REACCIÓN EN CADENA
El viento susurra su historia
El árbol la recoge y la lanza
El agua la escucha y la piensa
El cielo la refleja y la guardaMarta Albricias
INFANCIA ENCADENADA
Nací en la calle Cadena. La calle Cadena ya no existe,
desapareció en el lavado de cara de Barcelona para las Olimpiadas. De hecho
desaparecieron dos calles, la calle Cadena y la calle San Jerónimo, y en su
lugar surgió la Rambla del Raval. Estas dos calles, además de por su vecindad,
estaban vinculadas por su actividad económica. San Jerónimo era el lugar de
venta de hachís y otras sustancias estupefacientes. La calle Cadena era la
trastienda. Allí, en plena calle, ocultaban los camellos su mercancía para que
no les pillaran con el material encima.
Mis primeros duros me los gané, al poco de hacer la primera
comunión, llevando barritas de chocolate y papelinas desde mi calle hasta el
bar de San Jerónimo en el que paraba Alejandro. Alejandro era enjuto, desdentado
y con una trabajada voz cazallera. Durante años había consumido de todo sin
picarse, pero se lío con una chiquita que podía ser su hija y que andaba
enganchada a la aguja. La sobredosis les sorprendió dos portales más abajo del
mío. Entonces empecé a hacer recados para otros. Siempre estábamos informados
de las novedades del barrio y de las de la quinta galería de la Modelo
El barrio ha cambiado mucho, en la Rambla del Raval ahora se
puede degustar comida exótica, los rostros se han oscurecido aún más, ya no
puedes encontrar radiocasetes de coche de segunda mano, pero si móviles sin
factura. En fin, que nos vamos adaptando a los tiempos modernos, pero yo echo
de menos la calle Cadena, o quizá lo que echo de menos es mi infancia.
Felipe Deucalion
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