HIELO
Para Sakura (abril 2007-septiembre 2012)
Me hubiera quedado todo el día a su lado, cuidando su pequeña vida de gata
que poco a poco, gota a gota como el suero que le inyectábamos entre sus
silenciosos quejidos, la iba abandonando.
Cuando cerré la puerta pensando que tal vez no volvería a oír jamás sus
tímidos ronroneos, sentí como una cuchilla de helada agua desgarraba mi cuerpo
para dejar expuestos mi corazón, mis tripas y todas mis entrañas a la fina
lluvia que no dejaba de caer.
Herman
CAFÉ CON HIELO
Era un cafe que estaba muy bueno, de aroma, color, sabor o sea excelente. Pero tenía un lado muy negativo. Era demasiado presumido y no quería aceptar que otros cafes también eran buenos, aunque venían de partes diferentes del mundo con sabores y colores diferentes.
Así iba presumido hasta Dios se enfadó y le castigó. Le pusó hielo para así la gente no le tomaba. El cafe ahora tenía tiempo de reflexionar y cambiar de su actitud.
Por esto en invierno nadie quiere tomar cafe con hielo, pero en verano es una bebida excelente y muy deseada.
Era un cafe que estaba muy bueno, de aroma, color, sabor o sea excelente. Pero tenía un lado muy negativo. Era demasiado presumido y no quería aceptar que otros cafes también eran buenos, aunque venían de partes diferentes del mundo con sabores y colores diferentes.
Así iba presumido hasta Dios se enfadó y le castigó. Le pusó hielo para así la gente no le tomaba. El cafe ahora tenía tiempo de reflexionar y cambiar de su actitud.
Por esto en invierno nadie quiere tomar cafe con hielo, pero en verano es una bebida excelente y muy deseada.
Monika
ÉSTE NO ES MI DÍA
Rogelio traía mala cara aquella gélida mañana, estaba destemplado, tenía el
cuerpo como crujido.
Un cortado bien calentito, reclamó en cuanto entró en el bar. Miró al fondo
y comprobó que la pareja, a la que llevaba siguiendo toda la noche, estaban en
una mesa cerca de los lavabos. Ya no estaban acaramelados, se conoce que
después de llevárselo a la cama el caballero canoso ya no sentía la necesidad
de babear al jovencito. Aunque Rogelio dudaba que este detalle fuera a consolar
a su cliente, un conocido empresario que parecía realmente enamorado de su
marido.
¡Ay! El amor, pensó Rogelio, mientras removía el cortado, cuando le
sobrevino un apretón. Decidió ir al lavabo, además poco importaba ya que la
pareja espiada le viera.
Sentado en aquel cubículo maloliente, lamentó una vez más la fragilidad del
amor, él prefería los finales felices. Por desgracia en su trabajo no
abundaban, y esto le entristecía.
Había pensado en cambiar de oficio, pero a su edad que iba a hacer, era
mayor para hacerse mosso d’esquadra y hacer de segurata le parece aún más
triste que constatar la volatilidad de los sentimientos humanos.
Para distraerse leyó los grafitis de la puerta, no encontró ninguno
destacable, nada que se aproximara siquiera, al viejo lema radical que
exhortaba a levantar los hábitos de las monjas y evarlas a la categoría de
madres. Luego se limpió y volvió a la barra aliviado, aunque algo mareado por
el gripazo que tenía. De pasada observó que la parejita ya no estaba.
Cogió el cortado, le echó un trago y exclamó: ¡mierda, este cortado está
helado, parece un cortado con hielo! Éste no es mi día.
Felipe-Decaulión
CORTADO CON HIELO
La tarde se hacia interminable, bochornosa y agobiante, Luz sentia la
necesidad imperiosa de salir a la calle y caminar veloz al encuentro de su
nuevo amante, pero los minutos parecian no querer pasar y las horas pesaban
como losas, se secó el sudor de la frente, mientras otra gota de sudor
resbalaba sinuosa entre sus senos generosos y altivos, una inesperada y liviana
brisa la acarició entera, refrescando su cuerpo indolente y ardoroso, dejado
caer como un trapo sobre la tumbona, incrustada en una minúscula terraza, desde
la que se dominaba el magnífico espectáculo de las azoteas de Barcelona.
En ese momento recordó que el cortado con hielo estaba en la cocina,
sobre la encimera, esperando a que ella fuese a recogerlo, pero no se levantó,
felina estiró su esbelto cuerpo desperezándose y entrecerrando sus vivaces ojos
y sonrió, anticipando en su imaginación el futuro encuentro que al final de
aquella misma tarde tendría lugar con su nuevo amante. Éste le gustaba, le
gustaba de veras. Un escalofrio de satisfacción recorrió veloz su espalda al
recordar su bello rostro y aquellos ojos oscuros y enigmáticos que la hacian
enloquecer.
Sí, así dejaria pasar la tarde hasta el momento del encuentro,
recordándolo, soñándolo, imaginándolo entre sus brazos, comiéndoselo a besos e
ideando la manera de poder llegar a enamorarlo, seduciéndolo hasta que fuese
suyo por completo, sin remisión, sin vuelta atrás, eternamente ligado a su
voluntad. Sonrió con malicia recreándose en su perverso plan.
Lentamente pero decidida se levantó de la tumbona y una vez
incorporada se estiró toda ella como si quisiera tocar el cielo con las
mismísimas yemas de sus dedos, ¡¡¡ qué caramba!!! ahora sí que le apetecia
refrescarse con aquel cortado con hielo que inmóbil la estaba esperando en la
encimera de la cocina, para ser bebido, ingerido y engullido, deslizándose por
la voraz y exigente garganta de Luz.
Kiseki
SHAKEN DRY MARTINI ON THE ICE ROCKS
Mientras iba despertando y a pesar de mi aturdimiento interiorizaba el
helor de mis huesos y el gélido aliento de mi respiración.
Me estaba haciendo mayor. Ya les había pedido a los de Servicio Secreto
Británico la jubilación. Continuaba preparado para combatir, pero a estas
alturas no me sentía identificado con los entresijos del terrorismo
internacional. Las posiciones ya no estaban tan bien definidas y todos los
estamentos parecían más que nunca podridamente implicados.
Despeñado en una roca me decepcionaba no saber cómo enfrentarme a la
persistencia y a los métodos de los talibanes. Me habían podido capturar
y ¿porqué no me habían matado ? Ni tan sólo esto entendía. Mi cuerpo se enfrentaba
a dos opciones: las aves rapaces en el firmamento o el agua helada del río que
atravesaba el desfiladero cubierto por la nieve y el hielo.
Estaba sobradamente preparado para la hipotermia, así que la temperatura
del agua me pareció soportable.
Tras unos minutos de rafting humano llegué a un plano y empecé a andar
sobre la nieve sin destino fijo. Hasta que, por fin, una brecha en una roca me
marcó el lugar donde guarecerme. Trágicamente también marcó mi fatal destino.
La accesible entrada debería haberme hecho sospechar. Tampoco era normal
que el suelo de la cueva estuviera tan limpio. Quizás la droga que utilizaron
para capturarme había interceptado mis neuronas porque de otro modo la
experiencia acumulada jamás hubiera permitido semejantes deslices.
El túnel desembocó en una enorme y amplia galería de hielo donde los
terroristas guardaban el arsenal. Cuando el cabecilla se quedó inmóvil frente a
mí, no me asusté porque preveía el ataque. Iba a ser delantero y apuntando a mi
estómago ya que entreveía su mano deslizándose hacia su puñal oculto en el
lateral de su pierna.
Volví a fallar en previsión. Se tiró al suelo, en un instante, para placar
mis tobillos provocando que mi cuerpo cayera de espaldas sobre una estalagmita
que perforó mi caja torácica e izó su afilada punta frente a mi mirada
agonizante.
Morí lentamente con el suficiente tiempo para lamentar el ridículo final de
mi biografía. Los periódicos no publicarían una inyección mortal de una
bacteria enemiga, ni la radiación de un artilugio nuclear imprevisible para los
británicos. Tendría un ridículo final parecido al piolet de Trotsky. Mis días
de espionaje acababan para siempre cortados con hielo.
Susana
CORTADO CON HIELO
El verano era largo y me encontraba en el cénit. El calor era agobiante y
me parecía que nada se movía a mi alrededor. Las horas no pasaban y la vida
estaba adormecida.
Una de aquellas tardes soporíferas pasé por delante de la terraza de un bar
del barrio. Me llamó la atención una chica que le pidió muy convencida al
camarero un cortado con hielo. Me quedé un poco parado por su petición poco
habitual y me resguardé detrás de un árbol para observarla.
Su cara cambió solo al beber el primer sorbo. Tenía una sonrisa de oreja a
oreja. Sus ojos no miraban nada en concreto pero despedían luz. Enseguida se
abrigó como pudo y se acurrucó en la silla. ¡Con el calor que hacía!
Parecía tan feliz que yo no podía dejar de mirarla. Poco a poco se fue
quitando el jersey y volvió a recuperar su estado anterior. Pagó al camarero y
se fue.
Yo estaba muy sorprendido y me disponía a marcharme cuando vino un hombre
de mediana edad y se sentó en otra mesa. Pidió un cortado con hielo y cuando
tuvo el café en su boca su rostro se transfiguró. La alegría que transmitía era
contagiosa. Dejó de sudar inmediatamente, se dispuso a ponerse su americana y
empezó a reír a carcajadas.
Cuando pasó un rato volvió a acalorarse, se puso otra vez serio, pagó y se
levantó.
Esta vez ya no pude más. ¿Qué le ponían al café en ese bar inofensivo?
Incapaz de seguir mi camino, me senté en una mesa y pedí un cortado con
hielo. El camarero me sirvió muy amablemente. Tragué un poco de café y estaba
buenísimo. Empecé a notar frio, se estaba muy bien pero no tenía con que
abrigarme.
La plazoleta desapareció de mi vista y me encontré encima de una placa de
hielo flotante, inmensa. Mi cuerpo se levantaba de la silla y se deslizaba por
una pendiente de hielo como un tobogán. Bajaba a gran velocidad y ésto me hacía
reír.
Me encontré al momento en el interior de una cueva de hielo de color azul y
notaba el mar al otro lado. Estaba excitado.
Poco a poco volví a sentir calor y la visión de la placita volvió ante mis
ojos. Ya estaba de nuevo en la terraza. Llamé al camarero y pagué, no sin antes
preguntarle qué substancia le echaban al café.
El hombre me miró sonriente y me dijo que no le echaban nada, que cada
verano se lo preguntaban y que cada vez venía más gente a pedir cortado con
hielo.
Un poco estupefacto me levanté i pensé que la vida nunca deja de
sorprenderte.
Laia
CORTADO SIN HIELO
Al llegar al Manhatan lo encontramos abarrotado de gente, y el sonido de la
música estridente lo hacía aún más insoportable, por lo que decidimos buscar
otro lugar más tranquilo donde tomar la última copa de la
noche. Una vez en la calle tuve la sensación de haber llegado a un remanso de
paz, a pesar de que el zumbido de la música machacona aún seguía resonando en
mi cabeza. Jordi dijo de ir al Iceparadise, el bar que tan de moda se había
puesto en la ciudad debido a que su construcción es completamente de hielo. Nos
pareció una brillante idea, todos pensamos que podría ser el lugar perfecto
para aliviar los sofocantes calores de aquélla noche de verano, y sin dudarlo
nos dirijimos al paseo que conduce hacia la playa. Entre risas y bromas
llegamos al Iceparadise, pero lo cierto es que mi estómago, saturado de tanta
ingesta, me decía “no más líquidos”, por lo que pensé que quizás un cortado con
hielo sería lo más acertado, una bebida refrescante y estimulante al mismo
tiempo, ideal para aquel momento de saturación alcohólica.
El interior del
local era un auténtico museo: esculturas evocando la Grecia clásica, muebles y
columnas modernistas, todo ello completamente de hielo, incluídas las mesas y
la barra; tal y como su nombre indica, un auténtico paraíso del hielo. Después
de inspeccionar minuciosamente cada detalle, un camarero nos colocó en una de
las mesas del fondo, mientras se apresuraba a tomar nota de nuestras bebidas;
-un cortado con hielo, le dije, una vez llegado mi turno.- Lo siento señorita
pero se nos ha terminado el hielo, me respondió el camarero. -¿Qué? ¿Me está
diciendo que en un bar donde absolutamente todo lo que hay alrededor es de
hielo, no tienen unos cubitos para ponerlos en el cortado? –Lo siento,
señorita, ya le he dicho que se nos ha acabado el hielo; no ocurre
habitualmente pero esta noche, excepcionalmente, ha ocurrido. No podía creer lo
que estaba oyendo. Miré la cara del camarero intentando buscar una pequeña
mueca que le delatara y que me indicara que intentaba gastarme una broma, pero
no, no fue así, y aunque parezca paradógico, ¡no tenían cubitos de hielo! Por
un momento tuve el impulso de coger a Jordi del brazo y decirle que nos
largábamos de allí, pero en lugar de dar la nota preferí contener mi ira y
seguir manteniendo el tipo. –Bueno, vale, entonces tráigamelo sin hielo, le
respondí, intentando esconder mi enojo. Tuve ganas hasta de arrancar un trozo
de la mesa e introducirlo en el vaso, pero fingí que todo estaba bien, mientras
me tomaba mi cortado, sin hielo, pero eso sí, bien calentito y humeante.
María José-
Asia
LA TAZA DE CAFÉ
QUE NO FUE
Sentada en la mesa de la cocina
calentándose las manos con la taza de café recién hecho y mirando por la
ventana; una sensación de vacío le rodea y sigue mirando, sin
beber. Esta vez se fija en las farolas de la calle que todavía alumbran.
Oye un rumor en la escalera de vecinos, sale al zaguán dejando atrás el café y
abre la puerta del piso para oír mejor y saber qué está pasando. Es un vecino
que pide ayuda desde el ascensor porque se ha quedado parado entre el sexto y
el ático. Vuelve al piso a por la llave del cuarto de máquinas y en cuestión de
cinco minutos, logra desencallarlo y liberar a la persona que se había quedado
atrapada. Ya casi había olvidado su taza cuando al acercarse de nuevo a la
mesa, se da cuenta de que todavía no ha empezado a beber. Se sienta de nuevo
junto a la ventana y pone la radio, al sintonizarla una de sus canciones
favoritas salta a las ondas y se deja llevar por su melodía. Sale a la terraza
y ve que las plantas necesitan un repaso. Se ha vuelto a dejar la taza en la
mesa de la cocina y siente que le apetecería tomárselo allí fuera: el día que
despunta se presenta esplendido. De repente, un mensaje de móvil en el que un
compañero de trabajo le pide ayuda durante el día, con la traducción de un
texto, aparece en la pantalla. Minutos después, salta la alerta de su agenda
recordándole la reunión de hoy las diez. Vuelve a recordar que el café le sigue
esperando en algún sitio, va a buscarlo, se da cuenta de que se ha enfriado y
al mismo tiempo siente lo mucho que detesta el café recalentado. Lleva tan solo
unos veinte minutos levantada y le parece que ha pasado una eternidad. Necesita
cambiarle el ritmo a la mañana para poder tomarle bien las riendas al día que
acaba de empezar y para ello, decide que a partir de hoy va volver a desayunar
tranquilamente, después de la ducha, como de costumbre y que va a dejar de lado
ese ritmo frenético de los últimos meses; que tiene tiempo para prepararse uno
de sus deliciosos batidos verdes que tan bien le sientan: hoy, lo hará de
manzana, kiwi, melocotón y le añadirá unas hojas de espinacas; también decide
que se va a tostar su pan y que se va a sentar en la mesa para disfrutarlo. Los
primeros rayos de sol entran ya por la ventana: son las siete de la mañana y el
termómetro marca 22º C.
Guarda el café en la nevera: se
lo tomará a media tarde al volver del trabajo, cortado y con hielo.
Marta Albricias
CORTADO CON
HIELO
En todas las navidades había un *Tanen baum o un arbolito de navidad que
En todas las navidades había un *Tanen baum o un arbolito de navidad que
escogía
entre los pinos naturales del bosque de Platjenwerbe:, lo envolvía de
guirnaldas y galletas que solía preparar con mis hijos y vecinas.
Navidad es
la música de la melancolía, que trato de tararear con dulzura y cubrirla de
chocolate, pavo, regalos, buenas acciones, villancicos, strolem kuchen y
macadamias, un poco de incienso y sobre todo de mucha esperanza.
La chimenea
esta prendida por que las ultimas nevadas han sido fuertes
ya mi
rastrillo no es lo suficiente hábil, para limpiar la vereda y evitar los
accidentes que suceden por la nieve y el hielo.
He decidido
hacer un muñeco de nieve, y le pondré una zanahoria y la chalina que olvido mi
esposo antes de partir......
Saliendo de
la casa tan cómoda y desprotegida del calor que me acurruca, siento el
helado frió que me parte en dos....inmediatamente saco de unos de mis bolsillos
una botellita mágica que lleva ron, mi fiel elixir y compañero de
batallas gélidas.
Me
tomo el placebo anticongelante, por que de otra manera no podre terminar
mi objetivo, el tener un muñeco de nieve en la entrada de la casa, el cual nos
protejera de todos los malos espíritus de tristeza en la navidad.
Terminare de
hacer al muñeco por que sin el no habrá iniciación a la navidad. esta casi
listo pero el frió agresor ha cortado con hielo al muñeco * Frosty y aunque
fuerzas no tenga, tendré que rehacerlo por que es nuestro tótem mágico de
comunicación entre Santa Claus y el reno de nariz roja Rudolph . Por eso canto
a todo pulmón :
“ Frosty se
llama, un amigo singular,
pues de nieve está formado y siempre viene en Navidad
Frosty se llama y su mano quiere dar,
no me importa que esté helado yo lo quiero saludar, no quiero morir con su cortado de hielo en mi búsqueda de amor”
pues de nieve está formado y siempre viene en Navidad
Frosty se llama y su mano quiere dar,
no me importa que esté helado yo lo quiero saludar, no quiero morir con su cortado de hielo en mi búsqueda de amor”
*Frosty:famoso
muñeco de nieve tiene que ver más bien con los medios de comunicación y la
creación de un cortometraje en el que se enfrenta Jesús en contra de Frosty;
este último es el nombre del muñeco de nieve. La historia se vuelca en un guión
donde se cuenta cómo cuatro niños construyen un muñeco de nieve llamado Frosty
y, cuando le colocan un sombrero en la cabeza, éste cobra vida.
Desafortunadamente, Frosty se vuelve malo y peligroso.
*Tanen Baum:
"O Tannenbaum" es un villancico de origen alemán, y extendido universalmente. En español recibe dos nombres: "El abeto", y "Qué verdes son" (en algunos casos, también "Árbol de Navidad"). Y en inglés se conoce por "O Christmas Tree".
Tannenbaum, en alemán, es el abeto (Die Tanne) o árbol de Navidad (der Weihnachtsbaum). La terminación “baum” significa árbol.
"O Tannenbaum" es un villancico de origen alemán, y extendido universalmente. En español recibe dos nombres: "El abeto", y "Qué verdes son" (en algunos casos, también "Árbol de Navidad"). Y en inglés se conoce por "O Christmas Tree".
Tannenbaum, en alemán, es el abeto (Die Tanne) o árbol de Navidad (der Weihnachtsbaum). La terminación “baum” significa árbol.
Amelia Casas
Aphesteguy-Röber
CORTADO CON
HIELO
Max, estaba sentado como cada domingo en la cafetería de al lado de su casa. Era un hombre de unos 40 años, algo
desaliñado, pero sin resultar desagradable. Su sombrero descansaba sobre la
mesa del fondo, delante del gran vidrio que daba a la calle; era un sombrero de
ala ancha, y de medio lao, como el de la canción, aunque Max, en nada se
parecía al protagonista, salvo quizás que estaba desocupado, es decir en el
paro y por eso todos los domingos compraba La Vanguardia, a ver si tenía
suerte. Victor, el camarero, que en realidad se llamaba Lienyu, siempre esperaba a servirle en el último
momento, así le dejaba tranquilamente ojear la sección de empleo, sin prisas, y
podía pasarse toda la mañana con un cortado en la cafetería. Max cogió la Vanguardia, y desdoblándola, sacó el
dominical que guardaba en su interior. Le había parecido que hoy La Vanguardia, pesaba más que otros domingos.
Rompió el precinto de plástico que rodeaba la revistilla, y una caja de CD cayó
sobre sus piernas para su sorpresa. Extrañado de que le hubiese tocado algún
regalo, cogió el CD para abrirlo. Notó que pesaba bastante, como si estuviese
hecho de plomo. En su interior, había un CD dorado, completamente liso. Cerró la boca, y volvió en sí. Miró hacia
ambos lados de reojo..... Nada, parecía que nadie se había dado cuenta de nada,
como de costumbre..... guardó
apresuradamente el CD en su bolsillo al oir la campanilla de la puerta. En ese
momento una mujer entró en la cafetería y se dirigió hacia él.
-Discúlpeme Señor, podría sentarme con Vd.?
Max, se levantó e indicándole la silla con la mano le contestó
-Naturalmente, por favor, siéntese!-
-Perdone, dijo la mujer bastante inquieta mientras miraba por el gran
ventanal hacia la calle, pero un hombre
me venía siguiendo y he decidido entrar aquí hasta que se marche.-
Max miró por el ventanal, la mujer se acercó a él y le señaló con el
dedo hacia la esquina de la calle de delante,- ¿Ve aquel señor que lleva una
gabardina y un sombrero gris?,
Max miró hacia donde la mujer le señalaba y vio desaparecer un hombre
doblando la esquina,
Sí, parece que se marcha. No se preocupe señorita, tómese algo y luego
yo la acompañaré hasta donde Vd. quiera, para que no la vuelva a seguir. La mujer, se levantó de la silla y la acercó
al lado de Max, sentándose tan cerca de él que no pudo dejar de observar, cómo
el escote de la blusa, descendía para enseñarle la parte del pecho apenas
cubierta por un sujetador de encaje negro, mientras ella, se acercaba a su
oreja susurrándole, Oh señor, es usted muy amable, y le agradecería enormemente
que me acompañara al servicio, si a Vd. no le importa, sigo un poco asustada,
¿sabe?
Max, sintió como un calorcillo extraño le subía por el pecho. No podía
creerlo, ¿había ligado?,
Pues claro, que no me importa, quédese tranquila que yo la acompaño-
Se levantaron y se dirigieron hacia el servicio de señoras. La mujer
entró mientras Max esperaba fuera. Pero ella volvió a salir enseguida y
tomándolo del brazo lo empujó hacia dentro de los servicios.
Pensará que estoy loca le dijo, pero esta situación me ha excitado
tanto, que si a tí no te importa, pues a mí tampoco- ¿Qué dices?
Max, la abrazó y empujándola hacia uno de los retretes, cerró la
puerta y la besó apasionadamente, -
Al cabo de un rato, ella salió y le dijo, no salgas aún, que te
avisaré por si hay alguien.
Max esperó en silencio dentro del retrete, y encendió un cigarro. Pasó un buen rato, y Max se decidió a salir,
¡por suerte no había nadie!.
Se sentó en su mesa, y entonces se acordó, metió la mano en el bolsillo
de su chaqueta y …. Nada, el CD había desaparecido. En ese momento llegaba
Víctor y le espetó, ¿qué Max te traigo
ahola el coltado? Max le miró indeciso, la cabeza le daba vueltas, por un
momento pensó que todo había sido un sueño y no había sucedido. En ese momento
sonaba por el altavoz la canción de Pedro Navaja, - Sí Victor tráeme el cortado, pero con
hielo, con mucho hielo por favor...... - y escucho la canción que seguía....
y
mientras tanto en la otra acera va la mujer
refunfuñando
pues no hizo pesos con qué comer.
Mientras
camina del viejo abrigo saca un revolver, esa mujer,
y
va a guardarlo en su cartera pa' que no estorbe,
Max, se tomó el cortado con hielo de un trago; se levantó; se puso La Vanguardia bajo el brazo; recogió
el sombrero y salió de la cafetería, mientras tatareaba el estribillo que
sonaba por el altavoz,
La vida te da
sorpresas, sorpresas te da la vida ay Dios.
Lola
Ruiz-Jordana
TODAVÍA MÁS SOLA
El día era lluvioso y comenzaba a chispear. Como si no lo
hubiese percibido, Dolores se instaló en
la terraza y sobre la blanca mesa de
plástico colocó un montón de barro al que continuó dando forma. De vez en
cuando golpeaba con él sobre la mesa y con su mano derecha intentaba retirar de
su frente un largo y rizado mechón de pelo, empapado de agua.
Alisó la masa de barro y, llegado el momento de trabajar el
relieve, se dirigió a la cocina donde,
en un cajón del congelador, había creado
un instrumento que le sería útil para su labor. Se movía como un
autómata, un remolino de ideas y recuerdos
danzaban en su cabeza.
“Ese niño no lo quiero, no nos interesa –había dicho él-; se
cruza en nuestro camino, no puede
acompañarnos a un país tan lejano…”
Sobre el relieve de barro las manos de Dolores daban forma a la cara de
un ángel, de un ángel no-nacido al que nunca podría besar. Ansiaba amar y ser amada, pero siempre había
recibido poco cariño, muchos gritos y
algunas bofetadas; como las de aquel día…
Y al recordar a su padre golpeándola en la cabeza, fue tal
su crispación que sin advertirlo se cortó
la muñeca izquierda con la cuchilla de hielo que se había
fabricado. Un chorro de sangre tiñó de rojo la mesa blanca, mientras que en el
suelo de la terraza otra sangre, más densa y oscura, se diluía con el agua de la lluvia.
Y su alma seguía
todavía más sola.
Marrossa
CATHERYN
Dominique
apagó la lamparita de la mesilla, comenzó sus ejercicios de relajación mental,
inesperadamente quedaron interrumpidos
por un murciélago que se empeñaba en
traspasar el cristal de la ventana.
Le veía
rondar por la oficina y la lívido se le disparaba, que caramba tenia esa mirada
que la descomponía solo de imaginar como serian sus besos.
De espalda
al ventanal alargó la mano para pulsar el interruptor de la computadora, sintió
la mirada clavada en ella, se giró, y ahí estaba él, pegado a sus glúteos,
sintió su aliento casi gélido pero
sugerente, tenia aire misterioso,
la tomó por la mano y fue él
quien apretó el interruptor, Dominique
no pronunció una palabra, dejó que él hiciese, estaba hipnotizada, el resto del
día transcurrió con las miradas filtrándose entre los espacios de los gradolux
que separaban los despachos.
Ding… Dong…,
sonó el timbre, Dominique abrió los ojos más que la puerta, era él, apenas
balbuceó; _queee, _¿queee haces
aquí ? _¿ como sabes donde vivo?
_ Tengo vista de pájaro, dijo él.
_ ¿ Puedo
pasar? me apetece hablar contigo un rato , ¿ puedo?
_ Si, si,
claro, pasa, pasa.
Por la
mañana Dominique puso el café y la leche
en el fuego,
_ ¿Como
quieres el café? preguntó desde la distancia.
_ Cortado
con hielo, amor,
_ ¿Cortado
con hielo?
_ Si, si,
contestó él.
Hizo un
gesto de extrañeza y sacó manteles individuales, sirvió el desayuno, en el
quicio de la puerta apareció él, envuelto en su propia piel, la abrazó, ella
cogida a su cuello dio un suspiro, comenzó a temblar con el roce de los labios
resbalando por el cuello, la piel
resaltaba los poros , electrificada por las
caricias comenzó a gemir, la libido fue subiendo hasta alcanzar el
éxtasis.
Los gemidos
despertaron a Catheryn.
_Despierta
amor, despierta…le decía mientras la sacudía con cuidado, Catheryn la abrazaba
mientras la besaba en los labios.
_Yo también
tengo ganas sabes…?
_He tenido
un sueño erótico con un hombre , le dijo.
¿ Hummmm y
que tal? preguntó Catheryn,
_Pues…he
tenido un orgasmo_ Catheryn ¡me ha
gustado¡
_Bueno, no te preocupes, solo ha sido un sueño, amor,
solo un sueño, no lo olvides.
_ Si, es cierto, dijo algo titubeante, _nunca he
sentido nada parecido a esto Catheryn _Tranquila, yo controlo, tú tranquila, se
perfectamente lo que necesitas.
Dominique le
correspondió evocando las caricias del
sueño. Adormecida aún, y algo cansada, salió de la cama, al mirarse en el
espejo observó unas extrañas marcas en su cuello.
_ ¡ Catheryn,!
que me has hecho!?
_ ¿Yoo?_
nada amor, que tengas un buen día, ya llego tarde al trabajo, ¡¡ ah, y no
olvides que yo cuido de ti !! le dijo
mientras desaparecía volando por la ventana convertida otra vez en murciélago.
Dominique
llegó al despacho y encontró la mirada enigmática en la maquina del café
tomando un cortado con hielo.
_! Dios mío
¡ ¿ _que me está pasando?
Mar.ria