LA CALLE
Al buscar tu calle,
me dice el callejero
que “pa” pasar por tu casa
tengo que llamar primero.
Y yo te dejé un mensaje
donde digo ¡No señor!,
que “pa” pasar por tu calle
¡paso cuando quiera yo!
CURTIDO EN CUERO DE MALETIN
Años
setenta y las calles de Madrid mi reinado. Maletín en mano, conocía todos los
locales comerciales de cada calle y todos los negocios que un simple peatón no
observa a simple vista. Tras cada venta de cepillos, una historia distinta. Las
historias tristes bañadas en cervezas de pie junto a la barra. Las alegres
celebradas con brindis de champagne en domicilios particulares. Los triunfos
con buenos vinos en los mejores restaurantes. La calle me enseñó, me educó y me
empapó de vida. El mapa de Madrid trazó
con sus calles las sinapsis cerebrales que formaron el puzle personal de mi
vida exclusivamente profesional.
Susana
LA AVENIDA ESCOBAR
Malampurul es una de las metrópolis más
grandes del planeta, y también de las más nuevas. Eso explica el trazado rectilíneo
de algunas calles que cruzan la ciudad de punta a punta recorriendo kilómetros.
La avenida Escobar tiene en una punta el suntuoso barrio Richmon, donde viven
los personajes más acaudalados del país entre lujos difíciles de concebir. En la
otra punta Miña Esperança es un barrio de chabolas en el que la gente tiene que
esperar la lluvia para tener agua para lavarse. La larga avenida tiene día y
noche un intenso tráfico que apenas permite avanzar, millones de personas la
pisan diariamente. Y aún así, por más que preguntéis, nadie sabrá deciros donde
empieza y donde acaba.
Herman
LA
CALLE
Caminaba
como descolgado de sus huesos, con movimientos de chulo
y
se columpiaba en sus hombros obsequiosamente.
Era
como decir: ! A qui estoy! y por eso no pasaba desapercibido.
Tenia
músculos que se adornaban tatuados con sirenas y cicatrices, las cuales no
quería
disimular por que eran parte de su vida, de lo bajo y ordinario de su
existencia.
Había
crecido en la calle y por eso no tenia escrúpulos, por que la vida lo
había echo un criminal y en ella había aprendido todo lo cruel que los seres
humanos botamos.
Dicen
que lo habían encontrado en la basura, ya desde entonces su madre no lo quería
y el Lumpen que lo encontró lo crió como a un perro, como a una rata inmunda,
como una cucaracha.
Amelia
Casas Aphestegüy
CARRER INTERIOR
Des de feia temps, només quan tancava el ulls, podia
recordar cada racó,
podia respirar l’olor dels paisatges més familiars; com si la distància no
existís, com si el seu barri fos un espectre constant en mig de la ciutat; com
si cada carrer i cada edifici continguessin tot de secrets mai explicats que
ell ara, desprès de tant de temps, hagués de tornar a esbrinar per poder donar
sentit a tot plegat.
Una suma de desencerts i febleses el varen
allunyar del seu carrer i de la seva gent. Quedava lluny aquell dia en el qual
ningú no va plorar, ningú no va caure de genolls; aquell moment en què el jutge
va emetre la solemnitat del veredicte i tots els altres van evitar mirar-se,
com si, en trobar-se, els seus ulls revelessin brutícies recíproques o
vergonyes íntimes: tot alló que encara estava pagant amb la seva manca de
llibertat, lluny del seu carrer.
Va tornar a tancar els ulls i aquesta vegada,
va poder veure-s´hi sortint d´allà: tornant al seu barri tot deixant enrere les
reixes i les portes tancades; els desencerts i les febleses: el seu carrer era
cada vegada més a prop en el temps i en l´espai i ell, lliure per tornar-lo a
viure.
Marta Albricias
EL CARRER
El dia era esplèndid i
la blavor del cel quasi enlluernava. Els vianants passejaven des del principi
fins el final de l’amplíssim carrer, en aquell matí de diumenge.
Els vestits de les
dones, llargs fins els peus, eren, gairebé tots, de tons foscos. Els mirinyacs
els feien veure les cintures molt estretes. Els cabells eren recollits en
monyos, i es guarnien el cap amb uns barrets molt elegants.
Els homes, discrets,
passejaven al costat d’elles agafant-les del braç i tocant-se el capell per
saludar les persones amb qui es creuaven, tot mostrant el millor dels seus
somriures.
Per darrera anava
alguna dida amb el cotxe dels nadons o la minyona amb un parell de criatures de
la mà.
Els
carruatges amb els cavalls llustrosos, estaven tots ocupats per parelles i
famílies benestants. El passeig amb
plataners i cases senyorials, alguna propietat d’indians, es convertia els dies
de festa en un aparador, on es reunia el bo i millor de la ciutat. Era el mon
de les aparences.
El senyor Raimon
Maristany i Oliu, es tocava el bigoti i li deia a la seva dona:
- Et presento el senyor
i la senyora Aymerich. Diumenge que ve, vindran a casa a dinar canelons. El
senyor Aymerich i jo, hem de tractar d’un tema de negocis. Estic segur que tu i
la senyora Aymerich estareu encantades de prendre el cafè al saló vermell.
Després d’una breu
salutació, ambdues parelles varen seguir el seu camí, com la resta, amunt i a
vall del Passeig de Gracia.
Laia
TRAYECTO RUTINARIO
Sale de la
calle del Olvido después de colgar en el portal nº 13, el cartel, PISO EN ALQUILER:
Se dirige a la confitería las Virtudes y compra los excelentes
merengues que mensualmente regala a la anciana diabética de la calle de La
Fe, ella agradece el detalle con el importe exacto en
metálico, en un sobre perfumado color
violeta.
Al mediodía toma el aperitivo en el casino El
Agora, donde recoge los periódicos
viejos y los sube al 6º piso de la calle de La Esperanza eso alegra al viejo artrítico. Diógenes que así
se llama, ya no sale a la calle ni le ofrece la copita de aguardiente, solo entreabre la puerta para recibir los
periódicos y entregarle como alquiler algunas alhajas envueltas en un viejo
pañuelo.
Por la tarde
en la calle de La
Caridad visitará “la viudita” de ojos azabache con sus dos
mocosos, uno agarrado al delantal y el otro en brazos con la nariz sucia y los
ojos con legañas, quizás le cobre uno de los cuatro meses que le debe.
Hoy esta decidido a formalizar una propuesta
que ella no podrá rechazar, al fin y al
cabo el es un hombre cabal y puede ser una buena influencia para los chavales.
En la esquina de la calle de la divina Providencia con María Auxiliadora comprueba con
sorpresa que han derribado el muro que tapiaba un
solar
abandonado.
Entra en el sin dudarlo y poco a poco sus pies se hunden en un magma calido y
apestoso que lo engulle de forma lenta pero implacable y antes
de su inexplicable desaparición, alcanza
a leer aterrado el borroso nombre en la desconchada pared Pasaje del infierno.
Rosa
HACER UN RONALDINHO
Edwin, Hamza, Nikolay y Atif desparraman sus
cuerpos en los bancos públicos. Es domingo por la tarde, la conversación de los
adolescentes languidece. Ni rajar de los profes, o cantar loanzas al culo de
Sheila les motiva. Y encima el iphone que se agenció Edwin ya está muy visto.
Están solos en la plaza de las Caramelles.
Uno de esos espacios interiores que han surgido con el esponjamiento del
barrio. Lo único que se oye son los graznidos de una gaviota.
Una pareja de turistas de mediana edad se
asoman a la plaza, parecen despistados. Hamza, que les ha divisado, propone
raudo.
Guiris a la vista. Vamos a hacer un
Ronaldinho.
Nikolay, tú de portero, Atif y Hamza atacáis,
y yo de defensa –ordena Edwin que quiere dejar claro quien manda.
Los chavales simulan jugar a fútbol sin balón.
Ante el acoso de Edwin, Hamza la pasa a Atif, éste chuta y marca, a pesar de la
estirada de Nikolay que acaba en el suelo, entre dos encinas que hacen las
veces de portería.
¡Gol!, ¡gol! -exclaman al unísono Hamza y
Atif,. Y corren a abrazarse.
La curiosidad hace que los turistas se les
aproximen. La señora tiene la cámara digital en la mano y fotografía la escena.
Los muchachos invitan al señor a participar de su juego, hacen ver que le pasan
la pelota, él devuelve el pase y se la vuelven a pasar hasta que se integra en
el juego. Ahora Hamza marca a Atif, quien hace señas al guiri de que no se la
pase. El extranjero se ve forzado a regatear a Edwin que pone la pierna con
contundencia, le derriba y cae encima de él. Edwin se incorpora con agilidad y alza
una mano en la que muestra, victorioso, una cartera, al tiempo que grita.
¡Vámonos!
Los chicos salen corriendo. Hamza al pasar al
lado de la guiri, que mira embobada la escena, le da un tirón a la cámara de
fotos y se la lleva. Una vez en la calle se dispersan.
Felipe Deucalión
LA CALLE
Ezequiel estaba eufórico.
En el fondo de su macuto llevaba las últimas
cuatro cartas de su primer día de trabajo como cartero en la gran ciudad y lo
había hecho en tiempo record.
En aquel momento agradeció el consejo de su
mujer de dejar los zapatos y llevar unas deportivas mucho más cómodas, pues
llevaba toda la mañana caminando.
Era su primer trabajo después del diagnóstico
en el que le detectaron la anomalía en su corazón y había recuperado el
optimismo y la vitalidad tras casi seis años de inactividad y desespero.
.- Una más y…a casa!! – pensó mientras sacaba
la última carta del macuto.
Nada más leer la dirección se dio cuenta de
que el remitente había cometido un error.
Sr. CONÉ
LAMURTE
La calle, nº 138,6
Estaba en el 138 y, lógicamente, el número
siguiente era el 140. En ninguno de los dos buzones figuraba el nombre del
destinatario.
No estaba dispuesto a llegar a la central con
una carta sin repartir y en aquel momento se dio cuenta de algo. Justo allí, a
la altura de los otros dos buzones, descubrió una especie de rendija que
quedaba disimulada entre las filas de ladrillos rojizos.
Le pareció una locura, pero se acercó a la
rendija e introdujo los dedos. Y de repente pasó. Una fuerza desconocida empezó
a succionarlo y apenas le dio tiempo a entender lo que estaba pasando.
Sencillamente pasó. Ya no estaba delante de la pared de ladrillos rojizos.
Estaba en otra dimensión. Era como una especie de enorme depósito donde no
había fondo ni paredes, ni arriba ni abajo. No sentía nada, pero, a pesar de su
primer asombro, una paz interior le inundó y al segundo siguiente era como si
llevase allí toda la vida.
Dios mío!! – Gritó una mujer – Ayuda, por
favor, ayuda!!
En unos segundos un grupo se arremolinó
entorno al hombre que había en el suelo. No había que ser muy listo para saber
que estaba muerto.
-¿Es el cartero, mama? – pregunto un niño
mientras cogía una carta del suelo.
-Si hijo. Es el cartero y parece que le ha
dado un ataque. Dios mio…pobre hombre. Todavía tiene una sonrisa en la cara.
- Mira mamá - dijo el niño – Fíjate en la
dirección de la carta. Sr. CONÉ LAMURTE. Que extraño.
- ¿Y qué tiene de extraño?- Preguntó la
madre.
- Pues que si pones la É del nombre en el
apellido, queda CON LAMUERTE.
Javier
EL CARRER
Tariq va sortir
disparat de la classe sense perdre ni un moment, quan el professor encara no
havia marxat. Ja tenia ganes d’estar al carrer. S’havia de trobar amb els seus
amics per donar un tomb i jugar a futbol on sempre, al descampat que quedava
sota la seva vivenda. Però primer
tenia que passar per casa i veure la mare i la germana que ben segur l’estarien
esperant per fer-li encàrrecs.
Anava
corrent pel carrer i tenia feina de no topar amb ningú. Estava abarrotat. Al costat dret quedava la carnisseria del Shaid, i
més endavant, la pastisseria del seu oncle Khalid que sempre li donava algun
pastisset. Però ara no es podia parar.
Tenia pressa.
Tothom
estava a la via pública. Uns miraven qui passava, d’altres “petaven la xerrada”
i alguns anaven per feina. La Saima, la seva veïna, el va saludar i va dir-li
que la Aisha i la mare ja havien preguntat per ell.
Finalment va
arribar a dalt a casa. La mare li va encarregar unes
garrafes d’aigua i uns kilos de fruita. Tariq va sortir a la vorera i la Lucy
el va saludar. Ella ja fa temps que “feia el
carrer”. Era molt guapa y Tariq l’admirava molt. La Lucy li va donar uns
caramels d’eucaliptus i es van acomiadar.
Tariq era
conegut per tots al carrer. Era una via molt
concorreguda amb gran trànsit de persones i bicicletes. Els cotxes tenien que
fer carreres d’obstacles.
Després de parlar amb
l’un i l’altre, Tariq va pujar la compra al pis. La mare i la germana li volien
encarregar unes altres coses, però ell va sortir fent veure que no les sentia.
Un cop a l’exterior va
veure un nen que cridava:
- Torna-m’ho, dona’m el
mòbil!
El lladre va apretar a
còrrer i Tariq sense pensar-s’ho va anar darrera d’ell i el va poder agafar per
la camisa.
- Dona’m el telèfon! Va
cridar-li.
El noi va deixar anar
alguns insults i de mala gana li va tornar.
Tariq va acostar-se on
estava el nen i li va entregar el mòbil.
-
Moltes gràcies, m’has salvat el dia. Com et dius?
-
Tariq.
-
Jo em dic Joan, i encara fa poc que visc aquí. Ens
hem traslladat fa un mes amb la meva família, al carrer de dalt. Si et ve de
gust et convido a una Coca-cola.
Els ulls d’en Joan
brillaven i de seguida, un corrent de simpatia va sorgir entre ells.
Tariq va dir a en Joan:
-
Com ara som veïns, et portaré a donar una volta pel barri, veuràs Barcelona amb
uns altres ulls. I els dos nens van caminar carrer enllà.
Laia
CALLE 13 Y UNA HISTORIA DE AMOR
Que bueno que me decidí a sacarla a
bailar, fluyó la conversación, nos reímos
de nuestras ocurrencias, todo muy bien, me sentí que estaba en el cielo, que
había encontrado a la chica de mi sueño, así estuvimos disfrutando la fiesta,
hasta que…..señaló con la vista a su hermano, estaba hablando con un grupo de
chicos, inmediatamente lo reconocí, -¡caramba! es Juan , que estudia mi mismo
grado pero en otra sección – es el jefe de la pandilla de la calle 13, del
barrio del La Florida, -uuy que mala suerte,- Es lo que piensa Joaquín al
levantarse en la mañana del domingo.
La semana anterior hubo una pelea
entre la pandillas de la calle 7 con la 13 que se toparon en una verbena, la
cosa estuvo fea, los de su calle, la 7, llevaron la peor parte, a los amigos de
Joaquín, Alfredo y Carlos, le dejaron un
ojo morado al primero y le partieron la boca al segundo, en su fuero interno se
sintió aliviado de no haber participado, a él no le van las peleas, ese día
estaba viendo un juego de futbol con unos primos.
Joaquín es un chico de 16 años, alto,
guapo, buen estudiante, con suerte para ligar, la chica que conoció se llama
Laura, de 15 años, rubia y muy guapa. Todavía recuerda los besos que se dieron
en el rellano de la escalera del edificio - que rico, me gusta mucho esta chica, siento que hay
química, que al tocarnos saltan chispas,
no puedo dejar que esto que comencé se termine por un detalle geográfico, por
la puta calle y por el puto hermano - .
Quedó con la chica para verse el
domingo en la tarde, en la entrada del cine, seleccionó uno lejos del barrio
para evitar coincidencias peligrosas. Todo resulta perfecto, la chica llega con
una amiga y un chico, después de los
holas y las presentaciones se dirigen a comprar las entradas
Apenas apagan las luces del cine, inmediatamente
comienza el lote de besos y el toqueteo , - que bárbaro, que bueno - no le
importa perderse la película, lo que importa es sentirse en la gloria, estar en
el paraíso y con su diosa, Laura, Laura,
Laura.
Terminado el cine se despiden de la
otra pareja y Laura le pide que le acompañe hasta su casa, hace tripa corazón y
le contesta, - ¡claro que te acompaño! que te creíste, que te voy a dejar
solita, noooo, yo soy tu guardián, soy tu caballero- , ahí comienza el
sufrimiento, el pensamiento repetitivo – seguro que me consigo al grandullón
del hermano y a su pandilla que se reúne en la cafetería de la puta calle 13,
voy directo a una paliza - en el camino
el semblante le cambia tanto que Laura le pregunta - que te pasa, que vienes
tan serio, hasta pálido estás- a lo que el contesta - nada, no pasa nada, no te
preocupes.
Efectivamente al llegar a la calle
13 se consiguen con el temido hermano,
que cuando los ve le espeta a la hermana – vete para la casa que voy a
conversar algo con tu acompañante- el ve como Laura se va y en el último
momento ella gira la cabeza y lo mira a los ojos, siente como si un lazo lo
atrajera, de repente oye – aja cómo que te gusta mi hermana- le había sacudido
un hombro regresándolo del dulce cautiverio de la mirada de la chica – bueno
solamente somos amigos- sin dejarlo
terminar de hablar, el grandullon le pasa el brazo por los hombros, y le dice
al oído - sé que eres buen estudiante, un cerebrito y yo necesito tu ayuda, podemos hacer un trato, tu
me das clases para poder pasar el próximo examen de matemáticas y yo te permito
que sigas de “amiguito” de mi hermana y que mi pandilla te deje caminar por
esta calle-, siente un alivio al darse cuenta que no le iba a pegar, - claro
que vale Juan, -responde azorado,- seguro, no faltaba más, de acuerdo, lo que
tú quieras, dime cuando y donde empezamos, no hay problema_.
De regreso a su casa va pensando - la
vida si tiene vueltas y sorpresas, mira tu por donde iban a ir los tiros.. La
alegría le brota por los poros ahora se siente encantado por la calle 13, donde
se encuentra la chica de sus sueños, - ya comprenderán sus amigos de la calle 7 y si
no es así, si lo consideran una deslealtad, bueno, que se fastidien.
Jesús
LA GRANOTA DE FUSTA
Jau al carrer amb la panxa ben
acoflada contra el terra. Hi passen cotxes, tranvies, patinets guiats per nens
cridaners i motos d´envergadura. Ella jau, inert, en un socavó de l´asfalt.
Espera l´estiu, on de segur es desfarà el glaç que l´allibera, dels sotracs de
l´autobús, del camió de la neteja, del bategar proper de les màquines de
construcció. Viu glaçada, “pobre rana!” ha dit un minyó de peus nus corrent
rere una mare pidolaire. L´ha tocada un moment amb el peu, lliscosa i dura com
un caramel. La granota de fusta ha seguit amb els ulls oberts, pidolaire
permanent d´enginy inevitable. Escura els boscos de l´estiu amb les mans
esteses en el darrer salt; albirar l´horitzó sota el nexe asfàltic suportant la
suor dels olis i el llastre dels pneumàtics. Cal no pensar en el demà; sols
d´estiu; ombra viva, presa de llum, de glaç.
Cecília Mas
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