viernes, 27 de enero de 2017

BOMBEROS






EL BOMBERO TORERO O POR QUÉ NOS AGRADA CONTEMPLAR LAS DESGRACIAS AJENAS
Hay espectáculos que nos dicen más de cómo es una sociedad que un sesudo tratado de sociología, tal es el caso del Bombero Torero. Quizá solo lo recuerden los mayores, pero en el pasado siglo era frecuente que en plazas de toros, permanentes o improvisadas, actuara el Bombero Torero, quien encabezaba a una decena de enanitos que vestidos de toreros se enfrentaban a una vaquilla que los volteaba y a la que ellos trataban de torear.

El Bombero Torero, que era un tipo normal, iba vestido de bombero, naturalmente, y llevaba una manquera que usaba para imponer orden entre los traviesos enanitos, o controlar a la vaquilla si ésta se enfurecía en demasía. La finalidad de dicha representación era reírse de los enanitos, que rodaban por el suelo, y de las perrerías que le hacían a la vaquilla.

No vayan a pensar ustedes que el show del Bombero Torero era algo único en aquella época. La verdad es que tenía una dura competencia en el ramo del toreo cómico o charlotadas, que eran como también se denominaba esta modalidad taurina. Los principales rivales del Bombero Torero eran el Toronto, el Gran Kiki, don Canuto, el Gran Tato y el Chino Torero. Y casi todos ellos se valían de enanos para mayor comicidad de su función.

El Bombero Torero y sus colegas son un buen antídoto contra la nostalgia sensiblera. Y por otra parte, nos ayudan a entender por qué esos videos, en los que se ve como apalean a alguien, se convierten en virales en la modernísima red.

Felipe Deucalión






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