En esta ocasión nuestra inspiración apareció en la introducción de un
pequeño libro-panfleto que encontré en la calle: "Este libro lo escribí
con mucho sacrifico, tendido en una cama sin poderme parar ni poderme sentar;
pero viendo la necesidad que hay de dar aviso a la Humanidad sobre el
cataclismo, hice un gran esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la Humanidad,
como último recurso, porque no hay nada más que hacer" Prepararos para
nuestros cataclismos particulares.
CATACLISMO
Este libro lo escribí con mucho sacrificio, tendido en una cama sin poder parar ni poderme sentar, pero viendo la necesidad que hay de dar aviso a la humanidad sobre el cataclismo que viene, hice un gran esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la humanidad, porque no hay nada que hacer." si no modificamos nuestro comportamiento como especie.
Aún sabiendo que predico en el desierto y recordando las palabras del maestro Cioran “ El hombre es un error de la naturaleza ya que debería haberse extinguido con la última glaciación y al no haber sido así representa un cáncer que destruirá todo lo conocido, incluso a sí mismo” , siento una irrefrenable necesidad de invocar a las conciencias para difundir el gran peligro de extinción que se cierne sobre la especie.
Sería una pena que justamente ahora cuando la ciencia abre un nuevo campo de investigación, la física cuántica, que nos promete un nuevo paradigma epistemológico, no hay más que recordar la pulverización del principio de ubicuidad con la teoría de los universos paralelos, o la vulneración de la pretendida objetividad del observador con el principio de incertidumbre, para vislumbrar que estamos en presencia de un nuevo horizonte de verdades sorprendentes para nuestra lógica aristotélica. Justamente ahora, cuando podemos dar un paso de gigante en el conocimiento de nuestro mundo preparamos la extinción de la especie.
Quizás el autoproclamado “rey de la creación” sea la encarnación de contradicciones insalvables que le obligarán a renunciar a su cetro y probablemente por ser “humano, demasiado humano” impida disfrutar del fenómeno de la vida, aún inexplicado, de las futuras generaciones que quizás nunca poblarán la Tierra.
Este libro lo escribí con mucho sacrificio, tendido en una cama sin poder parar ni poderme sentar, pero viendo la necesidad que hay de dar aviso a la humanidad sobre el cataclismo que viene, hice un gran esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la humanidad, porque no hay nada que hacer." si no modificamos nuestro comportamiento como especie.
Aún sabiendo que predico en el desierto y recordando las palabras del maestro Cioran “ El hombre es un error de la naturaleza ya que debería haberse extinguido con la última glaciación y al no haber sido así representa un cáncer que destruirá todo lo conocido, incluso a sí mismo” , siento una irrefrenable necesidad de invocar a las conciencias para difundir el gran peligro de extinción que se cierne sobre la especie.
Sería una pena que justamente ahora cuando la ciencia abre un nuevo campo de investigación, la física cuántica, que nos promete un nuevo paradigma epistemológico, no hay más que recordar la pulverización del principio de ubicuidad con la teoría de los universos paralelos, o la vulneración de la pretendida objetividad del observador con el principio de incertidumbre, para vislumbrar que estamos en presencia de un nuevo horizonte de verdades sorprendentes para nuestra lógica aristotélica. Justamente ahora, cuando podemos dar un paso de gigante en el conocimiento de nuestro mundo preparamos la extinción de la especie.
Quizás el autoproclamado “rey de la creación” sea la encarnación de contradicciones insalvables que le obligarán a renunciar a su cetro y probablemente por ser “humano, demasiado humano” impida disfrutar del fenómeno de la vida, aún inexplicado, de las futuras generaciones que quizás nunca poblarán la Tierra.
Carmen Gómez
CATACLISMO
Estoy sentada al borde
del abismo. Hace años no hubiera podido permanecer tan cerca de un precipicio,
pero ahora ya no me importa nada. Ni el vértigo.
La luz es escasa y el
cielo tiene un color mortecino, está permanentemente tapado. Parece que el día
declina y a penas son las dos de la tarde.
Desde mi privilegiada
posición veo la tierra yerma que se extiende ante mi. No queda ningun árbol ni
planta, ni nada que se mueva. Sólo se ven antiguas ruinas y escombros
diseminados sobre el suelo rojizo, restos de lo que en otro tiempo fueron
casas.
A mi memoria todavía llegan
imágenes de este lugar, cuando venía con Andy y desde detrás de la valla
contemplábamos el atardecer. A nuestros pies la vida bullía: se expandía la
gran ciudad en la que vivíamos. Podían verse también los otros pueblos de
alrededor. Las luces empezaban a encenderse poco a poco y titilaban siendo aun
de día. Un inmenso bosque rodeaba la urbe, y en último término el mar, que se
unía al cielo en el crepúsculo.
Ahora estoy sola. Ya no
hay nada. Desde el gran cataclismo todo desapareció. Sobrevivo en un mundo
vacío.
Por lo menos así lo
había creído hasta la noche pasada, en la que algo rompió la monotonía de estos
años. Me pareció oir el canto de un pájaro. No estaba segura de si era un
sueño, pero me incorporé y lo vi alejarse lentamente. Era tan real como yo.
Recuperada de mi
sorpresa inicial, he pensado que quizá vuelva, o vengan más. Lo esperaré.
A lo mejor el mundo ya
no está tan vacío como antes.
Laia
INTRODUCCION DEL LIBRO “ABANDONAD TODA ESPERANZA,
HUMANOS”
Este libro lo escribí con mucho sacrificio, tendido
en una cama sin poderme parar ni poderme sentar; pero viendo la necesidad que
hay de dar aviso a la
Humanidad sobre el cataclismo que viene, hice un gran
esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la Humanidad, como último recurso, porque no hay
nada más que hacer.
Este cataclismo que se avecina nos fue anticipado,
si bien a retazos y de forma encubierta, por Hermes Trimegisto en su famoso
libro “El Kybalión”; por Parcelso en sus “Tres tratados esotéricos”; por Johan
Conrad Dippel, que más allá de estos absurdos rumores, que le señalan como un
precedente del doctor Frankenstein, merece ser recordado por su potencia
profética plasmada en obras como “De Nihilo”; y, de una forma u otra, por toda
la tradición esotérica que nace en Babilonia. Pero la Humanidad no ha querido
entenderlo, porque el mensaje no es de su gusto.
Entendedme, humanos, no vengo a anunciaros la
desaparición de la Humanidad, aunque no por ello mi mensaje os desagradará
menos, y no me querréis creer. Y, sin embargo, así es, o mejor dicho, así será.
La catástrofe es ineludible.
A mí me costó mucho dolor y esfuerzo desentrañar el
mensaje, entrever el cataclismo que se avecina. Así, pues, os lo advierto,
lectores, si proseguís la lectura de este libro os arriesgáis a la
desesperación sin consuelo alguno.
Si a pesar de ello has decidido continuar, audaz
lector, en el presente libro te voy a demostrar, más allá de toda evidencia, el
inminente futuro que nos aguarda: Seres luminosos de naturaleza perfecta,
ajenos al dolor y a la empatía, y en consecuencia de un egoísmo absoluto, nos
observan desde hace tiempo. Todo indica que en breve nos impondrán un régimen
de terror con el objeto de conducirnos a una suerte de campos de concentración,
en los que seremos reducidos a la condición de sombras vivientes, de pura
capacidad de trabajar, al servicio de los Seres Superiores, en una existencia
sin fin y sin goce alguno.
Si eres capaz de adéntrate en este libro, oh
lector, descubrirás que no miento ni exagero.
Felipe Deucalión
SÁLVESE
QUIEN PUEDA
“Este libro lo escribí con mucho sacrificio,
tendido en una cama sin poderme parar ni poderme sentar; pero viendo la
necesidad que hay de dar aviso a la Humanidad sobre el cataclismo, hice un gran
esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la Humanidad, como último recurso, porque
no hay nada más que hacer”.
Cerró el libro y permaneció con la cabeza
entre las manos. Alzó la vista y al otro lado de la ventana podían verse los
tonos púrpuras del crepúsculo. Se restregó los ojos. Aquella nota manuscrita que
había encontrado entre las hojas de aquel libro – y que por lo visto iba a ser su
última lectura-, le proporcionó la inquietante sensación de estar flotando.
Parecía como si sus pies se hallaran varios centímetros separados del suelo. Se
deslizaba a través del aire como si este fuese agua, y él un pez.
Pensó en su familia y en sus amigos: quiso ir
corriendo a encontrarse con ellos y decirles, hasta más de un millón de veces,
lo mucho que les quería y lo importantes que habían sido en su vida. Previo al cataclismo organizaría una gran
fiesta donde reirían, bailarían, comerían
y beberían hasta la saciedad, sin contar las calorías: celebrando y brindando
por todo lo que habían compartido y que tan hermoso fue, mientras duró. Se tatuaría a Silvestre y Piolín,
dejaría de ir al trabajo y se aplicaría un poco más en la técnica de la
contemplación. Tiraría por la ventana todo lo que ya no iba a decorar más su
vida y se quedaría tan solo con el home
cinema, de este modo podría preparse para el gran final, viendo películas como Earthquake, Armageddon, The Road, Deep Impact, Volcano, Independence
Day, Terminator, 2012, Judgement Day o
12 Monkeys.
Se procuraría unas gafas con lentes
especiales de policarbonato de 25mm para poder presenciar el acontecimiento con los filtros necesarios, de lo contrario
podría quedarse ciego. Se pondría por fin aquellos calzones verde loro sin
importarle si le iban grandes, si le quedaban demasiado ajustados, cortos,
largos, o si estaban pasados de moda.
Haría la compra un día antes porque el día
correspondiente al fin del mundo, los comercios cierran a mediodía. No
prepararía ningún asado pues seguro que tras el gran impacto…este, se le chamuscaría antes de empezar. Tendría
presente que con los restos de meteorito no se juega y nunca los utilizaría para
hacer las veces de pelota de béisbol, pues podría lastimarse o incendiar la
casa del vecino.
Viajaría a la Selva Lacandona, Chipre,
Tanzania, Murcia y Albacete; y subiría al Everest, no sin antes visitar el
Tíbet. Dormiría hasta cansarse.
¿Quién
dijo que no hay nada más que hacer?
Marta Albricias
VENDETTA
Este libro lo escribí con mucho
sacrificio, tendido en una cama sin poderme parar ni poderme sentar; pero
viendo la necesidad que hay de dar aviso a la Humanidad sobre el cataclismo que
viene, hice un gran esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la Humanidad, como
último recurso, porque no hay nada más que hacer. Cuándo la KGB supo que no
compartía sus planes de destrucción masiva, me eliminaron de la lista de
evacuación a la nueva estación galáctica. Me persiguieron, encarcelaron y
amputaron pies y manos para que muriera en vida. Sin embargo, mi fuerza de
voluntad y espíritu interno de lucha me permitieron conservar a pesar de mi
estado el arte de seducción necesario para convencer a mi enfermera del
hospital en Siberia para que me enseñara cómo escribir todos los detalles
pormenorizados del fin del mundo. Tenía tiempo porque el plan de la KGB era a
largo plazo. Hoy con la tecnología de la información voy a enviar la copia
digitalizada a través de todas las redes sociales interplanetarias. Veréis
todos los anexos con detalles y el álbum de fotos con todas mis misiones para
que confiéis en este mensaje y también el link para adquirir la pastilla que os
permitirá un suicidio colectivo placentero. Me sabe mal pero ante la atrocidad
que se documenta es obvio que no os queda otra opción que no sea optar por una
muerte dulce. ¡Qué dios os bendiga!
Pulso
el botón de enviar en el teclado. Mi
texto se va a difundir en todas las redes sociales. Me he gastado la herencia
de mi familia en comprar a espías que me crearan y prestaran sus vidas para
conseguir un attrezzo informático creíble. También, he tenido que contratar a
un químico toxicómano coreano para comercializar a gran escala la pastilla
asesina. Al yonqui todo le daba igual porque en su calendario existía una dead
line marcada por una enfermedad degenerativa cuyo dolor paliaba con su adicción.
A mí me importa un comino quedarme sin dinero porque no me espera ningún tipo
de ilusión, ni descendencia. Lo único
que comparto con mi personaje de ficción es estar postrado en una silla y babear
y ladear la cabeza ante la presencia de todo el mundo. Ese mundo que se ríe de
mí a veces, otras me compadece con falsedad y a lo peor me insulta
constantemente tratándome de idiota y menospreciando mi inteligencia.
Pero este menosprecio hacia mi materia
gris no es una subjetividad por mi parte, sino un abuso
de mi impotencia por parte de ellos. Por eso, he planeado esta excelente y
creíble vendetta. No sin antes, haber
gastado una parte de mi herencia en comprar a un ingeniero de la Nasa que
transportara a las pocas buenas personas del mundo a una nueva estación
galáctica que he bautizado con el nombre de “UNCRUELTY”. Espero que allí surjan unos nuevos valores y
“Che Dio ci aiuiti”
Susana
CASANDRA
La
veo sentada a mi lado, cuidándome y curando mis heridas, sigue siendo mi madre,
preocupada por mi salud hasta el extremo de dejar de lado la suya. No sé
cuantos días ha pasado sin dormir hasta que yo he despertado. Sigue siendo mi
madre, pero también ha cambiado, ya no tiene esa sonrisa con la que me animaba
cuando la varicela me dejo postrada en la cama durante un mes. Tal vez sus
cuidados sean los mismos, incluso tal vez se entrega más. Aun así creo que ella
hubiera preferido que la multitud no hubiera contenido su furia. En su mirada
veo el llanto que tenía preparado para recibir mi cuerpo sin vida, veo todas
sus lágrimas y todas sus ganas de llorar mi muerte a manos de nuestros vecinos.
Pero yo sigo viva, mi hermano menor no soporto verme mancillada por esas manos impuras
y corrió a protegerme. Sigo viva y ella ha tenido que esconder todas sus
emociones, todos sus lamentos, y volcarse en atenderme.
Sé
que no me cree, quién lo hace, ni siquiera mi hermano, que arriesgo su vida, que
uso su espada para defenderme de la muchedumbre, ni siquiera él lo hace. Solo
ven lo que quieren ver, solo ven locura cuando les enfrentas a la desgracia que
está por venir. Pero mi madre no abandona, sigue a mi lado, puedo sentir su
sufrimiento. Incapaz de entenderme, incapaz de acercarse ni un paso hacia el
vacio en el que yo me encuentro. Ella sufre por mí y por la vergüenza que he
traído a la familia. Yo sufro por ella,
por mi padre, por mis hermanos, por mis vecinos, por toda la ciudad. Y aún
sufro más porque nadie me puede creer.
Lo
he gritado en todas partes, he subido a las murallas para que todos me vieran y
nadie pudiera hacer oídos sordos a la verdad. Esta vez conseguí su atención.
Primero los insultos, después las piedras, y cuando caí los palos y las
patadas. Ciegos, ni siquiera ven lo que tienen ante sus narices, qué más
quieren para ver que su ruina está en la puerta.
No les guardo rencor, casi les agradezco todo el dolor que me han
causado. Les agradezco haberme dejado casi 20 días con sus noches en coma y
haberme librado de los sueños: de verlos a todos y cada uno de ellos cubiertos
de sangre, mutilados, sus cuerpos deshonrados y ni un superviviente para clamar
venganza. Ojala fuera esta noche que cayeran las puertas y pudiera unirme al
festín de la muerte sin necesidad de volver a revivir otra vez como tantas
noches la terrible profecía que maldice mi sangre.
Ojala sea mi última noche y mi último vaticinio.
Herman