.
Todo salto una tarde en qué quedamos para tomar una cerveza. Justo cuando empezaba a parecerme raro que llevara una hora escuchándome hablar de mi erasmus en Suecia me soltó:
-Me estoy planteando ir a vivir con Marina-
Prescindí de averiguar si me había estado escuchando en algún momento.
-Felicidades campeón, ¿cuándo lo vamos a celebrar?-
-Aún lo tengo que decidir. Tengo un problema y necesito tu ayuda.-
-Lo que quieras colega, que para eso estamos. ¿Qué es lo que te pasa?- Le dije mientras empezaba a buscar excusas para poder decirle que no.
-¿Podremos usar tu coche para cargar la tele? Todo lo demás lo puedo llevar en el metro, pero la tele no me atrevo.
Ser el único del grupo con coche tenía sus ventajas, sobre todo con las chicas que pedían que las llevaras a casa, pero también muchas desventajas. Me había convertido en el transportista general. Y parece que habíamos llegado al límite. Cargar una televisión de 6.000 € en mi seat panda de 300 € me parecía un riesgo que no quería asumir.
Herman
TESLA
Uno de los inconvenientes de vivir
aislado en la montaña es no disponer de corriente eléctrica, así que antes de
comprar la cabina de tele-transporte tuve que instalar unas placas solares.
Ayer jueves, estrené la cabina de
tele-transporte, poder viajar a cualquier lugar en un instante ha convertido mi
aislamiento en un gran lujo que no podía ni imaginar.
Mi primer viaje ha sido al Corte Inglés
de Diagonal en Barcelona, fui a comprar
una par de gafas especiales para ver el eclipse de esta mañana.
A mi regreso, ya en casa, me di cuenta de que he olvidé comprar otras gafas
para mi suegra, algo que me ha recriminó con su habitual simpatía - ya te
dejaré las mías, le dije - no hace falta, mañana por la mañana me iré a
Barcelona, las compraré y lo veré desde allí - respondió ella.
Esta mañana, mi mujer y yo nos hemos
preparado para observar el eclipse desde el porche, mi suegra, que se ha
arreglado como para ir a misa, se ha metido en la cabina para su primer viaje
instantáneo.
Entró, pulsó las coordenadas y tras un
leve resplandor la cabina se ha apagado justo a media transmisión del viaje.
- Anna!!, llama a tu madre, no sé que ha
pasado, no está en la cabina y no se ha completado la transmisión - dije
alarmado - debe ser cosa del eclipse, como tapaba los rayos del sol la placas
no han proporcionado suficiente energía - añadí
La hemos llamado durante horas, pero no
contesta, creemos que debe estar perdida en el limbo, o en otra dimensión, qué
se yo! lo que si sé es que la culpa es del gobierno, por no legalizar la
baterías Tesla.
Rafa
TELETRANSPORT
Vaig ser
teletransportada a Orió 4, amb el meu gat, encara que per separat, com es fa
sempre, perquè no hi hagi transferències de partícules entre l’un i l’altre.
De seguida em vaig situar i em fou permès sortir de la
cambra aïllada cap
el meu destí. El Lin, el meu animal, em va ser entregat de seguida. Semblava
una mica atordit, però res d’important. Feia dies que tenia reservat el meu
teletransport des de la terra al meu nou lloc de treball, on m’esperava una
feina molt temptadora i amb llargues hores de dedicació. Valia més
instal.lar-se a Orió 4, que teletransportar-se tantes vegades, perquè el cos ho
acusa, tot i les mesures que es prenen.
Un aerotaxi em va portar cap a l’habitatge que
m’havien assignat, amb totes les despeses pagades. Des de l’aire, la ciutat es
veia espectacular.
El meu apartament en el pis mil tres, completament
de vidre, permetia veure la curvatura del planeta, i els nuvols d’hidrògen eren
tan escasos, que veia els edificis i carrers com si fos un mapa. Ja havia estat a
Orió en una altre ocasió, però sempre m’impressionava. La posta dels seus dos
sols, primer un i després l’altre me l’havia perdut la vegada anterior. Era un
espectacle digne de veure.
Al cap d’un mes varen ser teletransportats els meus
pares. Es quedaren amb mi una setmana, i els vaig ensenyar les meravelles
d’Orió. Quan van marxar em sentia una
mica sola. Però la meva feina només durava el temps que es realitzés el
projecte.
Un cop finalitzat, vaig ser felicitada i em pagaren
una suma considerable.
Però quan pensava que tornaria a la terra, em van
oferir una altra feina molt important, però m’havia de compromete amb ells per
deu anys dels terrestres.
A mes el teletransport a Alfa-3, un planeta llunyà
que està a l’extrem de la nostra galàxia, no es tan fàcil, per la immensa
distància. Jo que soc una persona jove, el suportaria, però els meus pares, el
gat, i les meves persones estimades potser no. Tot i que les condicions eren
molt bones, vaig decidir tornar a la terra, on també volia continuar un
assumpte que vaig deixar a mitges amb una persona especial.
Quan estaba a la cabina a punt de ser
teletransportada a la terra, vaig tancar els ulls i comprengué que el vell
planeta encara tenia molt que oferir-me.
Laia
EL TELETRANSPORTER
Llamarse, lo que se dice llamarse, se llamaba Eulogio, aunque era más conocido como Teletransporter, porque de un solo guantazo te enviaba a urgencias. Se te acercaba de día y su sombra te aplastaba, era inmenso.
En el cole no tuvo problemas, siempre había más de un voluntario para hacerle los deberes o pasarle una oportuna chuleta o darle el bocata. A pesar de las facilidades que tenía en el medio escolar, abandonó pronto los estudios. Sus cualidades, pensó, lucirían mucho más en otros ambientes.
Empezó como segurata de un local de copas. Pero enseguida destacó por su eficacia disuasoria y ascendió a guardaespaldas del Zaca, que regentaba varios locales nocturnos y un burdel de alto standing.
A Teletransporter no le faltaban chicas que le rondaran y se dejaba querer sin comprometerse con ninguna. Porque a él, quien de verdad le gustaba era Eli, la encargada del guardarropa de uno de los locales del Zaca. La chica era delgada, tímida y sobre todo asustadiza, y cuando aquella mole de hombre se le acercaba, se encogía y le temblaba la voz. Entonces Teletransporter no sabía qué hacer, se daba media vuelta y se iba.
Una noche, un cliente se impacientó porque Eli tardaba más de la cuenta en devolverle sus pertenencias. Ella balbuceó unas inconexas escusas, mientras él cogía con rabia el abrigo. El Zaca acudió al oír el alboroto y, fuera de sí, le gritó que estaba despedida, que ya podía recoger sus cosas y a la puta calle. Estas fueron sus últimas palabras durante los meses que tardaron en reconstruirle la boca. El puño de Teletransporter le alcanzó de pleno en el mentón.
El Zaca tenía contactos con gente que te hacen ofertas que no puedes rechazar. De Teletransporter y de Eli no se han vuelto a tener noticias precisas, aunque el rumor más extendido dice que se fueron a México, y que allí él se dedica a la lucha libre.
Felipe Deucalión
TELETRANSPORTE
Procedencia: “Barcelona, 15 de agosto de 2.035”
Destino: “Lima, 15 de agosto de 2.025”
Pulsó la tecla “T” y en cuestión de
segundos Mateo se encontró en el huerto del abuelo Marcos, a quien tanto
añoraba y que no había podido conocer, ya que murió antes de nacer él. Era su gran ilusión: conocer a su abuelo.
Mateo manejaba ordenadores y circuitos de
plasma desde los cuatro años. Empezó con juegos y ahora, a sus diez años, había
descubierto algo a lo que solo tenían acceso legal los mayores de dieciocho. La teletransportación había de cumplir unos
requisitos legales y burocráticos para evitar el descontrol poblacional que
tendría lugar si no se regulara.
Aquel verano Mateo pasaba muchas noches
en vela sin que sus padres se dieran cuenta, investigando en el despacho de su
padre con los ordenadores. Hasta que
consiguió entrar en el secreto de la Teletransportación con un usuario
inventado y supuestamente mayor de edad.
Lima, 2.025. Allí estaba, en el huerto que su abuelo
Marcos regaba cada tarde de verano.
-
Y ¿tú quién eres? – le
preguntó.
-
Soy Mateo, tu nieto. No me conoces porque te moriste antes de que
yo naciera. Sí, mi mamá es tu hija
Luisa.
-
Pero si… mi hija se llama
Luisa, sí, pero,…todavía no ha nacido su hijo.
-
Ya te lo he dicho. Moriste antes de nacer yo. Sí, en un
accidente. Yo vengo del futuro, para
cambiar esta historia, para impedir que tengas ese accidente.
-
Pero ¿cómo vas a venir del
futuro? Eso es una locura.
-
No, no lo es. Me he teletransportado.
El abuelo Marcos sabía que se estaba experimentando
en este campo en los laboratorios de diversos países, pero todavía había mucho
que investigar para llevarse a cabo con personas.
-
Tu accidente tuvo lugar hace
diez años de mi tiempo. Así que dentro de una semana vas a tener un accidente y
te vas a morir. Esto es lo que va a
sucederte. Mejor dicho, así sería si no
hubiera venido yo aquí para evitarlo. Gracias al descubrimiento del manejo de
la teletransportación vamos a poder cambiar tu vida, mejor dicho, tu muerte.
-
Me dejas de piedra. Dentro de
una semana yo tomo un avión hacia Barcelona para cuando nazca mi nieto,…. O sea
…tú.
-
¡No tomes ese avión, abuelo!. Y ahora debo regresar a mi época, que si no
mis padres se alarmarán al ver que no estoy cuando despierten.
-
Pero ya tengo el billete, y
ahora ya no me devolverían el dinero.
-
¡No debes tomarlo!. Y ahora debo irme. Adiós abuelo
Se abrazaron.
Barcelona, 2.035. Mateo y sus padres se despiertan al mismo
tiempo. Se reúnen alrededor de la mesa
de la cocina para desayunar. Los tres sienten
haber tenido un sueño muy profundo, como si hubieran desconectado y olvidado
muchas cosas.
-
¿Dónde está el abuelo?
–preguntó Mateo.
-
¡Uy! Todavía no ha
despertado. Ya no me acordaba de él
–dice la madre.
Marcos aparece en la cocina,
desperezándose.
-
He tenido un sueño muy
extraño. Mateo estaba casi a punto de
nacer cuando yo tomé un avión desde Lima para no perderme el acontecimiento. Durante el vuelo, unas aves se enredaron en
las hélices, el piloto no consiguió dominar el avión y caímos en el
Atlántico. En ese momento desperté.
-
Es curioso –dijo Luisa-. Yo
tengo con frecuencia un sueño exactamente igual.
-
Y yo también –dijo Lucas.
Mateo esbozó una pícara sonrisa mientras
bebía su cacaolat.
María Jesús (Mariajes)