viernes, 23 de enero de 2015

IMÁGEN 2




LA MARGARITA Y MARGARITA
La margarita miraba al cielo,  proveedor de lluvias y de cambiantes colores.  Miraba al sol, al dios sol.  Sentía su savia correr por sus venas, toda la vitalidad que podía tener en su larga,  ó tal vez efímera vida.  Estaba unida a la tierra en sus raíces, y al cielo en su proyección.
Poco sospechaba lo pronto que perdería sus pétalos, su conexión con tierra y cielo.  Poco sospechaba  su cercana muerte a manos de una joven que la desojaría al son de las  palabras: “me quiere no me quiere….”
Margarita, así se llamaba la joven,  sonrió al ver que el último pétalo arrancado llevaba el “me quiere” de su voz.  Corrió dando saltos de alegría, mirando al cielo, y a las nubes que antes miraba la margarita.  Volaba de felicidad, no miró al suelo y cayó al abismo.


María Jesús  (Mariajes)




SE QUE ME GUSTO
Creo que cada vez necesito menos deshojar mi margarita. He crecido mucho, mi tallo es muy largo y contradictoriamente rígido y flexible a la vez. Continúo viviendo en las nubes rodeada del pacificador y equilibrado azul celestial. Mi cabeza está formada de un diminuto y efímero polvo microscópico amarillo que es muy frágil y a la vez pegajoso pero que brilla en cálido color. La volatilidad de este centro se ancla en esos sutiles y delicados pétalos de ideas y valores blancos apiñados alrededor de los estambres piliformes. Soy flor sola por haber decidido aislarme en compañía de las nubes. Aislada por haber crecido demasiado y haberme alejado de aquellas otras flores que tenían el tallo más corto. Soy margarita abierta en su centro a las ráfagas de la brisa que la mecen, sin saber si el posible huracán la hará aún volar más lejos porque me olvido de mostrar aquellas raíces que me afianzan a tierra firme. Aunque, sin embargo, sí noto firme, valiente y decidida a mi corola que tras haber perdido algún pétalo marchito se enfrenta a la adversidad de la naturaleza con valentía, alegría, elegancia, decisión y tesón. Sí, decididamente poco más voy a deshojar mi margarita porque me ha gustado esa foto que me hicisteis.

Susana



PERO ¿QUÉ ES LA WIFI?
Flores, quería que le regalara flores. Bien, pues le regalé unas margaritas a la Angelines. Y nada, que sigue de morros. El mal rollo empezó por el cabestro que sale con la niña. Aunque éste, más que salir, entra, porque está todo el día metido en casa. Y ahora, arresulta que los fines de semana se queda a dormir en mi casa. Eh, y en la cama de mi niña ¡Y yo tengo que tragar y poner buena cara!
Y va uno y traga y pone buena cara, como si le pareceriese bien, y le convida a una cerveza. Y el cabestro, en lugar de agradecerlo, va y se queja porque no hay wifi en la casa. Me puse, ¡ay, Dios, cómo me puse! Menos mal que la Angelines me trajo la botella de aguardiente y me calmé, pero la niña se ofendió, y ahora no me habla ¡Hay que joderse!
La Angelines también se molestó conmigo, pero está sí que me habla, vaya si me habla ¡Cómo que no para! No para de decirme que solo pienso en mí, que nunca pienso en ella ni en la familia. ¡Me cago en todo lo que se menea!, ¿por qué cojones, entonces, me mato a trabajar?, le digo, a ver, dímelo. Y va y me salé conque no es eso, que lo que pasa es que no tengo ningún detalle con ella. No sé, regalarme flores, por ejemplo, me dijo. Bueno, pues ahora arresulta que con darle un ramo de margaritas no basta, que le he de pedir perdón a la niña, y lo que es peor, al cabestro. Ah, y poner en casa la wifi esa, que no sé qué es.


Felipe Deucalión





LA CAMOMILA BLANCA
Margarita habia sido una niña muy avispada ya desde pequeñita. Ahora tenía 10 años y había caído en sus manos, por mediación de su primo Emilio, el libro de “La Pimpinela Escarlata”. Por lo visto un héroe de película, de aquellos que robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Tanto le gustó el libro que corrió al parque a jugar con sus amiguitos. Iban a jugar a héroes y a bandidos. Ella, claro está, sería la heroína y se llamaría “la camomila blanca”, porque lo de la margarita blanca, le sonaba demasiado vulgar. Así que la Wiki le sacó del apuro cuando leyó: “Margarita, también llamada camomila”. ¡Le había quedado genial! ¡“La Camomila Blanca”!. Así que se colocó el pañuelito blanco que llevaba en el bolsillo, a modo de gorro, con cuatro nudos. Se puso una margarita blanca en la oreja y se ató el abrigo al cuello como una capa, haciendo un nudo con las mangas. Y empezaron a montar su juego de rol. Ella por supuesto era la fabulosa “Camomila Blanca”, su amigo Mateo haría del malísimo capitán de la guardia  Real, al que la Camomila no podía ni ver y los demás haría de compañeros de la camomila y de los malvados ricachones a los que tenían que robar, y a los que el capitán Mateo tenía que proteger. El juego se desarrollaba cada día con alegría y gran algarabía de los actores, hasta que por desgracia un día, a uno de los niños, le hicieron un corte en la oreja, con un palo que hacía las veces de espada. Rápidamente llamaron a su mamá y ésta lo llevó al médico de urgencias. Ahí se acabó la historia de nuestra heroína “La Camomila Blanca”, castigada sin salir, una vez confiscado el disfraz, espada inclusive, por una mamá altamente incomprensiva.


Loli Ruíz





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