martes, 2 de abril de 2013

LA CALLE



LA CALLE

Al buscar tu calle,
me dice el callejero
que “pa” pasar por tu casa
tengo que llamar primero.
Y yo te dejé un mensaje
donde digo ¡No señor!,
que “pa” pasar por tu calle
¡paso cuando quiera yo!

Jordana-Lola Ruiz Jurado 

CURTIDO EN CUERO DE MALETIN

Años setenta y las calles de Madrid mi reinado. Maletín en mano, conocía todos los locales comerciales de cada calle y todos los negocios que un simple peatón no observa a simple vista. Tras cada venta de cepillos, una historia distinta. Las historias tristes bañadas en cervezas de pie junto a la barra. Las alegres celebradas con brindis de champagne en domicilios particulares. Los triunfos con buenos vinos en los mejores restaurantes. La calle me enseñó, me educó y me empapó de vida.  El mapa de Madrid trazó con sus calles las sinapsis cerebrales que formaron el puzle personal de mi vida exclusivamente profesional.

Susana

LA AVENIDA ESCOBAR

Malampurul es una de las metrópolis más grandes del planeta, y también de las más nuevas. Eso explica el trazado rectilíneo de algunas calles que cruzan la ciudad de punta a punta recorriendo kilómetros. La avenida Escobar tiene en una punta el suntuoso barrio Richmon, donde viven los personajes más acaudalados del país entre lujos difíciles de concebir. En la otra punta Miña Esperança es un barrio de chabolas en el que la gente tiene que esperar la lluvia para tener agua para lavarse. La larga avenida tiene día y noche un intenso tráfico que apenas permite avanzar, millones de personas la pisan diariamente. Y aún así, por más que preguntéis, nadie sabrá deciros donde empieza y donde acaba.

Herman

LA CALLE

Caminaba como descolgado de sus huesos, con movimientos de chulo
y se columpiaba en sus hombros obsequiosamente.
Era como decir: ! A qui estoy! y por eso no pasaba desapercibido.
Tenia músculos que se adornaban tatuados con sirenas y cicatrices, las cuales no
quería disimular por que eran parte de su vida, de lo bajo y ordinario de su existencia.
Había crecido en la calle y por eso no tenia escrúpulos, por que la vida lo había echo un criminal y en ella había aprendido todo lo cruel que los seres humanos botamos.
Dicen que lo habían encontrado en la basura, ya desde entonces su madre no lo quería y el Lumpen que lo encontró lo crió como a un perro, como a una rata inmunda, como una cucaracha.

Amelia Casas Aphestegüy


CARRER INTERIOR

Des de feia temps, només quan tancava el ulls, podia recordar cada racó, podia respirar l’olor dels paisatges més familiars; com si la distància no existís, com si el seu barri fos un espectre constant en mig de la ciutat; com si cada carrer i cada edifici continguessin tot de secrets mai explicats que ell ara, desprès de tant de temps, hagués de tornar a esbrinar per poder donar sentit a tot plegat.
Una suma de desencerts i febleses el varen allunyar del seu carrer i de la seva gent. Quedava lluny aquell dia en el qual ningú no va plorar, ningú no va caure de genolls; aquell moment en què el jutge va emetre la solemnitat del veredicte i tots els altres van evitar mirar-se, com si, en trobar-se, els seus ulls revelessin brutícies recíproques o vergonyes íntimes: tot alló que encara estava pagant amb la seva manca de llibertat, lluny del seu carrer.
Va tornar a tancar els ulls i aquesta vegada, va poder veure-s´hi sortint d´allà: tornant al seu barri tot deixant enrere les reixes i les portes tancades; els desencerts i les febleses: el seu carrer era cada vegada més a prop en el temps i en l´espai i ell, lliure per tornar-lo a viure.

Marta Albricias 
 
EL CARRER

El dia era esplèndid i la blavor del cel quasi enlluernava. Els vianants passejaven des del principi fins el final de l’amplíssim carrer, en aquell matí de diumenge.
Els vestits de les dones, llargs fins els peus, eren, gairebé tots, de tons foscos. Els mirinyacs els feien veure les cintures molt estretes. Els cabells eren recollits en monyos, i es guarnien el cap amb uns barrets molt elegants.
Els homes, discrets, passejaven al costat d’elles agafant-les del braç i tocant-se el capell per saludar les persones amb qui es creuaven, tot mostrant el millor dels seus somriures.
Per darrera anava alguna dida amb el cotxe dels nadons o la minyona amb un parell de criatures de la mà.
Els carruatges amb els cavalls llustrosos, estaven tots ocupats per parelles i famílies benestants. El passeig amb plataners i cases senyorials, alguna propietat d’indians, es convertia els dies de festa en un aparador, on es reunia el bo i millor de la ciutat. Era el mon de les aparences.
El senyor Raimon Maristany i Oliu, es tocava el bigoti i li deia a la seva dona:
- Et presento el senyor i la senyora Aymerich. Diumenge que ve, vindran a casa a dinar canelons. El senyor Aymerich i jo, hem de tractar d’un tema de negocis. Estic segur que tu i la senyora Aymerich estareu encantades de prendre el cafè al saló vermell.
Després d’una breu salutació, ambdues parelles varen seguir el seu camí, com la resta, amunt i a vall del Passeig de Gracia.

Laia

TRAYECTO RUTINARIO

Sale de la   calle del Olvido después de colgar en el portal nº 13, el cartel,  PISO EN ALQUILER:
Se dirige a la confitería  las Virtudes y compra los excelentes
merengues que mensualmente regala  a la  anciana diabética  de la calle de  La Fe, ella agradece el detalle con el importe exacto en metálico, en un sobre perfumado  color violeta.
Al mediodía toma el aperitivo en el casino El Agora,  donde recoge los periódicos viejos y los sube al 6º piso de la calle de La Esperanza  eso alegra al viejo artrítico. Diógenes que así se llama,  ya no sale a la  calle ni le ofrece  la copita de aguardiente,  solo entreabre la puerta para recibir los periódicos y entregarle como alquiler algunas alhajas envueltas en un viejo pañuelo.
Por la tarde  en la calle de La Caridad visitará “la viudita” de ojos azabache con sus dos mocosos, uno agarrado al delantal y el otro en brazos con la nariz sucia y los ojos con legañas, quizás le cobre uno de los cuatro meses que le debe.
Hoy esta decidido a formalizar una propuesta que  ella no podrá rechazar, al fin y al cabo el es un hombre cabal y puede ser una buena influencia para los chavales.
En la esquina de la calle de la divina  Providencia con María Auxiliadora comprueba con sorpresa que han derribado el  muro  que tapiaba un  solar
abandonado.
Entra en el sin dudarlo y poco a poco sus  pies se hunden en un magma calido y apestoso  que lo engulle  de forma lenta pero implacable  y  antes de su  inexplicable desaparición, alcanza a leer aterrado el borroso nombre en la desconchada pared Pasaje del infierno.

Rosa

HACER UN RONALDINHO

Edwin, Hamza, Nikolay y Atif desparraman sus cuerpos en los bancos públicos. Es domingo por la tarde, la conversación de los adolescentes languidece. Ni rajar de los profes, o cantar loanzas al culo de Sheila les motiva. Y encima el iphone que se agenció Edwin ya está muy visto.
Están solos en la plaza de las Caramelles. Uno de esos espacios interiores que han surgido con el esponjamiento del barrio. Lo único que se oye son los graznidos de una gaviota.
Una pareja de turistas de mediana edad se asoman a la plaza, parecen despistados. Hamza, que les ha divisado, propone raudo.
Guiris a la vista. Vamos a hacer un Ronaldinho.
Nikolay, tú de portero, Atif y Hamza atacáis, y yo de defensa –ordena Edwin que quiere dejar claro quien manda.
Los chavales simulan jugar a fútbol sin balón. Ante el acoso de Edwin, Hamza la pasa a Atif, éste chuta y marca, a pesar de la estirada de Nikolay que acaba en el suelo, entre dos encinas que hacen las veces de portería.
¡Gol!, ¡gol! -exclaman al unísono Hamza y Atif,. Y corren a abrazarse.
La curiosidad hace que los turistas se les aproximen. La señora tiene la cámara digital en la mano y fotografía la escena. Los muchachos invitan al señor a participar de su juego, hacen ver que le pasan la pelota, él devuelve el pase y se la vuelven a pasar hasta que se integra en el juego. Ahora Hamza marca a Atif, quien hace señas al guiri de que no se la pase. El extranjero se ve forzado a regatear a Edwin que pone la pierna con contundencia, le derriba y cae encima de él. Edwin se incorpora con agilidad y alza una mano en la que muestra, victorioso, una cartera, al tiempo que grita.
¡Vámonos!
Los chicos salen corriendo. Hamza al pasar al lado de la guiri, que mira embobada la escena, le da un tirón a la cámara de fotos y se la lleva. Una vez en la calle se dispersan.

Felipe Deucalión

LA CALLE

Ezequiel estaba eufórico.
En el fondo de su macuto llevaba las últimas cuatro cartas de su primer día de trabajo como cartero en la gran ciudad y lo había hecho en tiempo record.
En aquel momento agradeció el consejo de su mujer de dejar los zapatos y llevar unas deportivas mucho más cómodas, pues llevaba toda la mañana caminando.
Era su primer trabajo después del diagnóstico en el que le detectaron la anomalía en su corazón y había recuperado el optimismo y la vitalidad tras casi seis años de inactividad y desespero.
.- Una más y…a casa!! – pensó mientras sacaba la última carta del macuto.
Nada más leer la dirección se dio cuenta de que el remitente había cometido un error.
 Sr. CONÉ LAMURTE
La calle, nº 138,6
Estaba en el 138 y, lógicamente, el número siguiente era el 140. En ninguno de los dos buzones figuraba el nombre del destinatario.
No estaba dispuesto a llegar a la central con una carta sin repartir y en aquel momento se dio cuenta de algo. Justo allí, a la altura de los otros dos buzones, descubrió una especie de rendija que quedaba disimulada entre las filas de ladrillos rojizos.
Le pareció una locura, pero se acercó a la rendija e introdujo los dedos. Y de repente pasó. Una fuerza desconocida empezó a succionarlo y apenas le dio tiempo a entender lo que estaba pasando. Sencillamente pasó. Ya no estaba delante de la pared de ladrillos rojizos. Estaba en otra dimensión. Era como una especie de enorme depósito donde no había fondo ni paredes, ni arriba ni abajo. No sentía nada, pero, a pesar de su primer asombro, una paz interior le inundó y al segundo siguiente era como si llevase allí toda la vida.
Dios mío!! – Gritó una mujer – Ayuda, por favor, ayuda!!
En unos segundos un grupo se arremolinó entorno al hombre que había en el suelo. No había que ser muy listo para saber que estaba muerto.
-¿Es el cartero, mama? – pregunto un niño mientras cogía una carta del suelo.
-Si hijo. Es el cartero y parece que le ha dado un ataque. Dios mio…pobre hombre. Todavía tiene una sonrisa en la cara.
- Mira mamá - dijo el niño – Fíjate en la dirección de la carta. Sr. CONÉ LAMURTE. Que extraño.
- ¿Y qué tiene de extraño?- Preguntó la madre.
- Pues que si pones la É del nombre en el apellido, queda CON LAMUERTE.

Javier

EL CARRER

Tariq va sortir disparat de la classe sense perdre ni un moment, quan el professor encara no havia marxat. Ja tenia ganes d’estar al carrer. S’havia de trobar amb els seus amics per donar un tomb i jugar a futbol on sempre, al descampat que quedava sota la seva vivenda. Però primer tenia que passar per casa i veure la mare i la germana que ben segur l’estarien esperant per fer-li encàrrecs.
Anava corrent pel carrer i tenia feina de no topar amb ningú. Estava abarrotat. Al costat dret quedava la carnisseria del Shaid, i més endavant, la pastisseria del seu oncle Khalid que sempre li donava algun pastisset. Però ara no es podia parar. Tenia pressa.
Tothom estava a la via pública. Uns miraven qui passava, d’altres “petaven la xerrada” i alguns anaven per feina. La Saima, la seva veïna, el va saludar i va dir-li que la Aisha i la mare ja havien preguntat per ell.
Finalment va arribar a dalt a casa. La mare li va encarregar unes garrafes d’aigua i uns kilos de fruita. Tariq va sortir a la vorera i la Lucy el va saludar. Ella ja fa temps que “feia el carrer”. Era molt guapa y Tariq l’admirava molt. La Lucy li va donar uns caramels d’eucaliptus i es van acomiadar.
Tariq era conegut per tots al carrer. Era una via molt concorreguda amb gran trànsit de persones i bicicletes. Els cotxes tenien que fer carreres d’obstacles.
Després de parlar amb l’un i l’altre, Tariq va pujar la compra al pis. La mare i la germana li volien encarregar unes altres coses, però ell va sortir fent veure que no les sentia.
Un cop a l’exterior va veure un nen que cridava:
- Torna-m’ho, dona’m el mòbil!
El lladre va apretar a còrrer i Tariq sense pensar-s’ho va anar darrera d’ell i el va poder agafar per la camisa.
- Dona’m el telèfon! Va cridar-li.
El noi va deixar anar alguns insults i de mala gana li va tornar.
Tariq va acostar-se on estava el nen i li va entregar el mòbil.
- Moltes gràcies, m’has salvat el dia. Com et dius?
- Tariq.
- Jo em dic Joan, i encara fa poc que visc aquí. Ens hem traslladat fa un mes amb la meva família, al carrer de dalt. Si et ve de gust et convido a una Coca-cola.
Els ulls d’en Joan brillaven i de seguida, un corrent de simpatia va sorgir entre ells.
Tariq va dir a en Joan:
- Com ara som veïns, et portaré a donar una volta pel barri, veuràs Barcelona amb uns altres ulls. I els dos nens van caminar carrer enllà.

Laia

CALLE 13 Y UNA HISTORIA DE AMOR

Que bueno que me decidí a sacarla a bailar,  fluyó la conversación, nos reímos de nuestras ocurrencias, todo muy bien, me sentí que estaba en el cielo, que había encontrado a la chica de mi sueño, así estuvimos disfrutando la fiesta, hasta que…..señaló con la vista a su hermano, estaba hablando con un grupo de chicos, inmediatamente lo reconocí, -¡caramba! es Juan , que estudia mi mismo grado pero en otra sección – es el jefe de la pandilla de la calle 13, del barrio del La Florida, -uuy que mala suerte,- Es lo que piensa Joaquín al levantarse en la mañana del domingo.
La semana anterior hubo una pelea entre la pandillas de la calle 7 con la 13 que se toparon en una verbena, la cosa estuvo fea, los de su calle, la 7, llevaron la peor parte, a los amigos de Joaquín,  Alfredo y Carlos, le dejaron un ojo morado al primero y le partieron la boca al segundo, en su fuero interno se sintió aliviado de no haber participado, a él no le van las peleas, ese día estaba viendo un juego de futbol con unos primos.
Joaquín es un chico de 16 años, alto, guapo, buen estudiante, con suerte para ligar, la chica que conoció se llama Laura, de 15 años, rubia y muy guapa. Todavía recuerda los besos que se dieron en el rellano de la escalera del edificio - que rico,  me gusta mucho esta chica, siento que hay química, que al tocarnos saltan  chispas, no puedo dejar que esto que comencé se termine por un detalle geográfico, por la puta calle y por el puto hermano - .
Quedó con la chica para verse el domingo en la tarde, en la entrada del cine, seleccionó uno lejos del barrio para evitar coincidencias peligrosas. Todo resulta perfecto, la chica llega con una amiga y un  chico, después de los holas y las presentaciones se dirigen a comprar las entradas
Apenas apagan las luces del cine, inmediatamente comienza el lote de besos y el toqueteo , - que bárbaro, que bueno - no le importa perderse la película, lo que importa es sentirse en la gloria, estar en el paraíso y con su  diosa, Laura, Laura, Laura.
Terminado el cine se despiden de la otra pareja y Laura le pide que le acompañe hasta su casa, hace tripa corazón y le contesta, - ¡claro que te acompaño! que te creíste, que te voy a dejar solita, noooo, yo soy tu guardián, soy tu caballero- , ahí comienza el sufrimiento, el pensamiento repetitivo – seguro que me consigo al grandullón del hermano y a su pandilla que se reúne en la cafetería de la puta calle 13, voy directo a una paliza -  en el camino el semblante le cambia tanto que Laura le pregunta - que te pasa, que vienes tan serio, hasta pálido estás- a lo que el contesta - nada, no pasa nada, no te preocupes.
Efectivamente al llegar a la calle 13 se consiguen  con el temido hermano, que cuando los ve le espeta a la hermana – vete para la casa que voy a conversar algo con tu acompañante- el ve como Laura se va y en el último momento ella gira la cabeza y lo mira a los ojos, siente como si un lazo lo atrajera, de repente oye – aja cómo que te gusta mi hermana- le había sacudido un hombro regresándolo del dulce cautiverio de la mirada de la chica – bueno solamente somos amigos-  sin dejarlo terminar de hablar, el grandullon le pasa el brazo por los hombros, y le dice al oído - sé que eres buen estudiante, un cerebrito y yo  necesito tu ayuda, podemos hacer un trato, tu me das clases para poder pasar el próximo examen de matemáticas y yo te permito que sigas de “amiguito” de mi hermana y que mi pandilla te deje caminar por esta calle-, siente un alivio al darse cuenta que no le iba a pegar, - claro que vale Juan, -responde azorado,- seguro, no faltaba más, de acuerdo, lo que tú quieras, dime cuando y donde empezamos, no hay problema_.
De regreso a su casa va pensando - la vida si tiene vueltas y sorpresas, mira tu por donde iban a ir los tiros.. La alegría le brota por los poros ahora se siente encantado por la calle 13, donde se encuentra la chica de sus sueños, -  ya comprenderán sus amigos de la calle 7 y si no es así, si lo consideran una deslealtad, bueno, que se fastidien.

Jesús


LA GRANOTA DE FUSTA            
  
Jau al carrer amb la panxa ben acoflada contra el terra. Hi passen cotxes, tranvies, patinets guiats per nens cridaners i motos d´envergadura. Ella jau, inert, en un socavó de l´asfalt. Espera l´estiu, on de segur es desfarà el glaç que l´allibera, dels sotracs de l´autobús, del camió de la neteja, del bategar proper de les màquines de construcció. Viu glaçada, “pobre rana!” ha dit un minyó de peus nus corrent rere una mare pidolaire. L´ha tocada un moment amb el peu, lliscosa i dura com un caramel. La granota de fusta ha seguit amb els ulls oberts, pidolaire permanent d´enginy inevitable. Escura els boscos de l´estiu amb les mans esteses en el darrer salt; albirar l´horitzó sota el nexe asfàltic suportant la suor dels olis i el llastre dels pneumàtics. Cal no pensar en el demà; sols d´estiu; ombra viva, presa de llum, de glaç.

Cecília Mas        

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