viernes, 10 de octubre de 2014

DOLOR DE MUELAS




UN DIA DE FURIA
Rabio, lloro, me retuerzo, vuelvo a llorar, golpeo el sillón de rabia, golpeo las paredes, y pienso porqué me tiene que  pasara mi estas cosas?, y entonces me  siento en el sofá,  pongo mi cabeza entre mis manos,  tapo mis ojos, vuelvo a llorar.De repente paro, me enrabio, corro pasillo abajo, golpeo las puertas a mi paso, entro en la habitación,  me tiro sobre la cama, vuelvo a llorar, golpeo la almohada, me levanto, salgo de la habitación, doy un portazo, me vuelvo al sofá, pongo la tele, intento desconectar, de repente, de nuevo, ¡la rabia!, salgo corriendo hacia la cocina, abro el cajón y ahí estás, me tomo el nolotil, y mientras lo trago grito. ¡@?><!maldito dolor de muelas!

Loli Ruiz



DOLOR DE MUELAS
Llegó a mi vida como una suave caricia juvenil. Se quedó como un insoportable dolor de muelas. Uno de esos fastidiosos, insoportables, que te fastidian tanto en la boca como en la cartera. Mejor no negarlo, en su caso, la cartera me dolía más.
Te gastas una pasta en dentistas y al final te dicen “No es posible sacarlo, está pegado al nervio trigémino y podría ser peligroso para usted. Le puedo dar un calmante”
Ojala mi abogado también me hubiera ofrecido un  calmante después de decirme que ni pensara en divorciarme si no quería perder la mayoría de la fortuna que tanto me había costado conseguir.
Siempre hay alternativas. Encontré un dentista sin escrúpulos dispuesto a sacarme de encima la maldita muela. Lo más fascinante fue que me cobraba más del doble que el ex presidiario sin escrúpulos que se ofreció a sacarme de encima a mi maldita mujer.
Imagino que los escrúpulos no deben ser tan terribles, seguro que lo son menos que la falta de ellos. Resultado: mi cara de idiota. Nada claro si es consecuencia de la sección del nervio trigémino que dejo paralizada mi mandíbula, o se me quedo así cuando mi dulce esposa le ofreció al ex presidiario lo que yo le había pagado al dentista.


Herman




DOLOR DE MUELAS
Como si llegaran a buen puerto mis ansias
Como si hubiera donde hacerse fuerte
Como si hubiera, por fin, destino para mis pasos
Como si encontrara mi verdad  primera
Como traerse el hoy cada mañana
Como un suspiro profundo y quedo
Como un dolor de muelas aliviado
Como lo imposible ya hecho


Es un día normal, tan normal como otro cualquiera, pero no consigo sacar esta canción de mi cabeza. Llevo todo el día con esta estrofa de Joaquín Sabina que se repite continuamente como un soniquete.

“Como un dolor de muelas”… Menos mal que es aliviado, porque el solo hecho de pensarlo hace que se me ponga la piel de gallina. Cierro los ojos y veo la imagen de la Torre Eiffel de París, mientras aprieto mi mano sobre mi mejilla izquierda intentando contener el horrible dolor, que no consigo aliviar con los antiinflamatorios. Desde arriba, rodeada de personas extrañas, hago un esfuerzo para   contemplar la panorámica de la ciudad dispuesta bajo mis pies, pero lo único en lo que pienso es en bajar de allí y esperar a que esta pesadilla pase rápido y que este horrible dolor de muelas se sienta aliviado.



María José  



VUELTAS EN LA CAMA
A ver si el nolotil me hace efecto y se me pasa de seguida este dolor de muelas. Me ha de pillar dormido, no quiero tener otra bronca como la de anoche ¡Qué lío, por Dios! Que mareo de discusión, al principio, ella me hacía responsable de habernos convertido en un matrimonio más, de llevar una existencia anodina y rutinaria. Desde luego no soy Indiana Jones, trabajo en una aseguradora, pero eso ya lo sabías cuando te casaste conmigo, le repliqué. A ver, Federico, no lo haces bien, has de apoyar el lado que no te duele en la almohada, venga date la vuelta. Así, mucho mejor, en nada me duermo.
Por lo visto, según averigüé finalmente entre una caterva de reproches a mi falta de carácter y a la poca consideración en que la tiene mi familia, lo que ella no soporta es pasar las vacaciones en el pueblo con mis padres. A la señora le gustaría viajar a lugares exóticos, como mínimo a Vietnam, y mejor aún a las islas Fiyi. Como que estos lugares están a la vuelta de la esquina, le dije ¡Mierda, otra punzada en la muela! Claro que si hubiera ido al dentista cuando se me cayó el empaste, pero como para gastos estamos. Y ella quiere pasar las vacaciones en las antípodas ¡Hay que joderse, con la señora!
Ya, parece que el nolotil ya me hace efecto ¡Qué descanso! Claro que yo sé lo que le pasa. Pasa que varias de sus amigas están embarazadas y a Rosalía también le gustaría estarlo, y como yo le argumento que entonces nos convertiríamos en el matrimonio típico, y que nuestras vidas quedarían hipotecadas por la criatura, ella le da la vuelta y me chincha con lo de las vacaciones, que de siempre que le repatea los higadillos pasarlas en el pueblo. No, si retorcida, la muy puñetera lo es un rato largo.
¡Ay va, la puerta! Me voy a hacer el dormido  ¡Hostia, la muela otra vez!


Felipe Deucalión




DOLOR DE MUELAS Y PERSONALIDAD

Una caricatura

Perfeccionista:
Dentro de ocho horas y dos minutos...cuatro segundos... en cuanto el antibiótico haya hecho efecto mi cavidad bucal volverá a gozar de normalidad. Espero no cometer ningún error...aunque claro....si en vez de a las 8h me lo hubiese tomado a las 7:30h...ahora ya solo faltaría media hora para dicho efecto aliviador.

Colaborador:
Debo mantener mi estado de ánimo lo mejor posible por mí mismo y para que así, cuando el dolor cese...el dentista pueda explorarme mejor.


Triunfador:
Hoy me he levantado con un flemón y un dolor de muelas que me está matando, necesito un analgésico y pedir cita urgente con el dentista. Salgo a la farmacia...espero no encontrarme a nadie conocido por la calle; que nadie me vea así: demacrado, con los ojos hundidos y con la mejilla deformada.


 Observador:
Teniendo en cuenta que el efecto del analgésico es de 5 horas en caso de dolor fuerte a moderado y que el del antibiótico es de 8h en ciclos completos….dentro de aproximadamente un par de horas...el dolor habrá disminuido. Calma...sobretodo mucha calma...

Leal:
Confío plenamente en el buen hacer y la pericia de mi odontólogo al que acudo desde hace más de veinte años.

Desafiador:
Dolor de muelas, no vas a poder conmigo ni me vas a agriar el día y la noche con tus espasmos: voy a luchar contra tus punzadas hasta eliminarte.

Pacificador:
Sí lo sé, lo sé….dueles porque hay algo que no va….y estoy en ello, estoy aquí en la consulta del dentista esperando mi turno para que manos expertas me indiquen un solución y ni tú ni yo tengamos que sufrir más.

Entusiasta:
Duele !!! Pero pronto pasará…no hay mal que cien años dure…Solo con pensar que dentro de un rato ya estaré mejor….ya me encuentro bien! Proyecto mi mente y me visualizo sin dolor de muelas: es maravilloso !!!


Marta Albricias



 DOLOR DE MUELAS
Una vez a la semana se daba el capricho, desayunaba en la famosa cafetería que se encuentra camino al trabajo. Sus kilos y su colesterol recomendaban otra cosa per sus frustraciones y carencias se lo pedían a gritos.

La cafetería era un espectáculo visual y odorífico, allí detrás de las vitrinas trasparentes lucían las tentaciones gastronómicas de todo tipo xapatas, briox, pulguitas, sandwichs, cañas, croisans, berlinas, ensaimadas, muffins, palmeras, xuxos, bizcochos, pasteles. Con sus mejores colores y olores prometían sensaciones intensas y extensas, de esas que hacen que te olvides de tu triste existencia.

Nuestra mujer ya conocía algunos de los placeres gastronómicos allí expuestos y antes de manifestar a la camarera su pedido evocó experiencias pasadas para afinar y acertar y conseguir así su mejor elección.
Recordó que el café con leche estimulaba sus papilas hasta el punto de olvidarse del impertinente del jefe. La cremosidad de la leche, junto con la espuma que coronaba la taza mezclada con el oro negro del café la trasladaba a las montañas de Colombia, con Juan Valdés y su burrito, disfrutando del verdor de los cafetales y del intenso azul del cielo caribeño. Multiplicaba el placer con una buena dosis de azúcar
-         Me da otro sobrecito de azúcar? Le pedía siempre a la camarera
En alguna ocasión había tomado té, adornado con especias para que no pareciera agua caliente, otras veces pedía Cola-Cao también muy gustoso pero sus recuerdos viajaban a la infancia y se veía con la bata del cole bebiendo rápidamente la leche achocolatada para no llegar tarde al colegio y momentos después la leche se le detenía en el mitad del pecho un buen rato igual que las palabras de su madre diciéndole que tenía que levantarse antes de la cama.

La vitrina de la pastelería reclamó su atención igual que la camarera quién le preguntó cuál de las delicias expuestas era el objeto de su elección, nuestra mujer dudaba ya que le gustaba todo y a todo renunciaría en cuanto decidiera su preferencia, renunciaría a todas las tentaciones a cambio de obtener sólo una, así es la vida.
Conocía la textura crujiente de las cañas de hojaldre que inundaban su boca con el fluido de la crema pastelera y notaba la vainilla y la canela cómo envolvían y endulzaban sus amargos pensamientos.
Qué decir de las xapatas lubricadas con salsa tártara acogiendo una loncha de salmón ahumado al primer mordisco se trasladaba a los fiordos noruegos a disfrutar del sol de medianoche y de su espectacular masa boscosa.

Cómo olvidar el pastel de chocolate con aquel bizcocho tan tierno como los besos de su primer y último novio, tanto tiempo ya . Cómo olvidar el sabor del cacao penetrando en sus papilas y alternando con la sorpresa que aportaba el contraste producido por las ligeras betas de mermelada de naranja amarga que amplificaban el sabor inefable del chocolate.

Finalmente la elección de nuestra mujer recayó en una buena porción de pastel de chocolate con mermelada de naranja amarga. Lo disfrutó consciente y lentamente, era el máximo placer que aquel día experimentaría. El cálido café con leche constituía el telón entre mordisco y mordisco de pastel, en aquellos momentos su índice de felicidad era máximo y le gustaría eternizarlo, instalarse a vivir así, con el pastel de chocolate.
Pero su ansiedad acortaba aún más la duración del ya breve placer del desayuno caprichoso, finalizado el cual dirigió sus pasos hacia el trabajo a encontrarse con su áspera realidad y a la vez que recordaba su reciente placer gastronómico una punzada de dolor le atravesó el cerebro. ¡No me digas! un pequeño resto de pastel se había alojado en algún intersticio dental y sus consecuencias eran aquel lacerante dolor de muelas.


Carmen



DOLOR DE MUELAS
Volvía del campo en el que había estado trabajando desde altas horas de la madrugada. Sediento, cansado, sudoroso y con un dolor en el lado derecho superior de la boca que había comenzado al morder el trozo de pan duro que llevaba en el zurrón.  La desagradable sensación se fue acrecentando hasta hacerse insoportable. El, que todo lo aguantaba, los más duros trabajos en el campo, la cantera en los fríos inviernos, los sabañones, la sed y el hambre en tiempos de escasez.

Pero esto era distinto. Era un dolor impertinente, afilado, rabioso, como de pinchazos de un hielo ácido punzante.  Era un dolor de muelas.

Al llegar a la plaza del pueblo vio un grupo de gente congregada en torno a un hombre que manipulaba con unas tenazas en la boca de otro que estaba sentado con los puños apretados y con cara de pánico. Se trataba de un sacamuelas experimentado y que llevaba varias horas trabajando, a juzgar por la cantidad de dientes que colgaban de su collar y los que había sobre la mesa junto convarias herramientas.  En el suelo del estrado había un mono al que unos niños echaban algún mendrugo.

Algunos miraban por curiosidad y morbo con expresión de malicia.  Otros hacían cola para ponerse en manos del personaje del collar de dientes.  La expresión de la cara de estos últimos era de sufrimiento y miedo.  Nuestro amigo decidió añadirse a estos últimos.  Intentó mentalizarse.  Su dolor era ya tan terrible que , el que sentiría cuando le sacaran la muela, si resultara ser todavía peor, al menos no lo sería ya por mucho tiempo.

Llegó su hora. Para su sorpresa, el sacamuelas vertió una poción en un vaso.  Tras aceptar el precio con ese añadido, bebió un buen trago, y el resto lo mantuvo en la boca durante un rato, siguiendo las instrucciones del hombre del collar de dientes.  La bebida mejoró su ánimo y el dolor disminuyó.  Pero cuando el sacamuelas empezó, como su nombre indica, a sacarle la muela donde se situaba el mal, comenzó a gritar y a ver un universo de estrellas, rayos y centellas.  Cálmese hombre –le dijo un niño de los que daban pan al mono- y piense en otra cosa, en algo bueno. 

Pensó en Dios, pero no funcionó.  El dolor era peor que insoportable.  Pensó en que estaba en el cielo, recordó que este año las cosechas habían sido buenas.  Pero nada le aliviaba.  De pronto, mientras veía al sacamuelas sudar tinta de tanta fuerza que estaba haciendo para arrancarle la muela, vislumbró la solución.  Entonces la muela aflojó y salió.  Bebió otro trago de poción y con un trapo en el agujero que dejaba la ausencia de muela, y habiendo pasado sus monedas a engrosar la bolsa de cuero del sacamuelas,  marchó con la mano en la mejilla. 

Llegó a casa con el dolor mitigado por la promesa de que en dos semanas estaría bien, pero, y sobretodo, por el plan que había empezado a urdir en su cabeza.  Y es que a partir de aquel día encargaría a su hijo mayor de las labores del campo, y seguiría los pasos del sacamuelas de pueblo en pueblo.  Había decidido aprender el oficio maldito, a la espera del día en que el hombre del collar de dientes necesitara los servicios de otro como él y se los pidiera.  Esta sería su venganza,  la venganza del sacamuelas de un cuadro de El Greco.


María Jesús (mariajes)



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