jueves, 14 de marzo de 2013

LA LLUVIA



TRAS LA LLUVIA 
 
El primer rayo de sol que se coló por la ventana era tenue. Había llovido y en cada gota que se deslizaba por la cristalera se reflejaba nuestra habitación, donde tantas veces habían llovido los besos; cada vez que le regalábamos a la lluvia nuestro amor.

Marta Albricias

EL GIGANTE GLOTÓN

Cuentan, que hubo una vez un país lejano en el que nunca llovía: nubes grises, blancas, negras y lilas, aparecían y desaparecían por sus cielos con la rapidez del rayo.
Érase una vez un país en donde el sol brillaba sin tregua, porque un gigante glotón se comía las nubes.

Marta Albricias

LLUVIA

Había una palabra hecha una gota, lluvia.
Lluvia me moja, me seca, me llena, me deja...lluvia.
Lluvia me lava, que empapa, que a niega, inmunda, rebalsa.
Lluvia navega, que llega, que anda, se detiene y vuelve.
Lluvia tormenta, llovizna con gotas, gotitas que se sienten y dan vida, cosechan y siembran semillas en campos y huertos, vida de lluvia.

Lagrima caída gota de lluvia con vida, que alegre o triste habla del alma, de la tierra o de ti misma.
Lluvia que moja, me empapa, me lava, me baña, me cae, me esconde.
Lluvia melodía del cielo que empieza y termina.
Lluvia agua que cae termina y empieza con ritmo o sin ritmo; con luz,  con arco iris y truenos relámpagos voz de lluvia, eco de lluvia.
Lluvia el  ritmo del agua que el cielo regala me empapa, me moja, me inmunda, rebalsa, que llega, que anda, se detiene y vuelve......lluvia.

Amelia Casas Aphestegüy

LLUVIA CRISTALINA

En el país de mis ojos hace tiempo que no llega un temporal. El cielo celeste del país de mis ojos amanece condensado de humedad a causa del cansancio. Cuándo a mis ojos llega la electricidad de los relámpagos en los días de mal humor  se congela mi mirada pero el temporal no se desata. Si llega la primavera el tono del iris se vuelve celeste verde y algunas gotas se desprenden por fin de alegría por las cimas de mis mejillas próximas a mis ojos. Son gotas cautas, elegantes y alegres que bailan con dinamismo esperando que no acabe el verano. A veces, ante una sorpresa inesperada o algún recuerdo nostálgico, se deslizan por esas cimas algunos goterones escasos, lentos, pausados y silenciosos. Me doy cuenta que la experiencia del país de mis ojos evita los temporales porque ha perdido la fuerza de los aguaceros y contiene el dramatismo externo en las nubes enmarañadas del espíritu celestial interno del país de mi corazón.

Susana

EL GUATEQUE

Querido diario:
Hoy es el día más feliz de mi vida. He bailado y más cosas con Javi. Aunque al principio no fue muy bien.
Bueno, a ver, yo quería bailar con él “Noches de blanco satén”, pero la Sorayita se me ha adelantado, la tía guarra. Con decir que he estado a punto de bailar con el gordito que pone los discos, está todo dicho.
Pero después de un cuba libre de Giró, me he lanzado. Han puesto “La lluvia” de Mike Kennedy y me he colgado de su cuello.
Hemos bailado, y besado, y un poco de todo. Pero no ha sido como con el primo del pueblo, que más que acariciarme parecía que quería escarbarme. Esta vez no, esta vez ha sido más suave, como más natural, como más bonito.
De este guateque he sacado dos cosas positivas Una, que “La lluvia” de Mike Kenedy va a ser la canción de nuestra vida. La otra, que se joda la Sorayita, que a mí también me las ha sobao
Barcelona, 17 de octubre de 1.970.

Felipe Deucalión

LA VENTANA INDISCRETA

 Desde su ventana se divisaba la desolada plazoleta, presuntamente ajardinada.
 Un banco  carente de respaldo como requieren  las buenas normas de diseño,  dos esqueléticos árboles para una improbable sombra y el imprescindible  pack  de “papelera-farol-bici-parking”
 Todo lo necesario para acoger al paseante más exigente, pero seguía estando vacía.
 Un día  llego un hombre con un largo abrigo  negro  y un paraguas cerrado, sentándose  en el banco, saco del bolsillo lo que parecía una carta;
 la leyó pausadamente, la guardo y  se marchó.
Diariamente  el secreto observador, con curiosidad e impaciencia esperaba al visitante.
Que diría aquella carta?  Porque llevaba un paraguas si no llovía?.
 Las visitas se  iban sucediendo  con la misma rutina, hasta que una lluviosa tarde  inquietó  al observador, acudiría hoy el enigmático paseante?.                                               
El visitante llegó con el paraguas cerrado, parecía no importarle la sutil pero persistente lluvia, se sentó, leyó la carta y al finalizar  construyó un barquito con ella y dejándole deslizar  por los  riachuelos formados por la lluvia, abandonó apresuradamente la plazoleta  y ya jamás regresó.
 Justo ahora, que en los árboles empezaban a despuntar las hojas.

Rosa

LA LLUVIA

En el pueblo había un refrán “cuando el viento sopla llega la lluvia”. Y el viento no dejaba de soplar hacía más de un mes. Incluso se había llevado las tejas de la cubierta de la casa del Agustín. ¡Pobre Agustín!, la mujer se le fue a la ciudad subida en el carromato del cacharrero que venía por el pueblo, y no volvió; Como sus tejas, que se las había llevado el viento a Dios sabe dónde. Y es que ya se lo decía el Mariano, que la Visi había sido de  joven muy veleta. Al final el Agustín, no tuvo más remedio que proveerse de unas cuantas chapas en el vertedero municipal y colocarlas a modo de tejas en los huecos que habían dejado aquellas desertoras. Al bajar por la escalerilla apoyada contra la fachada, oyó tronar y empezó a caer una espesa cortina de agua. El Agustín se metió en casa y sentado al lado de la chimenea miraba por la ventana. Reconoció una silueta de mujer plantada ante la casa, bajo la lluvia. Era la Visi que volvía hecha unos zorros y con la cabeza gacha.
“Cuando el viento sopla, vuelve la lluvia”, pensó el Agustín; y salió a recoger a su mujer, después de todo. El cura le había dicho, para lo bueno y para lo malo…

Jordana (Lola Ruiz Jurado)

ELENA

Elena mira por el cristal la lluvia que cae sobre la ciudad. Es una lluvia suave que apenas hace ruido. No está segura de si esta despierta lleva tantos días sin llover que tal vez este soñando que finalmente el cielo ha empezado a limpiar la ciudad.
Abre el balcón y se asoma. Las gotas le mojan la cara, suspira, parecen bastante reales. Aun así, mientras sueñas las fantasías también parecen reales.
Sus tiestos huelen a tierra mojada. Hace tiempo que no planta nada en ellos, tal vez si esta lluvia es real vaya a comprar algunos bulbos para tener flores este verano.
Mira hacia abajo, la gente que camina por la calle bajo el paraguas. Sin saber por qué da un grito “ahhhhh”. La mayoría de las personas no hace ningún caso. Pero hay varias personas que se giran y se la quedan mirando sin saber si reírse o avisar a los bomberos. Cuando Elena se da cuenta, vuelve enseguida dentro de casa.
Vale, no está soñando, acaba de montar el espectáculo. Se ríe para si misma. Su gata se le acerca y ronronea cariñosa. La coge en brazos y se va a la cocina para poner agua a hervir.
Se despierta con la infusión fría a su lado. Su gata se queja cuando se mueve. El libro que leía ha caído al suelo. Fuera se ha hecho de noche. Tal vez no ha llegado a gritar.
Sonríe para si misma cuando descubre que espera que no haya sido un sueño.

Herman

LA LLUVIA

Margarita era preciosa. No tenía nada que envidiar a sus compañeras. Su amiga Rosa, siempre tan vistosa, llevaba unos dias un poco mustia. Pero no era la única.
Margarita tenía los pétalos blancos y era esbelta con las hojas muy verdes. Aunque Rosa podía destacar al principio, siempre acababan fijándose en ella y su sencillez.
Vivian en un jardin pequeño y acogedor. Sus vecinos y amigos: la palmera, las bugambilias y el cactus, se llevaban muy bien. Pero todos, incluso este, estaban esperando una cosa: la lluvia. Ellos la llamaban “la gran fiesta” y hacía mucho tiempo que no se empapaban con su agua. La añoraban en su subconsciente.
Una tarde que estaban de “cháchara”, oyeron el sonido de un trueno. Inmediatamente cesaron las conversaciones y todos los habitantes del jardin, miraron hacia el cielo esperanzados. A ver si sería una falsa alarma como otras veces.
Pero en esta ocasión, el firmamento se oscureció. Casi daba miedo mirarlo y lo rasgaron relámpagos deslumbrantes. Por fin cayeron las primeras gotas. Las plantas las recibieron con una alegría fuera de si. Todas ellas intensificaron su color y se giraron para recibir la lluvia. Margarita comentaba que ojalá no cayera granizo.
La precipitación fue tan intensa que casi no dejaba oir los cantos de júbilo de todas ellas. No estuvieron solas, al poco salieron varias familias de caracoles y alguna lombriz.
Cuando el dia declinaba, el aguacero cesó. Margarita, Rosa y los demás estaban radiantes. Todos tenían pequeñas gotas en sus cuerpos como si fueran brillantes.
Al poco se abrió la puerta de la casa y se asomó una anciana al jardin:
Parece que mis amigas hayan visitado un salón de belleza,estan espléndidas. Y se acercó a Rosa para olerla, pero miró a Margarita y dijo para sus adentros: tu si que eres hermosa.

Laia

TAMBORES

Pum Pum Pum Pum, Pum Pum Pum Pum
Los bailarines ejecutaban volteretas imposibles alrededor de la hoguera mientras las mujeres, apiñadas a un lado, entonaban canciones ancestrales que se perdían en el orbe estrellado.
En la tienda central, el hechicero puso un puñado de hierbas sobre las brasas y al instante un humo denso y mentolado llenó todo el espacio mientras sus ayudantes movían incansablemente toda clase de amuletos y abalorios en un trance conjunto.
Pum Pum Pum Pum, Pum Pum Pum Pum
Todos eran conscientes de que aquella era la última noche. Si al día siguiente no llovía todas las tribus estaban condenadas a la extinción.
Ni los más ancianos recordaban un período de sequía tan largo y los pobladores de las montañas se vieron obligados a ir descendiendo hasta el valle.  
La situación era tan extrema que olvidaron todas las diferencias y las enemistades de tiempos inmemoriales quedaron olvidadas mientras todos unían sus fuerzas y su energía en su petición de lluvia a todos los dioses.
Pum Pum Pum Pum, Pum Pum Pum Pum
Más de mil tambores completaban un círculo perfecto y cuando alguno caía rendido o se desmayaba era inmediatamente sustituido por otro.
Las ancianas habían degollado las últimas cabras y daban de beber la sangre a los más pequeños y a los más necesitados mientras los demás, cubiertos de sudor, iban acumulando una capa de polvo en la piel provocada por los saltos de los que danzaban portando las pinturas y accesorios que la situación requería.
Pum Pum Pum Pum, Pum Pum Pum Pum
Era el sexto día. Los tambores no habían parado ni un solo momento y empezaba a amanecer. El hechicero salió de la tienda y se puso a chillar histéricamente haciendo que los tambores sonasen a su máxima capacidad mientras los hombres, mujeres y niños unían sus gargantas en un único lamento de notas agudas que parecía perforar el cielo.
Pum Pum Pum Pum, Pum Pum Pum Pum        
En algún lugar del firmamento los dioses se unieron con carácter de urgencia. Todos llevaban tapones en los oidos y por sus caras se adivinaba que llevaban unos cuantos días sin dormir.
.- POR TODOS NOSOTROS!  - gritó el más dios de todos los dioses – ESTO VA ACABAR CONMIGO! ¿PERO ES QUE NO HAY FORMA DE HACER CALLAR ESOS TAMBORES?
Estuvieron discutiendo durante un buen rato, cuando de repente, uno de los dioses más jóvenes, dijo:
.- Y si les tiramos un cubo de agua?
.- VIVO YO (vive Dios) QUE ES UNA BUENA IDEA! QUE LES TIREN 1000 CUBOS SI FUERA NECESARIO!
Abajo, en el valle, el hechicero levantó una mano y todo el mundo quedó inmóvil. Hasta los bebés dejaron de llorar pidiendo el pecho seco de sus madres. El hechicero señaló hacia las montañas donde empezaban a verse unos negros y enormes nubarrones.
Pronto cayó la primera gota y media hora más tarde todos se revolcaban en el barro entre risas y juegos.
Uno de los jóvenes se acercó al hechicero y le preguntó:
.- Podemos hacer una fiesta esta noche para celebrar las lluvias.
.- Por supuesto. Pero nada de tambores. Solo flautas. No está bien abusar de la paciencia de los dioses…

Javier

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