lunes, 26 de noviembre de 2012

PALABRA Y LIBERTAD


LIBERTAD Y PALABRA
Cuentan que en el País de los Derechos Fundamentales, soñado y anhelado por muchos, añorado y desconocido por tantos; vivían dos muy buenas amigas llamadas Libertad y Palabra. Ambas sabían muy bien de sus responsabilidades así como de sus límites para con sus semejantes y su leitmotiv era llenar de satisfacción las vidas de aquellos que disfrutaban de su amistad en mutua simbiosis. Libertad y Palabra eran conscientes de que existían lugares y mentes en los que -y por las que- no siempre eran bienvenidas…sitios y espacios en el tiempo…durante los que eran temidas por su inteligencia y sensibilidad que asusta a los que menos les respetaban: aquellos que por medio del acoso intentaban manipularlas, reprimirlas, llegando en ocasiones a reducirlas hasta su mínima expresión.

Marta Albricias

PALABRA Y LIBERTAD

Cuando Libertad que se hallaba encadenada en la mazmorra, vio que traían amordazada, a su amiga la Palabra; lloró amargamente…
En otro tiempo Libertad siempre había hecho lo que quería. Andaba libremente por las calles y plazas saludando a todos, cogida de la mano de su amiga la palabra, la cual, le recriminaba duramente cuando ella se propasaba en sus actos. Pero llegaron al pueblo tres sujetos nada recomendables, llamados Represión, Intolerancia y Censura, y se hicieron con el poder en un instante. Para ello, bastó con aprisionar a Libertad y después amordazaron sin esfuerzo a la palabra, y el pueblo entendió enseguida que una imagen vale más que mil palabras. Y al pueblo no le gustó nada ver a Libertad encadenada. Lo que luego pasó ya es otra historia llamada Revolución.

Jordana-Lola

PALABRA DE CABRA
“Vive y deja vivir”, es la única ley de la Josefa, viuda setentona de armas tomar, militante contra la dictadura en la clandestinidad, y actual beneficiaria de una vejez modesta pero holgada, con el dinerillo que le proporciona la venta al menudeo de hachís a unos cuantos clientes fijos del barrio obrero donde vive, realizada con la suficiente discreción como para que, aunque casi todos sepan de doña Josefa y de la casa barata en la que vive, casi nadie conozca de su actividad, de lo cual además puede inferirse, que aplica sabiamente su experiencia clandestina de épocas pasadas.
Si se presta un poco de atención, algunas señales dan pistas sobre dicho pasado; un par de insignias con las efigies de Vladimir Ilich Ulianov, alias Lenin, y de Karl Heinrich Marx, alias Groucho, entre unas tazas de café en la vitrina de un espartano mueble de comedor; una matrioska y una réplica en madera de la catedral de San Basilio, en la repisa inferior; una personalidad con el mismo carácter indomable e inquebrantable que el del pueblo ruso; y sobre todo, las cabras.
Sí, las dos cabras que le vigilan la finca con más mala leche que un pitbull. No es que sean rojas y tengan tatuadas una hoz y un martillo, no, de hecho, son genuinas cabras blancas que se zampan todo lo que se les pone por delante, incluyendo plásticos y otros derivados del petróleo; la huella de su dueña, solo aparece cuando ésta las reclama a la hora del rancho, o para que cesen sus embestidas contra la entrepierna de un visitante, una vez identificado. En esos momentos, es cuando se puede escuchar la curtida voz de la señora Josefa gritando, “palabra”, “libertad”, ¡aquí!, y un presto, “beeeeeeee”. 
Josean

PER EN MANEL
En Manel i jo compartim la vida fa més de 20 anys. Quan el vaig conèixer el seu cap no estava emblanquinat i els seus ulls no eren envoltats de les petites marques de la vida.
“Hola... com et dius?”, em va dir i, després de respondre-li em va explicar que ell era el Manel.
Ens veiem cada dissabte, passàvem una estona junts, fèiem uns quants jocs i compartíem el matí.
Al cap d’uns dos anys, la vida ens va separar i, anys després, vam tornar a coincidir en mig d’un carrer del barri. Després de saludar-me amb les mateixes paraules que anys enrera, em va dir “Tu ets.. la meva amiga..., oi?” , “Sí, Manel, sóc la teva amiga”-. Així de fàcil, per damunt de tot, el Manel sabia que jo era la seva amiga.
Ens hem anat retrobant un o dos cops l’any i hem anat envellint junts. Bé, en realitat, sembla que només ho he fet jo, que el Manel continua sent el mateix noi de l’esplai.
-Ets... mare?” em va dir quan me’l vaig trobar empenyent el cotxet del meu primer fill. La paraula em va impressionar, en els seus llavis, prenia una força i solemnitat que em sorprenia. No és que hagués tingut un fill, això és el que pensaven els altres, no, és que era mare, als ulls del Manel jo era mare i era la seva amiga i això em col·locava en una posició de la qual no me n’havia adonat fins aquell moment.
- “Com ...et dius?” ... “Ets... la meva amiga,...oi?” em va dir l’últim cop que ens vam trobar. Sí, Manel, sóc la teva amiga i amb tu em sento lliure de ser com sóc, perquè faci el que faci sempre tens clar quina és la paraula que em defineix.

Ginebra


CAMINO DEL CAMPO DI FIORI
De pie, expuesto a la befa pública, atado a un barrote del carro que le conduce a la hoguera, Giordano Bruno permanece reconcentrado en sí mismo e indiferente al griterío de la muchedumbre que se apiña en todo el recorrido hasta el Campo di Fiori.
Lleva siete años en manos de la Santa Inquisición y no han conseguido quebrarle, reiteradamente se ha negado a retractarse. Hace poco más de una semana, el Santo Tribunal hizo pública la sentencia, y Giordano comentó: "Probablemente, ustedes tienen más miedo al pronunciar la sentencia que yo al escucharla”. A Bruno Le sostiene el furor heroico, la exultante convicción de ser una parte de Dios. Este piadoso sentimiento es lo que le permite aislarse de los improperios y verduras que el populacho le arroja.
Por un momento abre los ojos y vislumbra al final de la calle el Campo di Fiori, una plaza rectangular y alargada, en la que se agita el gentío. Esta visión le evoca el mar, que para él está inevitablemente unida a cierta tarde en que se escapó del convento de Santo Domingo en Napoles, junto con otros novicios, para jugar en la playa. Fue aquella tarde, con el gozo de corretear sobre la arena, el manso rumor de las olas, el olor a salitre y a alga marina que los temporales amontonaban, los destellos del sol sobre aquella superficie casi inmóvil, la inmensidad del mar, y sobre todo con la luz, aquella luz que todo lo envolvía y transfiguraba, que Giordano supo que el universo no tenía límites, como el mar; que estaba vivo, también como el mar; y que contenía destellos de la divinidad, al igual que la superficie del mar.
El carro se detiene, a Giordano lo llevan en volandas hasta poner pie a tierra. Mira a lo alto y comprueba que en Roma se goza de un día de febrero sereno, el cielo está despejado y el sol algo pálido. Aunque siempre majestuoso, como corresponde a la luminosa manifestación del el espíritu que todo lo anima.
Entonces, justo antes de subir al cadalso, Giordano comprende que toda su vida no ha sido sino un intento de explicar lo que experimentó aquella lejana tarde de su juventud. Reconoce que quizá no lo ha logrado plenamente, pero sabe que no lo ha traicionado. Y este pensamiento lo reconforta frente a la multitud que ruge al verle sobre a la pila de leña

Felipe Deucalión

PALABRA Y LIBERTAD
Ella se estiró en la cama y dejó la mirada perdida. No tardó en entrar en un estado de duermevela que le parecía plácido.
Al poco rato pasaron por delante de sus ojos sombras de colores que poco a poco iban tomando forma. Sentía curiosidad por saber de que se trataba.
Notó como salía de su cuerpo y cada vez se acercaba más a los colores que la envolvían suavemente. Una mancha roja se aproximó más que las otras y vio que era una letra.
Su cerebro no acababa de comprender que sucedía. El asombro aumentó cuando se fueron perfilando los contornos y vislumbró la letra A. Seguidamente vio detrás de ella a una letra M verde, y al lado una U azul, y delante de esta un sinfín de letras de colores. Todas la miraban.
Se movían a su alrededor lentamente y flotando en la nada, como ella misma. La A se le aproximó y le dijo con una voz aterciopelada:
Bienvenida al mundo de las letras, se que te parecerá extraño, pero nosotras estamos siempre con los humanos. Tenemos mucho trabajo, ya que nos llaman continuamente, día y noche, para formar palabras. No damos abasto. Nos reclaman de todos los países y nacionalidades, de todas partes. No descansamos nunca. Te podemos presentar a compañeras de todos los alfabetos existentes.
Hay humanos que no nos conocen, pero también acudimos cuando hablan entre ellos. Pero hay lugares en el mundo en los que alguna combinación nuestra no es aceptada. Hay palabras censuradas que no pueden hacerse públicas. Tenemos que prestar nuestros servicios a escondidas.
Las personas que nos utilizan corren un elevado riesgo. Estamos oprimidas aunque siempre hay hombres y mujeres valientes que nos llaman igualmente. Muchos de ellos son encerrados o aniquilados por expresarse. Pero también podemos ser usadas para hacer daño.
Nosotras formamos las palabras que los humanos utilizan para manifestar lo que sienten pero somos una invención suya.
Nos queda ya poco tiempo para estar contigo. Piensa que gracias a nosotras nos han llegado conocimientos de épocas pasadas y de otras gentes. A través nuestro pueden aprender un gran número de personas, aunque no todas.
Ella notó como se desdibujaban los contornos de las letras y todo tenia un aspecto borroso. Observó que los colores se difuminaban y volvió a notar sus brazos y piernas.
A los pocos minutos abrió los ojos y vio la habitación. ¿Había sido un sueño o una alucinación de su mente? No lo sabía. A su lado había quedado el libro abierto y sintió como si la llamaran desde sus páginas.
Lo cogió y leyó la palabra libertad.
Laia

 


1 comentario:

  1. Bueno, bueno, cuánto se ha dicho de la palabra y la libertad, ó de la libertad de palabra, o ¿es libre la palabra? ¿tiene palabra la libertad?.... con los tiempos que corren, cada uno es libre para pensar lo que quiera sobre el tema. A todo esto, yo me pregunto, la justicia es ciega porque no quiere ver, o no ve porque la han cegado, en fín qué dilema...... Aunque yo más bien la dibujaría como la venus de Milo, sin ojos,sin brazos y además coja, por lo de no poder correr

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