miércoles, 20 de junio de 2012

FIESTA

FESTA
Festa, mama, vull anar a la festa que organitza l’Edu!
Es que això no és ni festa ni res, nena,
Serà una mena de botellón dins una casa okupa
Tots estaran borratxos, plens de pinxos, percings i ...
Ara t’escolto, ara, això és que li hauria d’haver dit i no em trobaria, de matinada, mirant com passen les hores i repassant mentalment tots els hospitals de la ciutat, perquè si no ve dintre d’una hora la meva nena, desplegaré una operació de recerca que no hi haurà retallada de fons públics que valgui.

Ginebra

TU FIESTA
Tal vez nunca debí  asistir a aquella fiesta,  pero me dejé convencer por Ana, que al verla tan ilusionada no pude decirle que no. Lo cierto es que hay veces en las que una decisión tan tonta como la de ir a una fiesta puede cambiarte la vida para siempre, y entonces te preguntas: ¿por qué? ¿para qué? ¿qué rumbo habría tomado mi vida si ese día no hubiera estado allí? Y pasa el tiempo y continúas haciéndote las mismas preguntas, y sólo esperas que sea el paso del tiempo el que descifre esos enigmas.                                                                                                                            
Ana está bien, vive feliz con tu mejor amigo, mientras que yo pienso en esos cinco años en los que al final todo resultó ser una broma. Mientras tú vivías tu fiesta, porque era tuya, no mía,  yo me limitaba a contemplar la brecha… iba a decir de la pared.

 María José

CONSUMISMO

Una vez terminada la jornada laboral Ana se dirige a la parada de metro más cercana  apresurándose a llegar lo más pronto posible a su casa.  En la calle acaban de encenderse las luces navideñas,  que se mezclan con las de los coches y las de las farolas, y como resultado una extraña sensación de luminosidad que hace que todo parezca mágico. La arteria principal es una amplia avenida con tiendas a ambos lados, abarrotadas de gente comprando desenfrenadamente. Una multitud de personas van y vienen en diferentes direcciones, todas ellas con prisa, cargadas con montones de bolsas y enormes paquetes. Ana contempla este escenario como una marioneta que se niega a que unas manos manejen cada uno de sus movimientos, mientras piensa en lo mucho que le deprimen estos días, diseñados para un exceso consumista. Nota cómo el aire cada vez se vuelve más denso, casi irrespirable, y se siente atrapada en medio de aquella marea humana de la que quiere salir a toda costa. Finalmente consigue llegar a la bocacalle que conduce a la entrada del metro, gira a la derecha y toma una bocanada de aire para recuperar fuerza. Por fin, qué alivio! Lo siento pero yo no estoy para fiestas.






María José

¡¡¡¡QUE NOCHE LA DE AQUEL DÍA!!!!
(Dos colegas)
Así que al fin cayó la María eh?
Pues sí, tío, y ¡no veas cómo lo pasamos!. Hacía tiempo que no había hecho una burrada como esa.
Aquello parecía una sauna, tan juntitos  y pegaditos estábamos…… Claro que el lugar no daba para más, pero qué narices, tenía tantas ganas de mojar, que todo me daba lo mismo, y al parecer a ella también. Así que empecé a besarla, mientras le desabrochaba la camisa. Vaya coñazo tio, ya ni me acordaba de lo que era un botón, con lo fácil que hubiera sido que llevara una de esas con cremallera. En fín que me las ví para desabrocharle los botones. Pero a mí no me jodia la noche unos botoncitos. Así que no sé como, pero al fin la blusa se abrió y no veas, vaya par de melones que gasta la nena. Y me tiré a la faena.  Ella tampoco era manca, y me desabrochó la bragueta.  Bueno tio ya te lo puedes imaginar, nos pusimos las botas, y al final cuando ya estaba la cosa calentita, y me iba a poner encima de ella, zas!, me clavo la puta palanca en los riñones. 
La palanca? Pero tío donde coño estabais? Y qué palanca es esa?
Pues la palanca del freno de mano, ya te he dicho que hacía tiempo que no lo hacía en un coche.
Ostias tio, jua jua jua, ¿a tu edad y aún estas así? ¿Al menos sería un coche guapo no?
Que coño, en el Fiesta de mi tío.
Ostias, vaya mierda de Ford, Pero bueno, al final mojastes o no mojaste? 
¡Pues claro tío, claro que mojé! ¡Había que hacerle honores al Ford, por lo de Fiesta, tu ya me  entiendes………
Jo tío, vaya fiestorros más cutres te pegas, jajajaja.



Lola

FIESTA
Hoy me levando con dolor de cabeza. Tengo 1 semana con muchas cosas de preparar, comprar y organizar. Pues en 5 días es el cumpleaños de mi hijo. Voy a hacer 2 pasteles de chocolate para el cole y tengo que preparar con mis 2 hijos las 22 tarjetas de invitación que mi hijo lo va a entregar mañana a su clase. Vendrá toda la clase. Siempre hemos invitado a toda la clase. El día de su cumple mi hijo tiene un brillo muy especial en su cara. Con un pastel en la mano ( el otro lleva su hermana ) va muy orgulloso a su clase. Ahí muchos le reciben con un abrazo y un beso y le colocan una corona de papel. Así de feliz entra cantando a su clase. Y ahora me toca  a mi colocar los globos y los adornos en mi casa. Ordenar y limpiar todo y  mirar que cosa tengo que esconder para que no se rompa!!! Luego preparar las 24 bolsitas de golosinas y preparar los juegos que vamos a hacer. A las 17 horas ya cansada toca recoger a todos y de fila de 2 en 2 vamos a mi casa. Todos se reparten, juegan, ríen, se pelean, cantan y discuten. Después viene el pastel con las velas y cantamos el cumpleaños feliz. Todos sentados con su pastelito ya se pueden hacer fotos porque ha entrado un poco de tranquilidad y están todos juntos en el comedor. Y ahora los juegos que he preparado yo con mucha risa, ruido, alguna lágrima y alguna cosa que se ha roto, globos, vasos etc.
Se pasa el tiempo corriendo y de poco a poco vienen los padres a recoger a sus hijos. Finalmente todos ya se han ido y estamos cansados y con ganas de dormir. Mi hijo antes de ir a la cama me daba un beso y me decía que era un cumpleaños muy bonito y que el año que viene lo quiere igual. Así de feliz dormían los 2 y a mí me tocaba recoger y limpiar la casa. Pero también con mucha felicidad de una FIESTA hermosa que no nos quita nadie.

Monika

FIESTA

Es de noche i hay luna llena. Se oye la música muy fuerte desde la calle. Camino deprisa hacia la porteria de la casa porqué estoy ansioso por incorporarme al “guateque”. Con mi “chupa” de cuero i mis zapatos puntiagudos de piel marrón me siento irresistible. Llamo al timbre i mientras espero que se abra la puerta peino mi pelo engominado hacia atrás.
- ¡Hola Nacho como estás! Tenia muchas ganas de verte… Lola me da un fuerte beso y me aprieta contra ella con gran fuerza. Siempre he pensado que es una mujer muy guapa que trae a todos los hombres de cabeza y un dia de estos le “tiraré los tejos”.
Me saco la cazadora i voy abriendo la funda de la guitarra mientras me acerco a los chicos que me estan esperando preparados para tocar. Se apaga el tocadiscos i se encienden las luces de la inmensa azotea. El bateria marca el ritmo con las baquetas y nuestra música empieza a sonar.
Mientras toco las cuerdas de mi guitarra, me siento flotar. Veo como todos bailan freneticamente. Lola destaca con su vestido ajustado y el hombre que está con ella casi no puede seguir su ritmo vertiginoso.
De entre la multitud un chico rubio se dirige directamente a Lola y la invita a bailar con el. El hombre sorprendido, increpa al recien llegado y después de una acalorada discusión empuja  al chico. Este le da un puñetazo y se enzarzan en una pelea sin fin. La música deja de sonar y algunas personas intentan separar a los dos contrincantes. En cuestion de segundos, el lugar se convierte en una batalla campal.
Los platos y los vasos vuelan por el aire y hay personas que caen al suelo al tiempo que otras se levantan. Parece que todos se han vuelto locos. Mientras intento resguardarme de los objetos que son lanzados como proyectiles, veo a Lola arrodillada con una mano en la cabeza. Sin pensarlo dos veces y con la guitarra a cuestas, voy hacia ella. La levanto y la llevo como puedo hacia la puerta de salida de la azotea.
Tiene un golpe en la frente. Una vez en el rellano de la escalera la abrazo con fuerza y le digo que la llevo a casa. Ella se vuelve hacia mi y me besa.
- Es a ti a quien queria ver. Vamonos.
Yo la cojo del brazo y le digo que a pesar de todo es la mejor fiesta a la que me han invitado. 

Laia

ÉSTE ESTE VERANO NO MOJA

Triste descubrimiento, mi marido es un remilgado señorito de ciudad. Encaja menos en el pueblo que el carril bici que ha puesto el alcalde y que solo usan los tractores. La cara que puso cuando le dijimos que aquí se caga en la huerta, y que en esta época toca abonar las tomateras.
No sabe qué hacer en todo el día. Le sugerí que podía acompañar al tío Ovidio con las ovejas, sería como ir de excursión, le dije. Volvió francamente acalorado y con un humor de perros. Vale que Federico no siente una pasión desmesurada por las labores de siembra, ni es un experto en la matanza del cerdo, pero podría esforzarse un poco por disimular su indiferencia que en muchas ocasiones se parece al desprecio.
Desde que me ennovié que no había vuelto al pueblo, aunque de cría e incluso de jovencita me lo había pasado en grande de vacaciones, sobre todo por fiestas. Pero a Federico ni eso le ha gustado. La misa solemne, en honor de la patrona, se le hizo interminable. Le repateó los higadillos tener que saludar a un montón de primos y conocidos. Tampoco le vio la gracia a los chismes que la gente comentó en la plaza al salir de misa: que, por más que se maquille y vaya  ceñida, la de la mercería se va a quedar para vestir santos; que, fíjate lo emperifollada que va la señora del alcalde, si se ha puesto pamela y todo. Igual se cree que esto es la boda de una infanta…
Luego, por la tarde, después de la cucaña y los juegos para los críos, cuando han soltado a la becerra para el lucimiento de los mozos, se ha puesto hecho una fiera y nos ha largado una filípica de que él es animalista y está contra la tortura a los animales. Ni animalista ni leches, lo que es, es un cagado, como muy bien le ha dicho mi madre.
Y para remate, resultó que tampoco fue de su agrado la orquestina y tuve que bailar toda la noche con mi prima, como si fuera la de la mercería. Y todo porque el señorito no baila pasodobles ni música casposa. Hay que joderse.
Lo único agradable del día ha sido al acabar los fuegos artificiales, que se me acerca y me dice: te has fijado que les magdalenas se ponen duras y les galletas blandas ¿a qué es curioso? Es una majadería, pero me ha hecho reír, y no ha parado de gastarme bromas hasta llegar a casa. Pero de poco le va a valer, éste este verano no moja.

Felipe Decaulión



LA FOTO
Fue una buena foto, sí señor. Los pude coger a todos. El único que no salgo soy yo. Y me alegro, porque el año que salió mi dedo y no pararon de burlarse de mí en cada encuentro familiar. La de en medio es mama, evidentemente, es su cumpleaños y ella es la estrella. Delante de ella dos pasteles, la famosa competición de cada año. Marta mi hermana, la de la esquina izquierda con trenzas afro, se curro el pastel integral de zanahoria, mucho mejor que el de algarroba del año pasado. Sonia, mi cuñada, la única que mira a la cámara en lugar de a mi madre, se fue a buscar una tarta a la pastelería más cara de la ciudad. Preciosa y deliciosa, y lo más divertido la cara de mi madre cuando le dijo que no podía comerla porque estaba a dieta. Yo sí que repetí.
Al lado de mi madre, mi hijo Carlos y mi sobrina Thais, no entiendo esta costumbre de dejar que los peques soplen las velas, hoy es su cumpleaños no digo ni mu, pero mis velas que no me las sople nadie. Mirando con detalle puedo ver que el fabuloso pastel tiene una pequeña señal en la cobertura de chocolate, encaja bastante bien con la mancha de chocolate en los morros de mi hijo.
Las manos que se apoyan en los hombros de mi madre son los de mi padre. Odia las fotos, al menos las de hoy en día, porque la casa está llena de imágenes de ellos dos en su juventud. Así que lo de la cabeza cortada no es un error, sino la forma de asegurarme de que más tarde no vendrá a borrar-me la foto. De cualquier manera creo que la delicadeza con la que apoya las manos en ella muestra mucho mejor su amor que la cara de palo que pone cada vez que hay una celebración.
A la derecha está mi hermano Juan con su mujer. Tiene el IPAD en la mano, en la foto se puede ver incluso lo que enfoca, un primer plano de su hija con los carrillos hinchado para soplar las velas. Por suerte Thais parece no dejarse afectar por este exceso de protagonismo, una segunda Sonia sería insoportable.
A la izquierda mi hermana y Helena, mi pareja. Por la cara que ponen seguro que Marta ha hecho alguno de sus comentarios “inocentes” sobre su cuñada.
Y vaya, parece que al final también salí yo, no sé cómo me las apañe para hacer la foto con una sola mano pero con la otra estaba cogiendo a mi pareja.
Fue una buena celebración.

Herman

NO ES MI FIESTA
Hace soles que no he vuelto a ver una encina, ni disfrutado de sombras tibias y hierba fresca. Solo un suelo duro  y  tierra yerma por todos lados. Presiento que algo no anda bien; de repente, el hombre del camión y su cuadrilla, me colocan una soga alrededor del cuello que me ahoga; me resisto, no quiero ir a donde sea que me quieran llevar. Estoy enfadado, estoy enfadadísimo.  Siento como alguien me da un golpe por detrás con una vara y voy a por él. Mientras, allá fuera, oigo vítores y gritos de júbilo: no sé donde estoy, estoy asustado y mareado. Me quitan la soga del cuello y se abre el portón. La luz me ciega y con un fuerte mugido salgo corriendo de allí para encontrarme en el centro de un enorme claro rodeado por cientos de hombres y mujeres sentados alrededor que gritan y aplauden.  Veo a un hombre que se va acercando a mí y que me da mucho miedo. No viste como los otros: lleva un traje ridículo, un capote rojo y una espada. Pero no me acobardo, no. A los toros como yo, nos asustan pocas cosas. Levanta los brazos, imitándome, haciéndome la burla; intentando que esos raquíticos brazos se parezcan a mis cuernos. Araño la arena,  bufo, siento mi aliento revolotear y me lanzo a destrozar a ese personaje de mítica valentía. Estoy muy cerca de matarlo... cuando... un dolor agudo, el más horrible, esperpéntico  y agónico que he sentido en mi vida, me atraviesa el lomo, comenzando a sentir mi cálida sangre chorrear por la herida. No sé qué es lo que tengo en la espalda y estoy aturdido: si arremeto de nuevo contra él, la herida me dolerá aún más: apenas puedo moverme del dolor. Siento que un pincho me hurga bajo la piel, levanta mis músculos buscando mi columna. Mujo, con furia e impotencia, pero no me doy por vencido. Lo encaro de nuevo, y esta vez, con la fuerza más descomunal latiendo en mis ojos. Soy capaz de sentir su carne chocar contra mi cabeza, pero una vez más se me escapa, clavándome otro cuchillo justo en el mismo sitio de antes. El flujo de sangre se multiplica y con un agudo dolor, un agónico mugido y la lamentable pero gran certeza de que voy a morir, siento que mis patas traseras flaquean,  que los tobillos me tiemblan. Mi corazón apenas bombea sangre y rendido…silencioso… caigo al suelo. Mis músculos ya no me duelen y lentamente voy entrando en un sueño tranquilo y profundo, recordando mi campo, mi tierra, mi hierba fresca y verde y la sombra tibia bajo las encinas.

Marta




2 comentarios:

  1. Y depues de esto a por EL CRIMEN.

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  2. ¡Qué bien estuvo los crímenes en el jardín del museo! (uy el título se presta para otro crimen perfecto...)

    Besitos

    Jordana-Lola

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