viernes, 22 de noviembre de 2013

CATACLISMO



En esta ocasión nuestra inspiración apareció en la introducción de un pequeño libro-panfleto que encontré en la calle: "Este libro lo escribí con mucho sacrifico, tendido en una cama sin poderme parar ni poderme sentar; pero viendo la necesidad que hay de dar aviso a la Humanidad sobre el cataclismo, hice un gran esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la Humanidad, como último recurso, porque no hay nada más que hacer" Prepararos para nuestros cataclismos particulares.

CATACLISMO
Este libro lo escribí con mucho sacrificio, tendido en una cama sin poder parar ni poderme sentar, pero viendo la necesidad que hay de dar aviso a la humanidad sobre el cataclismo que viene, hice un gran esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la humanidad, porque no hay nada que hacer." si no modificamos nuestro comportamiento como especie.
Aún sabiendo que predico en el desierto y recordando las palabras del maestro Cioran “ El hombre es un error de la naturaleza ya que debería haberse extinguido con la última glaciación y al no haber sido así representa un cáncer que destruirá todo lo conocido, incluso a sí mismo” , siento una irrefrenable necesidad de invocar a las conciencias para difundir el gran peligro de extinción que se cierne sobre la especie.
Sería una pena que justamente ahora cuando la ciencia abre un nuevo campo de investigación, la física cuántica, que nos promete un nuevo paradigma epistemológico, no hay más que recordar la pulverización del principio de ubicuidad con la teoría de los universos paralelos, o la vulneración de la pretendida objetividad del observador con el principio de incertidumbre, para vislumbrar que estamos en presencia de un nuevo horizonte de verdades sorprendentes para nuestra lógica aristotélica. Justamente ahora, cuando podemos dar un paso de gigante en el conocimiento de nuestro mundo preparamos la extinción de la especie.
Quizás el autoproclamado “rey de la creación” sea la encarnación de contradicciones insalvables que le obligarán a renunciar a su cetro y probablemente por ser “humano, demasiado humano” impida disfrutar del fenómeno de la vida, aún inexplicado, de las futuras generaciones que quizás nunca poblarán la Tierra.

Carmen Gómez

CATACLISMO
Estoy sentada al borde del abismo. Hace años no hubiera podido permanecer tan cerca de un precipicio, pero ahora ya no me importa nada. Ni el vértigo.
La luz es escasa y el cielo tiene un color mortecino, está permanentemente tapado. Parece que el día declina y a penas son las dos de la tarde.
Desde mi privilegiada posición veo la tierra yerma que se extiende ante mi. No queda ningun árbol ni planta, ni nada que se mueva. Sólo se ven antiguas ruinas y escombros diseminados sobre el suelo rojizo, restos de lo que en otro tiempo fueron casas.
A mi memoria todavía llegan imágenes de este lugar, cuando venía con Andy y desde detrás de la valla contemplábamos el atardecer. A nuestros pies la vida bullía: se expandía la gran ciudad en la que vivíamos. Podían verse también los otros pueblos de alrededor. Las luces empezaban a encenderse poco a poco y titilaban siendo aun de día. Un inmenso bosque rodeaba la urbe, y en último término el mar, que se unía al cielo en el crepúsculo.
Ahora estoy sola. Ya no hay nada. Desde el gran cataclismo todo desapareció. Sobrevivo en un mundo vacío.
Por lo menos así lo había creído hasta la noche pasada, en la que algo rompió la monotonía de estos años. Me pareció oir el canto de un pájaro. No estaba segura de si era un sueño, pero me incorporé y lo vi alejarse lentamente. Era tan real como yo.
Recuperada de mi sorpresa inicial, he pensado que quizá vuelva, o vengan más. Lo esperaré.
A lo mejor el mundo ya no está tan vacío como antes.

Laia

INTRODUCCION DEL LIBRO “ABANDONAD TODA ESPERANZA, HUMANOS”
Este libro lo escribí con mucho sacrificio, tendido en una cama sin poderme parar ni poderme sentar; pero viendo la necesidad que hay de dar aviso a la Humanidad sobre el cataclismo que viene, hice un gran esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la Humanidad, como último recurso, porque no hay nada más que hacer.
Este cataclismo que se avecina nos fue anticipado, si bien a retazos y de forma encubierta, por Hermes Trimegisto en su famoso libro “El Kybalión”; por Parcelso en sus “Tres tratados esotéricos”; por Johan Conrad Dippel, que más allá de estos absurdos rumores, que le señalan como un precedente del doctor Frankenstein, merece ser recordado por su potencia profética plasmada en obras como “De Nihilo”; y, de una forma u otra, por toda la tradición esotérica que nace en Babilonia. Pero la Humanidad no ha querido entenderlo, porque el mensaje no es de su gusto.
Entendedme, humanos, no vengo a anunciaros la desaparición de la Humanidad, aunque no por ello mi mensaje os desagradará menos, y no me querréis creer. Y, sin embargo, así es, o mejor dicho, así será. La catástrofe es ineludible.
A mí me costó mucho dolor y esfuerzo desentrañar el mensaje, entrever el cataclismo que se avecina. Así, pues, os lo advierto, lectores, si proseguís la lectura de este libro os arriesgáis a la desesperación sin consuelo alguno.
Si a pesar de ello has decidido continuar, audaz lector, en el presente libro te voy a demostrar, más allá de toda evidencia, el inminente futuro que nos aguarda: Seres luminosos de naturaleza perfecta, ajenos al dolor y a la empatía, y en consecuencia de un egoísmo absoluto, nos observan desde hace tiempo. Todo indica que en breve nos impondrán un régimen de terror con el objeto de conducirnos a una suerte de campos de concentración, en los que seremos reducidos a la condición de sombras vivientes, de pura capacidad de trabajar, al servicio de los Seres Superiores, en una existencia sin fin y sin goce alguno.
Si eres capaz de adéntrate en este libro, oh lector, descubrirás que no miento ni exagero.

Felipe Deucalión

SÁLVESE QUIEN PUEDA
“Este libro lo escribí con mucho sacrificio, tendido en una cama sin poderme parar ni poderme sentar; pero viendo la necesidad que hay de dar aviso a la Humanidad sobre el cataclismo, hice un gran esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la Humanidad, como último recurso, porque no hay nada más que hacer”.
Cerró el libro y permaneció con la cabeza entre las manos. Alzó la vista y al otro lado de la ventana podían verse los tonos púrpuras del crepúsculo. Se restregó los ojos. Aquella nota manuscrita que había encontrado entre las hojas de aquel libro – y que por lo visto iba a ser su última lectura-, le proporcionó la inquietante sensación de estar flotando. Parecía como si sus pies se hallaran varios centímetros separados del suelo. Se deslizaba a través del aire como si este fuese agua, y él un pez.
Pensó en su familia y en sus amigos: quiso ir corriendo a encontrarse con ellos y decirles, hasta más de un millón de veces, lo mucho que les quería y lo importantes que habían sido en su vida. Previo al cataclismo organizaría una gran fiesta  donde reirían, bailarían, comerían y beberían hasta la saciedad, sin contar las calorías: celebrando y brindando por todo lo que habían compartido y que tan hermoso fue, mientras duró.  Se tatuaría a Silvestre y Piolín, dejaría de ir al trabajo y se aplicaría un poco más en la técnica de la contemplación. Tiraría por la ventana todo lo que ya no iba a decorar más su vida y se quedaría tan solo con el home cinema, de este modo podría preparse para el gran final, viendo películas como Earthquake, Armageddon, The Road, Deep Impact, Volcano, Independence Day, Terminator, 2012, Judgement Day  o 12 Monkeys.
Se procuraría unas gafas con lentes especiales de policarbonato de 25mm para poder presenciar el acontecimiento con los filtros necesarios, de lo contrario podría quedarse ciego. Se pondría por fin aquellos calzones verde loro sin importarle si le iban grandes, si le quedaban demasiado ajustados, cortos, largos, o si estaban pasados de moda.
Haría la compra un día antes porque el día correspondiente al fin del mundo, los comercios cierran a mediodía. No prepararía ningún asado pues seguro que tras el gran impacto…este, se le chamuscaría antes de empezar. Tendría presente que con los restos de meteorito no se juega y nunca los utilizaría para hacer las veces de pelota de béisbol, pues podría lastimarse o incendiar la casa del vecino.
Viajaría a la Selva Lacandona, Chipre, Tanzania, Murcia y Albacete; y subiría al Everest, no sin antes visitar el Tíbet. Dormiría hasta cansarse.
¿Quién dijo que no hay nada más que hacer?

Marta Albricias

VENDETTA
Este libro lo escribí con mucho sacrificio, tendido en una cama sin poderme parar ni poderme sentar; pero viendo la necesidad que hay de dar aviso a la Humanidad sobre el cataclismo que viene, hice un gran esfuerzo. Este mensaje se lo dedico a la Humanidad, como último recurso, porque no hay nada más que hacer. Cuándo la KGB supo que no compartía sus planes de destrucción masiva, me eliminaron de la lista de evacuación a la nueva estación galáctica. Me persiguieron, encarcelaron y amputaron pies y manos para que muriera en vida. Sin embargo, mi fuerza de voluntad y espíritu interno de lucha me permitieron conservar a pesar de mi estado el arte de seducción necesario para convencer a mi enfermera del hospital en Siberia para que me enseñara cómo escribir todos los detalles pormenorizados del fin del mundo. Tenía tiempo porque el plan de la KGB era a largo plazo. Hoy con la tecnología de la información voy a enviar la copia digitalizada a través de todas las redes sociales interplanetarias. Veréis todos los anexos con detalles y el álbum de fotos con todas mis misiones para que confiéis en este mensaje y también el link para adquirir la pastilla que os permitirá un suicidio colectivo placentero. Me sabe mal pero ante la atrocidad que se documenta es obvio que no os queda otra opción que no sea optar por una muerte dulce. ¡Qué dios os bendiga!
Pulso el botón de enviar en  el teclado. Mi texto se va a difundir en todas las redes sociales. Me he gastado la herencia de mi familia en comprar a espías que me crearan y prestaran sus vidas para conseguir un attrezzo informático creíble. También, he tenido que contratar a un químico toxicómano coreano para comercializar a gran escala la pastilla asesina. Al yonqui todo le daba igual porque en su calendario existía una dead line marcada por una enfermedad degenerativa cuyo dolor paliaba con su adicción. A mí me importa un comino quedarme sin dinero porque no me espera ningún tipo de ilusión, ni descendencia.  Lo único que comparto con mi personaje de ficción es estar postrado en una silla y babear y ladear la cabeza ante la presencia de todo el mundo. Ese mundo que se ríe de mí a veces, otras me compadece con falsedad y a lo peor me insulta constantemente tratándome de idiota y menospreciando mi  inteligencia.  Pero  este menosprecio hacia mi materia gris no es una subjetividad por mi parte, sino un abuso de mi impotencia por parte de ellos. Por eso, he planeado esta excelente y creíble vendetta.  No sin antes, haber gastado una parte de mi herencia en comprar a un ingeniero de la Nasa que transportara a las pocas buenas personas del mundo a una nueva estación galáctica que he bautizado con el nombre de “UNCRUELTY”.  Espero que allí surjan unos nuevos valores y “Che Dio ci aiuiti”

Susana

CASANDRA
La veo sentada a mi lado, cuidándome y curando mis heridas, sigue siendo mi madre, preocupada por mi salud hasta el extremo de dejar de lado la suya. No sé cuantos días ha pasado sin dormir hasta que yo he despertado. Sigue siendo mi madre, pero también ha cambiado, ya no tiene esa sonrisa con la que me animaba cuando la varicela me dejo postrada en la cama durante un mes. Tal vez sus cuidados sean los mismos, incluso tal vez se entrega más. Aun así creo que ella hubiera preferido que la multitud no hubiera contenido su furia. En su mirada veo el llanto que tenía preparado para recibir mi cuerpo sin vida, veo todas sus lágrimas y todas sus ganas de llorar mi muerte a manos de nuestros vecinos. Pero yo sigo viva, mi hermano menor no soporto verme mancillada por esas manos impuras y corrió a protegerme. Sigo viva y ella ha tenido que esconder todas sus emociones, todos sus lamentos, y volcarse en atenderme.
Sé que no me cree, quién lo hace, ni siquiera mi hermano, que arriesgo su vida, que uso su espada para defenderme de la muchedumbre, ni siquiera él lo hace. Solo ven lo que quieren ver, solo ven locura cuando les enfrentas a la desgracia que está por venir. Pero mi madre no abandona, sigue a mi lado, puedo sentir su sufrimiento. Incapaz de entenderme, incapaz de acercarse ni un paso hacia el vacio en el que yo me encuentro. Ella sufre por mí y por la vergüenza que he traído a la familia.  Yo sufro por ella, por mi padre, por mis hermanos, por mis vecinos, por toda la ciudad. Y aún sufro más porque nadie me puede creer.
Lo he gritado en todas partes, he subido a las murallas para que todos me vieran y nadie pudiera hacer oídos sordos a la verdad. Esta vez conseguí su atención. Primero los insultos, después las piedras, y cuando caí los palos y las patadas. Ciegos, ni siquiera ven lo que tienen ante sus narices, qué más quieren para ver que su ruina está en la puerta.
No les guardo rencor, casi les agradezco todo el dolor que me han causado. Les agradezco haberme dejado casi 20 días con sus noches en coma y haberme librado de los sueños: de verlos a todos y cada uno de ellos cubiertos de sangre, mutilados, sus cuerpos deshonrados y ni un superviviente para clamar venganza. Ojala fuera esta noche que cayeran las puertas y pudiera unirme al festín de la muerte sin necesidad de volver a revivir otra vez como tantas noches la terrible profecía que maldice mi sangre.
Ojala sea mi última noche y mi último vaticinio.

Herman


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