PRIMERA VEZ EN TRANSILVANIA
Se despertó grogui; pensando que todavía estaba en el sofá de casa de sus padres, cuando se dio cuenta de que no era así. La habitación era oscura sólo una tenue luz traspasaba la cortina tiñendo la estancia de color rojo pasión: su color de pintalabios favorito y que tanto favorecía a la eterna palidez de su rostro.
No sabía la hora que era. Un regusto a sangre le inundó la boca y supo que no era la suya; los colmillos le brillaban con pasión.
Marta Albricias
Hay quien toma el té como ritual pero ella prefiere pintarse los labios estudiadamente delante del espejo. Todo el mundo la crítica y a poca gente gusta. Yo soy joven y a veces me resulta pesada pero pienso que me gustaría tener su cuerpo cuándo llegue a su edad. Ni tan siquiera recuerdo el color de su lipstick pero si su imagen en el espejo.
Pasan los años y a mi me continúa sin gustar el lipstick rojo pasión y cuando utilizo tanga lo elijo del mismo color de mi ropa. Ella prefería combinar negro y blanco. Su color nadie sabe cual es pero no transmitía aparentemente pasión sino azul hielo. Ironías de la vida, a mi el rojo se me desborda desde dentro y ni tan siquiera me preocupo de pensar si lo demuestro o no. Rojo pasión, entre otros y otras me enseñó que el deseo no tiene edad ni dueño.
Dedicado a alguien que me ayudó a reír y cambiar durante un año
Susana
Felipe Deucalión
Detrás de mí oí la voz de una chica que me decía ¿Puedo ayudarle en algo, Señor? Me giré, y allí estaban unos labios rojos pasión, la miré a los ojos y me zambullí en aquellos ojos azulados, como en un éxtasis. La voz insistió: Señor, ¿se encuentra bien? ¿Necesita que le ayude? Cerré los ojos para desengancharme de aquel hechizo y volviendo al mundo real le contesté: Sí, ¿por favor, me puede vd. Ayudar a conseguir unos labios como los suyos? La joven se rió y me respondió: Desea usted un pintalabios para para su novia? No, no tengo novia, pero si me ayudas a elegir un pintalabios del color que tu prefieras, quizás te apetecería tomar un café conmigo…
Dedicado a alguien que me ayudó a reír y cambiar durante un año
Susana
UN SORBO DE ROJA PASIÓN
El señor Conde observaba cómo crecía Elisenda, cómo
se desarrollaba. Anotaba en una libreta cada una de sus transformaciones. En su
imaginación prefiguraba a la joven que llegaría a ser. Por lo demás, su trato
con la muchacha era distante y discreto.
Pasaron los años. Por fin, Elisenda era una esplendorosa doncella.
Su padre solicitó la inclusión de la chica en el baile de primavera, como
correspondía a las mocitas casaderas. La solicitud fue aceptada, Elisenda
encargo un vestido adornado con tul.
La noche del baile, el señor Conde se entretuvo acicalándose, la
ocasión lo merecía. En el salón, Elisendadanzaba entre los brazos de Leandro,
el hijo del carbonero. La entrada del Conde fue sigilosa. En un descuido de
Leandro que fue a por bebida, tomó a Elisenda del brazo y la condujo a su
carruaje
No pudo esperar a llegar al castillo. Con el traqueteo, la joven
se recostó sobre el pecho del señor Conde. El pálido cuello quedó al alcance de
sus incisivos, los clavó y brotó la roja pasión que sorbió con deleite.
Felipe Deucalión
ROJO PASIÓN
Aquel día, no tenía ganas de ir a ningún sitio en especial. Me
levanté de la cama con gran esfuerzo. No hacía otra cosa que pensar en ella.
Aquella mujer con la que había pasado un año maravilloso, se había marchado de
mi lado sin dejarme nada más que un pintalabios rojo pasión, olvidado en un
cajón de la cómoda. El recuerdo de sus labios rojos me volvía loco. Cogí el
pintalabios y me lo metí en el bolsillo de la americana.
Caminaba sin rumbo fijo. Sin darme cuenta, me hallaba ante la entrada de Sephora. Apretando con mi mano en el bolsillo el pintalabios, entré en el portal, bajé las escaleras y me dirigí a la zona de las barras para labios. Estuve buscando aquel color que me sugestionaba tanto, ese rojo intenso como un vino denso.
Caminaba sin rumbo fijo. Sin darme cuenta, me hallaba ante la entrada de Sephora. Apretando con mi mano en el bolsillo el pintalabios, entré en el portal, bajé las escaleras y me dirigí a la zona de las barras para labios. Estuve buscando aquel color que me sugestionaba tanto, ese rojo intenso como un vino denso.
Detrás de mí oí la voz de una chica que me decía ¿Puedo ayudarle en algo, Señor? Me giré, y allí estaban unos labios rojos pasión, la miré a los ojos y me zambullí en aquellos ojos azulados, como en un éxtasis. La voz insistió: Señor, ¿se encuentra bien? ¿Necesita que le ayude? Cerré los ojos para desengancharme de aquel hechizo y volviendo al mundo real le contesté: Sí, ¿por favor, me puede vd. Ayudar a conseguir unos labios como los suyos? La joven se rió y me respondió: Desea usted un pintalabios para para su novia? No, no tengo novia, pero si me ayudas a elegir un pintalabios del color que tu prefieras, quizás te apetecería tomar un café conmigo…
Lola Ruiz Jurado
No hay comentarios:
Publicar un comentario