domingo, 17 de marzo de 2019

EL CUADRO



Dr. Gachet , 1890
Vincent Van Gogh





A esas horas de la tarde la cafetería está abarrotada. Como todos los días,  parejas y  grupos de amigos charlando y riendo animadamente.

Tras echar una larga ojeada por las mesas ocupadas, el señor Juan se acerca a la barra frente a la estrepitosa máquina de café y, como todos los días, pide un café con leche y una magdalena a Pedro.

Con una tímida sonrisa le pregunta con un susurro:
-Pedro, ¿Ha llegado ya mi mujer?
-No Sr. Juan, hoy no la he visto por aquí.

Lentamente moja la magdalena en el café con leche mientras mira hacia la puerta cada vez que alguien entra. Al cabo de un rato paga y se marcha, no sin antes mirar una vez más a su alrededor. Pedro, el camarero le sigue con la mirada. Hace ya tres años que Juan le pregunta lo mismo todos los días: el anciano no se resigna a la idea de que su mujer ya no volverá nunca más.


Marta Albricias







Bajo las sombrillas, 1936
Max Beckmann





Durante el crepúsculo la playa se tiñe de sepia, la arena se vuelve anaranjada y el agua más oscura. Sentados bajo las sombrillas junto a la orilla Paul sonríe, y una vez más lo que veo a mi alrededor y más allá es lo que sueño. Dos semanas inolvidables y regreso a lo diario.

De nuevo ante el teclado, cabe la posibilidad de no recordar la contraseña.

Marta Albricias













EL CUADRO
Paseo por una de las mejores salas de Arte pictórico
Me invade la misma sensación que cuando era niña
Elegía qué hacer durante una tarde festiva.
Libero la imaginación para disfrutar de mi pasión
Plasmar en un lienzo...
Lo que ven mis ojos...
Lo que siente mi corazón...
Lo que intuye y percibe mi mente futurista...
¿Cómo dibujar una sociedad inclusiva?
¿Qué colores "arcoísticos" la definirían?
Sé que debo evitar el monocolor,
y ser demasiado elitista con los colores primarios.
Para aquellos que lo desconocen
Nada en este mundo se compone de un solo color.
Todo se compone de una amplia gama,
y cada una ha de elegir la que va y favorece su forma de vida.
Una Amplia y Variada Gama escogida con delicadeza favorece
y armoniza la vida.
Si en algún momento se te impone un colo dessgradable...
Mézclalo con la gama que elegiste delicadamente para tí
y verás suavizada la imposición.
Llegué a casa, fui al cuarto cogí un gran lienzo lo impregné de múltiples colores
Y el resultado final fue el Arco íris de la vida.


Maribel




TERÁPIA PICTÓRICA
Una cara hundida en la tristeza, despedía el reflejo del escaparate. Un artista sumido en la desidia, sin ganas de volver a la pintura debido a la frustrante carrera, de alguien cuyas ilusiones se hallaban despedazadas, en estado crítico.

La tentación de la escandalera de romper telas, tirar el caballete y verter las pinturas, insistía como idea dentro de su persistente desazón, que daba pasos aproximándose a la ira, pero Maceo Mendes no gustaba de las excentricidades y no consentía dejarse llevar por un arrebato paranoico en contra del mundo. Para no caer en el estereotipo del virtuoso amargado e incomprendido, apretó los dientes, amarró el bozal y contuvo la rabia hasta disuadirla.La meditación en el estudio fue un monólogo silencioso donde se debatía la desobediencia entre dos capitanías con reconocida autoridad: cabeza y corazón. El duelo se zanjó con tablas. Para poner en práctica la resolución, Maceo preparó los botes de pintura acrílica y diversas combinaciones, un juego de pinceles y se anudó un trapo con evocaciones a aguarrás, el antifaz con el que iba a perpetrar esa nueva creación. Pretencioso, sí, descabellado y presuntuoso también, pero esas son características aceptables dentro del comportamiento artístico, así que iba a pintar mirando hacia su interior, un viaje a los sentimientos, privado de la vista para no estar condicionado. La expresividad con carta blanca. Sin pausa ni elementos de distracción, la tarde devoró la noche y en esas horas de sueños interrumpidos, Maceo resopló bajando la barbilla, con ese gesto de complacencia e innegable extenuación, del tenista que ha ganado un partido maratoniano.Venda fuera, masaje facial y estiramientos para encajar la musculatura y dar tiempo a que sus sentimientos se aposentaran, para juzgar la valoración desde la templanza. El diagnóstico de la analítica pictórica era irrefutable, en el revoltijo cromático vivaz del acrílico todavía fresco, había dibujado una cabeza almendrada como la suya, pero con rasgos difusos, rodeada por incompletas caracolas de azul intenso, entre cañones de luces verticales, el significado de su infinita ilusión. En sí, el cuadro transmitía la potencia lumínica que generan los carteles de neón de una metrópolis y enclavada en el surrealismo donde apenas se distinguen formas, era una alegoría a la vida, de alguien con la esperanza incapacitada, pero hambriento por difundir y contagiar sus sensaciones. A ciegas, siendo honrado consigo mismo, el sublime empuje creativo le había marcado un tímido rubor y un semblante alegre. Transcurridos unos minutos, el pintor desvío su atención del lienzo. El bote con agua sin usar, listo para enjuagar las cerdas de los pinceles, era de un azul índigo que bordeaba el negro. Un cielo encapotado por perversas nubes de tormenta. Terapia saldada, en ese caldo se concentraba toda la adversidad de un autor que no tardaría en ser respaldado por el reconocimiento popular.


Xavi Domínguez























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